Los reyes de la basura
El ser humano tiene una devastadora capacidad de destruir el planeta con residuos, pero ahora contamina tambi¨¦n hasta los lugares m¨¢s remotos.
LEYENDO 'SAPIENS', de Yuval Noah Harari, queda claro que uno de los trazos m¨¢s distintivos de los seres humanos es nuestra habilidad para el exterminio: llevamos miles de a?os borrando animales del planeta con una eficiencia estremecedora. Pero yo creo que hay otra caracter¨ªstica tan definitoria o m¨¢s de nuestra especie: la incesante producci¨®n de basura de todo tipo. Somos animales acaparadores, negligentes e irremediablemente guarros.
En las ¨²ltimas semanas han coincidido varias noticias aterradoras sobre esta tendencia nuestra a ir ?dejando una larga estela de desperdicios. De la m¨¢s triste ya se hizo eco Manuel Rivas en su art¨ªculo hace una semana: me refiero a ese joven cachalote que muri¨® tras ingerir 29 kilos de pl¨¢stico. Los oc¨¦anos son un vertedero; cada a?o acaban en el mar ocho millones de toneladas de pl¨¢stico, lo que equivale al peso de m¨¢s de 14.000 aviones Airbus de los grandes. Se ha calculado que para 2050 habr¨¢ en el agua m¨¢s toneladas de pl¨¢stico que de peces. Si tenemos en cuenta que una botella de ese material tarda unos 500 a?os en descomponerse, tenemos un futuro pavoroso. Ya hay en los oc¨¦anos al menos seis enormes islas de pl¨¢stico; descubrieron la ¨²ltima el pasado septiembre frente a las costas de Chile, y es cuatro veces m¨¢s grande que Espa?a.
El problema no se limita al pl¨¢stico, ni much¨ªsimo menos. El verdadero problema somos nosotros. All¨¢ donde vamos, ensuciamos y contaminamos
Pero el problema no se limita al pl¨¢stico, ni much¨ªsimo menos. El verdadero problema somos nosotros. All¨¢ donde vamos, ensuciamos y contaminamos. Tambi¨¦n se habl¨® en estos d¨ªas del Everest y de las porquer¨ªas acumuladas all¨¢ arriba. Es el punto m¨¢s alto de la Tierra (8.848 metros), un ecosistema fr¨¢gil de perpetua blancura, apenas sin ox¨ªgeno y dif¨ªcilmente alcanzable, y aun as¨ª se calcula que nos las hemos apa?ado para depositar ah¨ª arribota unas 80 toneladas de residuos: botellas vac¨ªas de ox¨ªgeno, bater¨ªas, latas y envases de comida, guantes, tiendas de campa?a, medicinas, cuerdas y todo tipo de morralla. El Gobierno nepal¨ª acaba de lanzar una campa?a desesperada para intentar limpiar la monta?a bajando las inmundicias por medio de sherpas; pero el Collado Sur, el punto en donde se pasa la ¨²ltima noche antes del asalto a la cima, es un basurero pr¨¢cticamente imposible de sanear: se encuentra a 7.980 metros de altura y sacar de all¨ª una peque?a lata oxidada puede costarle la vida al limpiador.
Por ¨²ltimo, hemos estado varias semanas pendientes de la ca¨ªda descontrolada de la estaci¨®n espacial china, con cierto alarmismo en las noticias por si nos atizaba en la cabeza; por fin, el 2 de abril se desintegr¨® al entrar en la atm¨®sfera, y los fragmentos restantes se hundieron en el Pac¨ªfico (m¨¢s cochinadas para los peces). Poco despu¨¦s vi por casualidad en los informativos de Antena 3 una imagen de la Tierra rodeada por la basura espacial. Se trata de una web llamada Stuff in Space (cosas en el espacio) que cre¨® en 2015 un estudiante de ingenier¨ªa de la Universidad de Texas, James Yoder, que por entonces ten¨ªa 18 a?os. La web, espeluznante, permite ver en tiempo real todos los desperdicios que orbitan nuestro planeta: restos de cohetes y de sat¨¦lites, sobre todo. La imagen es chocante: los detritus forman una especie de velo tupido, una asfixiante telara?a que nos envuelve. Seg¨²n la NASA, hay 500.000 objetos entre 1 y 10 cent¨ªmetros de tama?o orbitando la Tierra; los desechos de m¨¢s de 10 cent¨ªmetros, algunos tan grandes como una estaci¨®n espacial, son aproximadamente 21.000. Ese tumulto de residuos gira alrededor de nosotros a toda pastilla (algunos objetos van a 27.000 kil¨®metros por hora) y es un riesgo creciente para los sat¨¦lites en funcionamiento y para cualquier misi¨®n espacial.
As¨ª que ya lo ven: no s¨®lo llenamos a reventar nuestras casas con mil chirimbolos innecesarios, no s¨®lo abarrotamos de porquer¨ªas las ciudades y los campos, sino que hemos conseguido llegar a lo imposible, a lo inalcanzable. Ni la pureza de las m¨¢s altas monta?as, ni la enormidad del oc¨¦ano, ni ya, horror de horrores, la estratosfera pueden librarse de nuestro influjo nefasto. Verg¨¹enza me da imaginar lo que pensar¨ªa un alien¨ªgena al ver el anillo de mierda que nos rodea. ?Qui¨¦n habl¨® de los reyes de la creaci¨®n? Somos los reyes, s¨ª, pero de la basura
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