Sara Montiel, el pan y los hombres
¡°Era una mujer ardiente, una mujer sexual que pod¨ªa estar con el que quisiera¡±, recuerda Marianela Andino, quien fue su gran amiga al cumplirse cinco a?os de su muerte
Marianela Andino (Camag¨¹ey, Cuba, 1942) sostiene que Sara Montiel tuvo dos grandes pasiones en la vida: ¡°La comida y los hombres¡±. Habla con el conocimiento de la cupletista que le dan los 45 a?os de ¨ªntima amistad que mantuvieron desde que la conoci¨® en Miami en 1968 hasta su muerte, de la que se cumplen cinco a?os el pr¨®ximo d¨ªa 8 de abril. Andino se acerc¨® a ella como fan y terminaron siendo ¡°como hermanas¡±. Viajaba siempre con Sara. Era su ayudante, su familia, su confidente. ¡°Pas¨¢bamos mucho tiempo solas y me cont¨® todos sus secretos¡±, dice, y a?ade con misterio: ¡°Hay uno, el m¨¢s grande, que ella me pidi¨® que contara despu¨¦s de su muerte y con el que a¨²n no he decidido qu¨¦ hacer. Tiene que ver con Sara y un se?or, espa?ol, ya fallecido. Si lo oyeras, no lo creer¨ªas¡±.
En su casa de Miami tiene una habitaci¨®n dedicada a los recuerdos de ¡°Antonia¡±, como la llama por su nombre de pila. La se?ala, tan joven, ¡°bella como un rostro de n¨¢car¡±, ri¨¦ndose con James Dean, fumando un puro con Marlon Brando, y se detiene en un retrato del actor italiano Giancarlo Viola. Si bien Sarit¨ªsima dec¨ªa a este diario en su ¨²ltima entrevista, en 2012, que el gran amor de su vida fue Severo Ochoa y que lo de ellos no fue posible porque no se ve¨ªa ¡°tomando el t¨¦ con las esposas de los otros cient¨ªficos¡±, Andino afirma que fue Viola. ¡°Me dec¨ªa que nunca hab¨ªa visto una cabeza tan bella, que acariciarle la cabeza a Gianca era algo formidable¡±.
¡°Era una mujer ardiente, una mujer sexual a la que le gustaban mucho los hombres y que pod¨ªa estar con el que quisiera¡±, dice Andino. ¡°Pero el que m¨¢s la quiso y m¨¢s la cuid¨® fue Pepe Tous¡±, el empresario mallorqu¨ªn con el que estuvo casada hasta que falleci¨® en 1992 por un fulminante c¨¢ncer de colon. ¡°Sara se desmoron¨® despu¨¦s de su muerte y me fui a Palma con ella un a?o. Eran d¨ªas enteros de llanto. Yo dorm¨ªa con ella en su cama. Una madrugada me despert¨¦ y se hab¨ªa levantado. Hac¨ªa fr¨ªo y me la encontr¨¦ en la terraza gimiendo envuelta en una manta¡±. Andino cuenta que Sara Montiel no soportaba la soledad. ¡°No quer¨ªa dormir sola, ni viajar sola ni tan siquiera comer sola¡±, recuerda. ¡°Un d¨ªa en Nueva York se parti¨® una muela comiendo pollo y cuando el dentista se la iba a arreglar dijo: ¡°Ven, Nelita, dame la mano¡±.
Tambi¨¦n ten¨ªa ¡°p¨¢nico a la oscuridad¡±. Por las noches, dice su amiga, la protagonista de El ¨²ltimo cupl¨¦ y La violetera requer¨ªa que quedasen encendidas las l¨¢mparas de las mesillas de noche y hasta la luz del ba?o. Era una mujer de car¨¢cter, pero vulnerable. ¡°Pepe siempre me dec¨ªa: 'Nunca dejes sola a Antonia¡±. Y antes de que enfermase ya se preocupaba de qu¨¦ pasar¨ªa si ¨¦l se mor¨ªa, si ella despilfarrar¨ªa todo en dos o tres d¨ªas o si vendr¨ªa alguien a enga?arla¡±. Tous era, adem¨¢s, el guardi¨¢n de la figura de la actriz. Procuraba mantenerla siempre a distancia del pan, el otro gran amor de Sara Montiel. ¡°Comer para ella era la vida¡±, cuenta Marianela. ¡°Mi madre no se pod¨ªa olvidar de guisarle una ropa vieja con frijoles cuando ven¨ªa a Miami¡±.
¡°Cu¨¢nto la echo de menos¡±, suspira su amiga. Sonr¨ªe cuando recuerda la confianza con la que se intercambiaban insultos; o lo que le gustaba a Sarita el jab¨®n de Estados Unidos para lavarse la cara; o c¨®mo utilizaba simplemente aceite de oliva para sacarse el maquillaje; o aquella vez en Palma en que se present¨® con los pechos al aire ante la cuadrilla de alba?iles que estaba reformando su cocina. ¡°Pepe le hizo se?as para que se tapase, y ella solo se puso una mano en cada teta¡±.
Marianela Andino dice que Sara Montiel, nacida en una familia humilde de un pueblo manchego, era una mujer orgullosa de sus ra¨ªces. ¡°Me preguntaba si yo la consideraba una mujer de pueblo. Yo le dec¨ªa que s¨ª y ella me lo volv¨ªa a repetir: '?Verdad que yo soy una mujer de pueblo?¡±. Una faceta que conviv¨ªa con la de los lujos de estrella. ¡°Ten¨ªa un collar de brillantes y esmeraldas tan grande que le llam¨¢bamos el babero¡±, comenta Andino. Un cuadro de la actriz medio desnuda y abrazada a una guitarra espa?ola preside el descansillo de las escaleras de su casa. Ella lo mira y repite una frase de su amiga: ¡°Nelita, yo no soy buena actriz, pero mi belleza rompe esquemas¡±.
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