Premios
Desde que el mundo es mundo el poder ha tratado de halagar a los artistas para que ¨¦stos se consideren parte de ¨¦l y as¨ª disminuya su actitud cr¨ªtica
Coincido con F¨¦lix Cuadrado Lomas, el pintor vallisoletano que acaba de rechazar el Premio de las Artes de Castilla y Le¨®n por carecer de dotaci¨®n econ¨®mica, en que un premio sin dinero no es un premio. En lo que no coincido con ¨¦l es en que rechace el suyo por eso y no porque lo considere un premio pol¨ªtico, que es de lo que se trata al fin.
Desde que el mundo es mundo, el poder ha tratado de halagar a los artistas para que estos se consideren parte de ¨¦l y as¨ª disminuya su actitud cr¨ªtica, tan molesta para los gobernantes siempre. Revestido de reconocimiento, el premio que se les da es a la vez compasi¨®n y halago y constituye una forma de captaci¨®n de voluntades y simpat¨ªas que a largo plazo puede ser muy conveniente. Mejor tener al autor a favor que en contra, y para ello nada mejor que los premios, esas medallas que brillan como monedas en sus solapas y en sus curr¨ªculos hasta acabar deslumbrando a su portador. Aparte de lo que brillan las de verdad que a veces llevan aparejadas, salvo el del pobre Cuadrado Lomas, por lo que se ve. ?Qu¨¦ mala suerte, pues antes tambi¨¦n las ten¨ªa!
Solo desde esa intenci¨®n se explica que se den tantos premios en un pa¨ªs en el que, a la vez, se reduce continuamente el presupuesto en cultura y en el que tan generosamente se la desprecia. Desde el Estado hasta el ¨²ltimo Ayuntamiento, pasando por las autonom¨ªas y las provincias, todos conceden sus premios, y lo dif¨ªcil es esquivarlos si uno no quiere recibirlos. La negativa a aceptarlos est¨¢, adem¨¢s, muy mal vista no solo por quienes los dan, que se entiende, sino por quienes aspiran a recibirlos y por quienes los atesoran ya, pues les hace sentirse inc¨®modos. Pese a lo cual, quien m¨¢s, quien menos, aspira a ellos e incluso los exige como Cela, como si un premio fuera debido y no una daci¨®n graciosa por parte del que los concede. Prueba de que no es as¨ª.
En Las galas del difunto, de Valle-Incl¨¢n, un soldado veterano que volv¨ªa de la guerra cargado de medallas le ofrec¨ªa a una prostituta cambiarle toda esa chatarra por una noche con ella, y otro gallego, el peculiar Julio Camba, afirm¨® que todas las pompas son f¨²nebres. Uno tiene la impresi¨®n de que la vanidad anula el entendimiento o de que en Espa?a nadie los ha le¨ªdo, pues casi todos los escritores y los artistas se pegan por conseguir honores y premios en lugar de seguir el ejemplo del soldado valleinclanesco, como acaba de hacer el pintor Cuadrado Lomas, eso s¨ª, al enterarse de que el suyo era chatarra vac¨ªa.
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