Las mujeres que am¨® y visti¨® Givenchy
El modisto estableci¨® una s¨®lida relaci¨®n creativa con Audrey Hepburn, adem¨¢s de vestir a Jackie Kennedy o Grace Kelly
No hay ofrendas frente a su palacete parisino. As¨ª lo decidi¨® antes de morir: ¡°En lugar de flores y coronas, el se?or Givenchy hubiera preferido un donativo a Unicef¡±, dej¨® dicho su compa?ero, Philippe Venet, al hacer p¨²blica su defunci¨®n a los 91 a?os. Hubert de Givenchy llevaba a?os viviendo en el H?tel d'Orrouer, exclusiva residencia donde el rococ¨® conviv¨ªa con el neocl¨¢sico, con muebles estilo Luis XIV alternados con lienzos de Picasso y De Sta?l surgidos de su propia colecci¨®n. En mayo pasado, Givenchy accedi¨® a abrir las puertas de esa casa detenida en el tiempo para conversar sobre la influencia de su mentor, Crist¨®bal Balenciaga, con ocasi¨®n del centenario de la apertura de su primera tienda en San Sebasti¨¢n, mientras su perro, un labrador llamado Aswan ¡ª¡°como la presa en Egipto¡±¡ª ladraba en el jard¨ªn. ¡°H¨¢galo entrar¡±, orden¨® con cortes¨ªa a su mayordomo. ¡°Si no, los vecinos se quejan¡±.
La silueta que convirti¨® en marca de f¨¢brica tambi¨¦n era fruto de su encuentro con distintas mujeres, que encajar¨ªan en esa categor¨ªa algo anticuada que ocupan las musas. La primera fue, claro est¨¢, Audrey Hepburn. Cuando se le mentaba a la actriz, la mirada de Givenchy se nublaba. ¡°Se march¨® demasiado temprano, pero s¨¦ que est¨¢ ah¨ª¡±, dec¨ªa mirando al cielo. Givenchy fue un hombre de fe, hijo de una familia protestante de arist¨®cratas de Beauvais, villa conocida hoy en d¨ªa como destino de vuelos low cost, y antes capital de la tapicer¨ªa francesa. All¨ª pas¨® su juventud copiando patrones y dibujando vestidos, para disgusto de su madre ¡ªo ¡°maman¡±, como la llamaba con a?oranza proustiana¡ª que hubiera preferido que se dedicara a estudiar Derecho. ¡°?De qu¨¦ te va a servir eso?¡±, le sol¨ªa decir. De entrada, para conocer a quien se convertir¨ªa en su mejor amiga, con quien constituy¨® ¡°una especie de matrimonio¡±.
Coincidieron por primera vez en 1953, cuando Hepburn convenci¨® a Billy Wilder para que le dejara comprar un pu?ado de modelos parisinos, que lucir¨ªa en la segunda mitad de Sabrina, cuando la humilde hija del ch¨®fer regresa de la capital francesa convertida en paradigma de elegancia. Seg¨²n la leyenda, pens¨® en ped¨ªrselos a Balenciaga, pero este se neg¨® a recibirla. Su plan B fue acudir a su protegido, que acababa de crear su marca a los 26 a?os, tras formarse con Jacques Fath, eminente modisto de la posguerra francesa, y despu¨¦s con Elsa Schiaparelli.
Cuando abri¨® la puerta y vio a la actriz estadounidense, Givenchy qued¨® decepcionado. ¡°Cre¨ªa que quien ven¨ªa a verme era Katharine Hepburn¡±, dijo sobre su hom¨®nima, entonces mucho m¨¢s conocida. Le dijo que no ten¨ªa tiempo para ella, pero cambi¨® de opini¨®n tras una cena en com¨²n en la que Hepburn despleg¨® todos sus encantos. Fue el inicio de una larga colaboraci¨®n. Givenchy dise?¨® sus vestidos para Charada, Una cara con ¨¢ngel, C¨®mo robar un mill¨®n, Lazos de sangre y, sobre todo, Desayuno con diamantes.
Pero adem¨¢s de Hepburn, hubo otros nombres. Para empezar, Bettina Graziani, la gran modelo parisina de los cincuenta, a la que fich¨® no solo como maniqu¨ª, sino tambi¨¦n como jefa de prensa. ¡°Le iba muy bien, porque conoc¨ªa a todo el mundo¡±, dijo Givenchy. Ella le inspir¨® la blusa Bettina, modelo de algod¨®n con volantes flamencos en las mangas, que caus¨® sensaci¨®n a inicios de los cincuenta y fue exportada con ¨¦xito a Estados Unidos, donde no tard¨® en ser solicitado por actrices como Marlene Dietrich, Greta Garbo, Elizabeth Taylor, Ingrid Bergman, Jennifer Jones y Lauren Bacall. ¡°La diferencia respecto a Audrey es que nadie me pidi¨® que copiara lo que hac¨ªa para ellas¡±, dec¨ªa.
Si sus dise?os han entrado en el imaginario colectivo, tambi¨¦n es gracias a Jacqueline Kennedy. Antes de convertirse en primera dama estadounidense, ya hab¨ªa comprado varios conjuntos del modisto. Despu¨¦s llev¨® un conjunto de tweed de Givenchy a una visita oficial a Par¨ªs en 1961, adem¨¢s del conocido vestido de noche de color marfil y guantes blancos de cuerpo entero, que luci¨® en la m¨ªtica cena de Versalles durante la que De Gaulle la compar¨® con un cuadro de Watteau ¡ªella le ten¨ªa en menor estima: en una entrevista con el historiador Arthur Schlesinger desclasificada en 2011 le describi¨® como ¡°eg¨®latra¡±¡ª.
Tambi¨¦n era de Givenchy una de sus prendas m¨¢s conocidas: el vestido de chaqueta negro que llev¨® al funeral de JFK. Adem¨¢s, Grace Kelly y la duquesa de Windsor tambi¨¦n lucieron sus dise?os, igual que socialit¨¦s del momento como Mona von Bismarck, Gloria Guinness y Marella Agnelli, sombras de un mundo que se desvanece con su desaparici¨®n.
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