Horas de estudio, aprendiendo, poniendo especial atenci¨®n a mis educadores, ensayando cada vez que pod¨ªa... Todo con un ¨²nico prop¨®sito: chuparla lo mejor posible. Con todo lo que eso trajera impl¨ªcito.

A esto del sexo no se aprende ni por gen¨¦tica ni por ciencia infusa. Nada ser¨ªa tan c¨®modo como que el consumo regular de fruta y verdura proporcionara la capacidad amatoria para ser buen¨ªsima en la cama. Toda la vida escuchando "come mucha zanahoria; es buena para la vista", cuando el mejor argumento hubiera sido que comi¨¦ndolas aprender¨ªa el maravilloso arte del sexo. La relaci¨®n entre vegetales y placer sexual solo me ha sido inculcado por cierto cine japon¨¦s y alguna valiente confesando que se masturba con hortalizas. As¨ª aprend¨ª las maravillas que se consiguen con una simple zanahoria, un profil¨¢ctico y lubricante.
Ser¨ªa absurdo pretender que, nada m¨¢s empezar a tener relaciones sexuales, tuvieras la m¨¢s m¨ªnima idea de c¨®mo comer lo que fuera. Seg¨²n un estudio del a?o 2016 de las j¨®venes entre 16 y 18 a?os tienden a proporcionar m¨¢s sexo oral que a recibirlo, entre otras muchas cosas, porque dan por hecho que a los chicos no les gusta comerlo. Y seg¨²n el mismo estudio, efectivamente, a los chicos no les gusta dar placer en la misma desbordante proporci¨®n que les gusta recibirlo. (?Nos ha jodido!) Las mujeres lesbianas no tienen tantos prejuicios; entre ellas hay mucha m¨¢s cordura. Lo que me abruma es que cualquier hombre presuponga que sus amantes prefieren comerle a ¨¦l la entrepierna m¨¢s que dejarse comer. Que no.
Recuerdo haber pasado por esa franja de edad amatoria del estudio luchando por lo mismo que las jovencitas que lo hicieron. No me planteaba siquiera saciar mi hambre de hembra, que tenerla, la ten¨ªa. Casi era il¨ªcito desear. A mis veinticinco chup¨¦ bastante y me lamieron lo justo. Ellos primero, siempre. Lo que me asusta del estudio es que, casi treinta a?os despu¨¦s de que yo hubiera podido ser una de las participantes, no hayan cambiado las cosas. Los chicos siguen sin desear practicar sexo oral igual que ellas no creen merecerlo.
Nadie califica con un simple aprobado lo de chupar a la vez que se acarician los huecos. Se calibra hasta d¨®nde cabr¨¢ antes de que d¨¦ la arcada a la que no se renuncia. Tambi¨¦n supone una nota alta libar primero con la lengua sin saber si podr¨¢s resistirte a morder la carne que palpita, cual grano de cereal reci¨¦n trillado. En ambos casos se recomienda lamer mucho. La sexualidad se aprende; nadie nace sabi¨¦ndolo todo. Y ni siquiera dominar la parte te¨®rica te garantiza el ¨¦xito en la parte pr¨¢ctica.
Muero por que un pedazo de hembra (como yo) me chupe lo que tenga entre las piernas, sea lo que sea, con la intenci¨®n, dedicaci¨®n, admiraci¨®n y delirio que certifica un m¨¢ster en chuparla. ?Qu¨¦ tiene este m¨¢ster que todo lo paga? Es un tesoro. Una vez que hemos aprendido que mejorar nuestra vida sexual mejora nuestra vida en general, imaginen que aprenden a proporcionar el mayor de los placeres en la cama. A d¨ªa de hoy, el sexo oral es lo que m¨¢s apetece a ambos sexos. La m¨¢xima calificaci¨®n del m¨¢ster establece un alumnado brillante con un profesorado magn¨ªfico.
El deseo determina el sexo que tengamos. Si pudi¨¦ramos inocul¨¢rnoslo de alg¨²n modo, nuestra vida personal mejorar¨ªa notablemente. La l¨¢stima es que no pueda administrarse de forma oral. Si los m¨¦dicos pudieran recetar pildoritas del deseo, muchos de los problemas sexuales se arreglar¨ªan. Sin embargo, el deseo no se produce por la administraci¨®n de ning¨²n f¨¢rmaco y en su aparici¨®n entran factores absolutamente al margen de las meras cuestiones f¨ªsicas: que se lo digan a todos y cada uno de los que triunfan por ser follamentes de libro. Desear es la clave. A m¨¢s ganas de sexo, m¨¢s posibilidades de tenerlo. Y como se produzcan esas ganas es irrelevante para el resultado. Saber que vas a tener un buen sexo oral es algo m¨¢s que un acicate: es la receta perfecta. Cualquiera sabe lo que supone para su vida personal dominar y recibir el noble arte del sexo oral en todos y cada uno de sus significados.
Reconozco que las personas que m¨¢s cachonda me han puesto han sido las que directamente han ido al grano: "Voy a com¨¦rtelo hasta que te corras".?
Reconozco tambi¨¦n haberme puesto cachonda con el relato de aquella n¨¢usea, un gesto reflejo provocada por tragarla hasta el fondo. Nac¨ª con ¨²vula b¨ªfida y con ella me qued¨¦. Como Linda Lovelace siga siendo un mito, tengo asegurada la matr¨ªcula en el m¨¢ster. Gracias al m¨¢ster en chuparla, adivino en el primer polvo si repetiremos.
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