Las reservas de tigres que las tribus llaman hogar
Los pueblos ind¨ªgenas del sur de India sufren arrestos y torturas por quienes les acusan de ser perjudiciales para los tigres con los que coexisten en armon¨ªa
¡°?No temes a los tigres?¡±. La carcajada del ind¨ªgena jenu kuruba como respuesta espanta a los p¨¢jaros y sacude mi coraz¨®n por el contraste con la quietud silenciosa que reina en el bosque de Nagarhole, una Reserva de Tigres ubicada en el estado de Karnataka, al sur de la India. Cuando para de re¨ªrse, dice: ¡°?Claro que no! ?No tememos a ning¨²n animal! Hemos vivido juntos por generaciones. Nunca lastimamos animales. Somos la raz¨®n por la cual el bosque se ha conservado hasta hoy¡±. La pregunta debi¨® parecerle absurda, como si a nosotros nos preguntaran si tenemos miedo de los perros y los gatos.
Sin embargo, semanas antes vi un documental donde un famoso conservacionista indio justificaba as¨ª las ¡°reubicaciones¡± de pueblos tribales de reservas de tigres: ¡°sienten un profundo apego a estos lugares, aunque tengan una vida dif¨ªcil aqu¨ª. Pero viven con temor constante a los elefantes, leopardos y tigres. Y cuando tienen ni?os peque?os, esos desaf¨ªos aumentan¡±.
Entre risas y miradas de asombro los pueblos tribales de la India explicaron por qu¨¦ este hombre ment¨ªa.
Los mejores guardianes de la naturaleza
Mucho antes de que el t¨¦rmino ¡°conservaci¨®n¡± fuera acu?ado, los pueblos ind¨ªgenas ya hab¨ªan desarrollado medidas eficaces para mantener la riqueza de su medioambiente. Los soligas del sur de la India, por ejemplo, sol¨ªan provocar incendios controlados como parte de su t¨¦cnica de rotaci¨®n de cultivos, lo que ayud¨® a frenar la propagaci¨®n de la Lantana, una planta invasora. Sin embargo el Gobierno prohibi¨® esta quema en nombre de la conservaci¨®n de la naturaleza y la Lantana se propag¨® y deterior¨® los ecosistemas locales. Esto tambi¨¦n es un problema para los tigres, que quedan atrapados entre sus ramas.
¡°El Departamento de Bosques no tiene el conocimiento necesario para la conservaci¨®n. Nosotros hemos preservado el bosque por muchos a?os. Ellos no saben c¨®mo proteger nuestro bosque¡±,? dice un hombre soliga. No es casualidad que la mayor¨ªa de las reservas de tigres sean tambi¨¦n el hogar de pueblos tribales.
Muchos de ellos veneran a los tigres y los consideran miembros de su extensa familia espiritual. De hecho, las pruebas demuestran que cuidan de su medioambiente mejor que nadie. Un censo reciente de Survival International muestra que, en la Reserva de BRT Hills, la poblaci¨®n de tigres se duplic¨® (aument¨® de 35 a 68 individuos) desde que los soligas se convirtieron en el primer pueblo tribal cuyo derecho a permanecer en una reserva fue reconocido.
Los pueblos ind¨ªgenas han vivido y cuidado de su medioambiente por milenios, desarrollando un conocimiento enciclop¨¦dico de cada planta, mineral y animal. Los soligas conocen 45 hojas diferentes para cocinar. Pueden identificar el olor de animales y adivinar el estado de ¨¢nimo de un elefante por c¨®mo sostiene su trompa. Mantienen, adem¨¢s, una relaci¨®n rec¨ªproca con el bosque basada en su respeto por los ciclos naturales y su sentido de responsabilidad con las generaciones futuras. Cuando recolectan miel de los ¨¢rboles altos, los soligas dejan un poco en el suelo para los tigres, porque estos ¡°no pueden trepar a los ¨¢rboles y tomar miel¡±. El bosque no solo es su hogar: es su templo sagrado, es vida, medicina, su fuente de alimento.
Aunque los pueblos ind¨ªgenas son los guardianes indiscutibles de la naturaleza, en nombre de la protecci¨®n del tigre est¨¢n siendo expulsados ilegalmente de sus tierras ancestrales. Y se enfrentan a arrestos, palizas, tortura y muerte por el simple hecho de realizar sus actividades cotidianas. Cuando no quieren irse, los guardaparques los arrestan, los multan, los golpean y los amenazan hasta que se marchan. Este modelo de ¡°protecci¨®n del tigre¡± no solo da?a a los pueblos ind¨ªgenas, sino tambi¨¦n a la naturaleza porque est¨¢ destruyendo a los mejores aliados del medioambiente.
¡°No tememos a los animales¡±, dice un jenu kuruba. ¡°Tememos las atrocidades cometidas por los conservacionistas. Esta es la ¨²nica raz¨®n que nos impulsa a abandonar el bosque. Pero no lo dejaremos. Nos quedaremos aqu¨ª y moriremos aqu¨ª¡±.
Lo que no muestra Google Maps
El hombre jenu kuruba habla de cuando llegaron colonos ingleses y le pidieron ayuda para cartografiar el bosque. Fue ¨¦l quien indic¨® a estos primeros conservacionistas el nombre de los ¨¢rboles, los lugares de mayor biodiversidad y d¨®nde se encontraba el refugio de los animales salvajes. Ese mapa despierta mi curiosidad y le pregunto si los ingleses le dejaron una copia. ?l se r¨ªe de nuevo y, mir¨¢ndome a los ojos, contesta: ¡°?En absoluto! Cuando se lo ped¨ª me respondieron: t¨² no necesitas mapas, tienes tus ojos, los ojos del bosque¡±. ?Y c¨®mo no darles la raz¨®n?
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