Finalmente te marchas, ETA. No te echar¨¦ de menos
La organizaci¨®n terrorista ha servido para muchas cosas. Ninguna buena.
Anuncias, ETA, que te disuelves el primer fin de semana de mayo en un acto que realizar¨¢s en Francia. Supongo que te habr¨¢ decepcionado ver que tus palabras han pasado casi desapercibidas y que ya no abres informativos ni ocupas portadas. Y espera que esto no es nada. Hay gente que ya est¨¢ viva y es capaz de hablar y pensar por s¨ª misma que apenas sabe nada de ti, ni le importas nada. No te preocupes, es lo que sucede cuando te mueres. Alguien que durante tantos a?os ha estado llevando a otros la muerte no deber¨ªa sorprenderse. Para ti hace tiempo que ya comenz¨® el olvido.
Y, sin embargo, debo reconocer que has formado parte de mi vida. Est¨¢s presente en mis recuerdos de infancia, juventud y vida adulta. Participaste de mis veranos. Recuerdo perfectamente el calor y las ganas de comer viniendo de la piscina mientras la radio en la cocina informaba un d¨ªa tras otro de que hab¨ªas matado ahora un guardia, ahora un militar, ahora un polic¨ªa. Mi madre jam¨¢s apag¨® la radio para que no escuch¨¢ramos aquello. Eran otros tiempos y los progenitores no pretend¨ªan esconder la vida ¡ªy la muerte¡ª a sus hijos. Ahora cambiamos de canal no vaya a ser que los ni?os se traumaticen. Tal vez por eso antes quer¨ªamos desde peque?os ser periodistas y ahora aspiran a probadores de videojuegos.
Entraste retumbando en mi clase de 7? de EGB una ma?ana de mayo cuando asesinaste a tres personas, Antonio Tevar, Antonio Noguera y Manuel Ruiz Taboada. Y casi lo logras con Joaqu¨ªn Valenzuela. Todav¨ªa recuerdo el momento en que temblaron los cristales y la clase qued¨® en silencio.
Me acompa?aste en COU una fr¨ªa ma?ana de 1986. Entonces esperaba en casa a un compa?ero para ir a clase. Mataste a cinco personas: Juan Carlos Gonz¨¢lez Rentero, Juan Mateo Pulido, Juan Cat¨®n V¨¢zquez, Vicente Javier Dom¨ªnguez Gonz¨¢lez y Alberto Amancio Alonso G¨®mez. De nuevo los cristales temblaron, aunque menos.
Estudi¨¦ la carrera en un lugar que tu consideras tu feudo pero donde entonces no ten¨ªas el poder de la calle. Nada m¨¢s llegar mataste en Hipercor, pero a esas noticias ya estaba acostumbrado. Crec¨ª con ellas. Lo que no conoc¨ªa era tu cara social. Las calles separadas, los grupos separados, las fiestas separadas. Se pod¨ªa vivir de espaldas a ti siempre que no fueras al bar equivocado. ¡°Si entras ah¨ª te revientan¡±, le advirtieron una vez a un compa?ero con acento andaluz. Lo de Alsasua no es nuevo.
Pasaron los a?os, segu¨ª viviendo y t¨² tambi¨¦n. La primera vez que me manifest¨¦ fue cuando t¨² asesinaste a Miguel ?ngel Blanco. Una ma?ana de 2000, cubriendo un conflicto armado, me enter¨¦ de que hab¨ªas asesinado a un familiar de un buen amigo y a otras dos personas. Jos¨¦ Francisco Querol, Jes¨²s Escudero y Armando Medina. Al final la guerra siempre estuvo en casa.
Dicen que no has servido para nada. No estoy de acuerdo. Has servido para amordazar, obligar a mirar hacia otro lado, hacer callar, acobardar, hacer sufrir, indignar, dividir, despreciar, insultar, difamar, desunir... Te has apropiado de una lengua inmemorial y lo intentaste con las cadenas navarras milenarias.
Por fin, ETA, te vas de mi vida. No te echar¨¦ de menos.
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