La frontera como s¨ªntoma
El virus favorito de Donald Trump se extiende por todo el planeta
La frontera es el s¨ªntoma furioso de este momento en que los l¨ªmites del espacio y del tiempo se han desdibujado. El espacio vencido por la instantaneidad de Internet, el tiempo como el presente continuo de la conexi¨®n permanente. La frontera en todas partes, multiplic¨¢ndose, como el virus de una enfermedad letal. La ¡°l¨ªnea roja¡± para Siria es el ejemplo de una frontera que se vende como virtuosa, pero que sirve para reforzar las fronteras que a EE?UU y las potencias europeas les interesan marcar para disputar recursos e influencias. Por lo menos, cabe hacer la pregunta al rev¨¦s: si no es con armas qu¨ªmicas, ?a cu¨¢ntos civiles puede matar el dictador sirio, Bachar el Asad, apoyado por la Rusia de Vlad¨ªmir Putin, sin herir los sentimientos de los l¨ªderes americanos y europeos?
En Duma se estima que murieron 40 personas. No hay una cifra fiable de cu¨¢ntos civiles han ca¨ªdo por armas qu¨ªmicas durante siete a?os de guerra. Pero se calcula que el n¨²mero total de v¨ªctimas es de medio mill¨®n, la mayor¨ªa exterminadas por otros tipos de armas. ?Acaso Donald Trump, un presidente cuyo aprecio por los derechos humanos est¨¢ bajo sospecha, cree que la mayor¨ªa de estos adultos y ni?os murieron de manera m¨¢s humanitaria? Los europeos, ?cu¨¢n capaces fueron de acoger a cinco millones de refugiados sin que los embargara la xenofobia de fronteras, que empieza en las barreras internas de su cuerpo y se expande hacia la concreci¨®n de los muros y los guardias?
Mientras tuitea su horror por la muerte de civiles sirios, Trump sigue pregonando la construcci¨®n de un ¡°muro grande, gordo y bonito¡± en la frontera con M¨¦xico. Ser¨ªa una buena noticia si solo fuera una aberraci¨®n elegida por los americanos. Pero Trump, el constructor de barreras, se expande por el planeta transform¨¢ndose en la encarnaci¨®n de la expresi¨®n visual del mundo contempor¨¢neo.
En Latinoam¨¦rica, quienes hoy activan el virus de las fronteras son los venezolanos que huyen de la dictadura de Nicol¨¢s Maduro. En la divisoria con Brasil sustituyen a los haitianos como nuevos ¡°indeseables¡±. La semana pasada, la gobernadora del Estado de Roraima, Suely Campos, demand¨® al Supremo Tribunal Federal que se cerrara ¡°temporalmente¡± la frontera. Por lo menos 50.000 venezolanos habr¨ªan entrado ya en Brasil por Roraima, en el extremo norte. La justificaci¨®n de la gobernadora es ¡°humanitaria¡±: el Estado no consigue atender las necesidades de los venezolanos hambrientos y enfermos. Habr¨ªa que crear, seg¨²n la gobernadora, ¡°una barrera sanitaria¡±. Una iniciativa como m¨ªnimo curiosa para una clase dirigente blanca que lleg¨® al Estado solo unas d¨¦cadas atr¨¢s y que, desde entonces, lucha para expulsar a los ind¨ªgenas del territorio que ocupan desde hace milenios. En la regi¨®n, como en gran parte de Brasil, las ¨¦lites locales consideran a los ind¨ªgenas una especie de extranjeros nativos.
Uno de los factores que contribuy¨® a la revuelta que precedi¨® a la guerra en Siria fue una sequ¨ªa extrema que aument¨® el precio de los alimentos y provoc¨® la migraci¨®n a las ciudades. Cada vez m¨¢s, el planeta se ver¨¢ trastornado por fen¨®menos clim¨¢ticos, que pondr¨¢n hordas de humanos en movimiento en busca de vida. Ante ellos, la tendencia de este mundo es erguir barreras, haciendo que el mapa global parezca una maqueta de urbanizaciones cerradas en una feria inmobiliaria. La frontera se ha mostrado la m¨¢s letal de las armas en el tejido org¨¢nico de lo real.
Traducci¨®n de Meritxell Almarza.?
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