Nuestro lugar en el mundo
En esta Semana Santa, un poco de melancol¨ªa 'cooltureta' sobre la religi¨®n y la vocaci¨®n social.
Estos d¨ªas de Semana Santa siempre evocan en m¨ª el recuerdo de un tiempo en la que la fe y toda su ¨¦pica jugaron un papel central en mi vocaci¨®n personal y profesional. Era la ¨¦poca de las comunidades cristianas de base, de los voluntariados interminables y de la admiraci¨®n por h¨¦roes improbables como los jesuitas asesinados en la UCA de El Salvador (los posters que colgaba en mi habitaci¨®n desconcertaban a mi padre, cuyo ate¨ªsmo hubiese preferido con toda probabilidad un lucido Che Guevara o, al menos, una artista pop en pa?os menores).
La exaltaci¨®n pol¨ªtica y emocional de aquellos a?os produce ahora un poco de sonrojo, como el que repasa la indumentaria de su adolescencia, pero recuerdo con mucho cari?o un tiempo de introspecci¨®n y de rendici¨®n de cuentas. Un tiempo que fue fundacional para lo que vino m¨¢s tarde, cuando lleg¨® el momento de tomar decisiones vitales y profesionales. Y de la suerte de compartirlas con un grupo de amigos con quienes, casi treinta a?os despu¨¦s, seguimos habitando trincheras muy similares.
En mis propuestas ¡®coolturetas¡¯ de esta semana (santa) les dejo con tres iconos de mi juventud. Los tres est¨¢n ligados de un modo u otro a la experiencia de la fe y a las preguntas que surgen cuando te expones a ella. Aunque hoy sigo siendo creyente, me temo que carezco del entusiasmo que ten¨ªa entonces para embarrarme en tareas como la reforma de la Iglesia cat¨®lica, de la que vivo ajeno desde hace tiempo. Pero nunca podr¨¦ negar la sinceridad de aquellos a?os y la importancia que tuvieron para m¨ª:
- Un tal Jes¨²s: este programa radiof¨®nico de los a?os 80 fue parte de un esfuerzo de evangelizaci¨®n popular latinoamericano liderado por los hermanos L¨®pez-Vigil. Aunque el estilo resulta claramente de otra ¨¦poca, su tono y sus mensajes son perfectamente contempor¨¢neos para quienes busquen una visi¨®n menos edulcorada y m¨¢s humana de Jes¨²s (que no es la sexualizaci¨®n o la politizaci¨®n simplona del personaje que han promovido otras versiones). Todos los cap¨ªtulos est¨¢n ahora disponibles en pdf y las grabaciones en YouTube.
- Papeles confidenciales de su Santidad Juan Pablo III (de Francisco de Juanes): este libro, publicado en 1998, en pleno desmadre contra-reformista del Vaticano, podr¨ªa acabar siendo prof¨¦tico. De hecho, se trata de un ejercicio de ¡°futurismo teol¨®gico¡± en el que el hermano Pedro, retirado en un convento, recuerda los a?os de su papado como Juan Pablo III (dos por delante de Juan pablo II¡ ?les suena?). Su convocatoria del Concilio Mexicano I puso patas arriba buena parte de las ataduras morales, institucionales y financieras que hab¨ªan convertido a la Iglesia en una antigualla con escaso atractivo para una sociedad que la necesitaba m¨¢s que nunca.
- Un lugar en el mundo: esta pel¨ªcula de Adolfo Aristarain gan¨® la Concha de Oro en San Sebasti¨¢n, entre otros muchos premios. Su historia ¨Cque se desarrolla en un pueblo argentino amenazado por la construcci¨®n de un presa¨C es un relato de vocaciones personales y compromisos m¨¢s all¨¢ de lo razonable. Si no les cargan en exceso los soliloquios de Luppi o de Sacrist¨¢n, apreciar¨¢n esta historia de derrotados, como casi todas las historias que merecen la pena. Porque ya hemos repetido en este blog que las transformaciones sociales verdaderas no son otra cosa que una sucesi¨®n de derrotas¡ hasta la victoria final.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.