Bienvenido Estrasburgo

La jurisprudencia de un pa¨ªs es fruto de sus leyes y de su historia. En 1985, apenas una d¨¦cada despu¨¦s de estrenada la Monarqu¨ªa parlamentaria, el Tribunal Supremo dictamin¨® que quemar una foto del Rey constituye un delito de injuria. Dos d¨¦cadas despu¨¦s, en una manifestaci¨®n independentista catalana, dos encapuchados hicieron lo mismo con un gran retrato de la pareja real. El caso lleg¨® hasta el Constitucional, que aval¨® la condena por injurias a la Corona para Enric Stern y Jaume Roura. El Tribunal Europeo de Derechos Humanos con sede en Estrasburgo acaba de sentenciar, sin embargo, que la quema de esa foto no intentaba lesionar la dignidad o la fama de don Juan Carlos, sino que fue una cr¨ªtica pol¨ªtica a lo que representaba, adem¨¢s de que en ning¨²n momento hubo incitaci¨®n a la violencia. Se trat¨®, en definitiva, seg¨²n los jueces europeos (entre los que hay un espa?ol), de un acto de libertad de expresi¨®n, garantizada por la Convenci¨®n Europea de Derechos Humanos y la Constituci¨®n Espa?ola.

La aplicaci¨®n de este dictamen es urgente. La justicia y la sociedad espa?olas deben modificar sus criterios sobre este tipo de actos porque, m¨¢s all¨¢ de que resulten groseros, inc¨ªvicos y desagradables, la libertad de expresi¨®n es un valor b¨¢sico de las sociedades democr¨¢ticas.

Ya en su momento, el Constitucional se mostr¨® dividido respecto a este caso y fueron los magistrados tildados de conservadores los que impusieron su duro criterio. Bienvenida sea en estas fechas la decisi¨®n de Estrasburgo, que supone un poco de aire fresco en un pa¨ªs empe?ado en endurecer penas y menoscabar la libertad de expresi¨®n. Criminalizar ciertas conductas y recurrir abusivamente a los tribunales para dirimir lo que solo son provocaciones o actos inciviles no es la forma de defender instituciones democr¨¢ticas que, por definici¨®n, deben estar abiertas al debate y la cr¨ªtica.