Autoritarismo por defecto
Espa?a vive una crisis excepcional. Y no hay en la escena una propuesta pol¨ªtica para superarla
Contrastes: Emmanuel Macron est¨¢ desplegando una ofensiva para consolidar su proyecto pol¨ªtico en Francia y en Europa. En Espa?a, sin embargo, la pol¨ªtica est¨¢ de vacaciones. Hoy la agenda la marca el poder judicial. Y el Gobierno de Mariano Rajoy, que en el caso catal¨¢n lo ha apostado todo a los jueces, cada vez tiene menos voz propia: por un lado, se limita a acompa?ar la acci¨®n de la justicia y, por el otro, vive en la m¨¢s estricta politiquer¨ªa. El criterio principal de sus decisiones (v¨¦ase el caso Cifuentes) es si benefician o perjudican a Ciudadanos. En un combate limitado, porque saben que gane quien gane la otra parte est¨¢ condenada a echarle una mano.
Espa?a vive una crisis excepcional. Y no hay en la escena una propuesta pol¨ªtica para superarla. La acci¨®n de gobierno ha sido sustituida por la apelaci¨®n a la fortaleza del Estado. Y as¨ª el Gobierno espa?ol, en fase menguante (?qui¨¦n iba a imaginar que el soberanismo catal¨¢n se llevar¨ªa por delante al PP despu¨¦s de a?os retroaliment¨¢ndose?), encerrado en su desconcierto, ha perdido voz y presencia en Europa, donde el relato independentista gana terreno ante la incomprensi¨®n que genera la incapacidad de Rajoy para resolver este problema pol¨ªticamente.
Es interesante recordar que Rajoy (el del sentido com¨²n como horizonte supremo y el nunca pasa nada como principio vital) lleg¨® al poder con una radical propuesta de restauraci¨®n conservadora, forjada en la calle, en las campa?as contra el estatuto catal¨¢n y en las manifestaciones, jaleadas por la Iglesia cat¨®lica, contra la ampliaci¨®n de derechos individuales de la ¨¦poca del socialista Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero. Cuando a llegar al poder sus arietes Alberto Ruiz Gallard¨®n y Jos¨¦ Ignacio Wert se lanzaron a hacer efectivo el proyecto, Rajoy, agobiado por la crisis econ¨®mica que hab¨ªa sido la tumba del PSOE y por la imposibilidad de cumplir sus promesas populistas de campa?a, comprendi¨® ¡ªespecialmente con el rechazo a su proyecto de ley del aborto¡ª que las preocupaciones de la gente eran otras y que el pa¨ªs estaba mucho m¨¢s avanzando en materia de moral y costumbres que los suyos. Y lo pagaron sus ministros estrella. Desde entonces, siempre ha ido remolque: de las exigencias alemanas en materia de austeridad y de la realidad, a la espera de que los nubarrones que ven¨ªan de Catalu?a desaparecieran solos.
Tuvo cinco a?os para verlas venir: ni una propuesta pol¨ªtica. Del autoritarismo de la fallida restauraci¨®n reaccionaria al traspaso de responsabilidades a la justicia, en una especie de autoritarismo por defecto, que cierra el horizonte de una salida pol¨ªtica al conflicto catal¨¢n.
Probablemente Rajoy lo pagar¨¢. Un Gobierno que no hace pol¨ªtica es un mal negocio. Tarde o temprano alguien tendr¨¢ que hacerla. Porque el problema catal¨¢n solo puede resolverse pol¨ªticamente, salvo que se opte por vivir en el fango y salir del mundo.
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