A gustito
No pueden indignarnos las derivas autoritarias de Polonia o Hungr¨ªa si antes no reparamos en nuestras incongruencias
Habr¨¢ un momento en que los espa?oles se cansen de pagar multas impuestas por los altos tribunales europeos y digan basta. Basta de interpretaciones oportunistas de los derechos colectivos. La pertenencia a la UE nos exige la circulaci¨®n no solo f¨ªsica entre los ciudadanos miembros, sino tambi¨¦n comercial, legal y social. Por mucha personalidad peculiar que queramos concedernos tenemos que comprender que el reto est¨¢ en someternos a un sentido com¨²n para luego exigir ese mismo deber a nuestros pa¨ªses vecinos. No pueden indignarnos las derivas autoritarias de Polonia o Hungr¨ªa si antes no reparamos en nuestras incongruencias. Llevamos demasiado tiempo recibiendo varapalos, por ejemplo, a causa de la err¨¢tica legislaci¨®n espa?ola sobre energ¨ªas renovables. Multa tras multa no queremos escarmentar.
Las ¨²ltimas veces nos han condenado por la rara interpretaci¨®n espa?ola de las injurias a la Corona, incluida la quema de fotos. Por m¨¢s que nos insisten en que los mismos derechos tienen que proteger a cualquier ciudadano de a pie que a los representantes institucionales, seguimos negando la mayor, y por lo tanto pagamos multas con el dinero de todos. Un disparate que nuestros pol¨ªticos se niegan a enmendar y que estimula las provocaciones en lugar de desbravarlas. Pronto el exceso de recurrir a medidas excepcionales como la prisi¨®n preventiva para enfrentar el problema pol¨ªtico de enorme envergadura que se ha planteado en Catalu?a nos pasar¨¢ tambi¨¦n factura a cobro.
Cuando se cancel¨® la asignatura de Educaci¨®n para la Ciudadan¨ªa ya sospech¨¢bamos que se apostaba por el dogma y los estacazos mutuos. Judicializar hasta el patio de colegio es condenar a los tribunales a resolver sobre urbanidad y buenas maneras, como el consultorio de la se?ora Francis pero con toga y pu?etas. Los l¨ªmites de la libertad de expresi¨®n se resuelven estimulando la convivencia y no la coacci¨®n. Nuestra democracia se debilita si caemos en la obtusa recurrencia de llevar a los tribunales a individuos que se expresan de manera que nos puede resultar ofensiva o despreciable, pero no punible penalmente. La ¨²ltima desmesura es condenar a una multa de 40.000 euros a la revista sat¨ªrica Mongolia por una vi?eta del torero Ortega Cano incluida en el cartel de una actuaci¨®n teatral en la que pronuncia su frase ic¨®nica: ¡°estamos tan a gustito¡±. A Ortega Cano se le conden¨® en su d¨ªa a pagar 170.000 euros por quitar la vida a un hombre en accidente de tr¨¢fico en una noche de infame recuerdo. La comparaci¨®n de ambas cantidades produce sonrojo. No un sonrojo ¨ªntimo, sino nacional.
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