¡°No pido el boicot a las marcas, sino un consumo responsable¡±
La tragedia del Rana Plaza en Banglad¨¦s puso el foco hace cinco a?os en c¨®mo la ropa barata condena a la miseria a los trabajadores. La sindicalista Kalpona Akter recorre Europa para exigir el compromiso de Gobiernos, marcas y consumidores
A Kalpona Akter (Chandpur, Banglad¨¦s, 1976) todav¨ªa le duelen los nudillos. A los 12 a?os comenz¨® a trabajar en una cadena de producci¨®n de gabardinas, camisas y cinturones. Su cometido era recortar los hilos sobrantes de las prendas y lo hac¨ªa durante 16 horas al d¨ªa, 400 horas al mes, por un sueldo que no superaba los seis d¨®lares y tan solo con la ayuda de una peque?a tijera. Las patadas eran habituales, al igual que las amenazas de despido y los retrasos en el sueldo ante al m¨¢s m¨ªnimo fallo. De ella depend¨ªan un padre enfermo, su madre y seis hermanos menores. ¡°Est¨¢bamos condenados a la miseria¡±. Hoy camina por Bilbao dentro de una gira que le llevar¨¢ al Parlamento Europeo para recordar en el quinto aniversario del colapso del Rana Plaza que la industria textil sigue sentenciando a vivir casi en la indigencia a miles de sus trabajadores. ¡°Y el cambio pasa por todos: fabricantes, marcas y consumidores¡±.
Akter conoci¨® sus derechos a los 16 a?os. ¡°Convocaron una huelga para exigir el pago del sueldo sin m¨¢s retrasos, yo nunca hab¨ªa pensado que fuera posible quejarse¡±. 1.500 trabajadores pararon. Ella port¨® la pancarta. Al d¨ªa siguiente cobraron un adelanto, pero 23 trabajadores fueron despedidos. Descubri¨® el poder de la unidad entre el proletariado y lo vio claro: comenz¨® a recoger apoyos para crear un enlace sindical dentro de su propia f¨¢brica. Necesitaba el 30% de las firmas y en dos a?os consigui¨® el 98%. De todos modos, las autoridades denegaron su solicitud. ¡°La industria cuenta con el apoyo del Gobierno. Tras el intento llegaron las amenazas dentro y fuera de la f¨¢brica, mi despido y la inclusi¨®n en una lista negra¡±. Ten¨ªa 18 a?os y sus contratos se redujeron a d¨ªas sueltos. ¡°Estaba marcada por alborotadora¡±. Despu¨¦s, el Gobierno llegar¨ªa a denominarla ¡°enemiga de la naci¨®n¡±.
Las horas invertidas en conseguir el apoyo de sus compa?eras les sirvieron para que le contrataran como formadora en una organizaci¨®n. ¡°Durante dos a?os, visit¨¦ casa por casa a mis compa?eras. Quer¨ªan que siguiera habl¨¢ndoles de sus derechos¡±. Y as¨ª surgi¨® la l¨ªder sindical que ahora dirige el Bangladesh Center for Worker Solidarity (Centro para la Solidaridad de los Trabajadores). En 2016 recibi¨® el Premio Alison Des Forges de Human Rights Watch por su trabajo. A las molestias en las manos, en este tiempo tambi¨¦n se le ha unido el dolor por la muerte de un compa?ero asesinado en el camino, Aminul Islam, y las humillaciones sufridas a su paso por prisi¨®n acusada de cuatro cargos ¡°injustos¡±. Tan solo permaneci¨® un mes en la c¨¢rcel, pero tuvo que estar localizada los cuatro a?os siguientes hasta quedar absuelta sin cargos.
Este 24 de abril se cumplen cinco a?os del mayor desastre sufrido en Banglad¨¦s por el incendio del Rana Plaza, donde murieron 1.200 trabajadores y 2.000 quedaron heridos. Entre los restos, se encontraron etiquetas de las grandes multinacionales de la ropa y la lucha de organizaciones como la que lidera Akter se visibiliz¨® en el mundo. Este a?o quiere vivir el aniversario en el Parlamento Europeo para pedir una normativa vinculante de la industria europea que exija conocer d¨®nde y en qu¨¦ condiciones realizan las prendas la cadena de proveedores de las marcas. Tambi¨¦n quiere reeditar el Acuerdo Bangladesh, que, a ra¨ªz del incidente, arranc¨® el compromiso de las marcas del sector por la seguridad. Y que en esta nueva reedici¨®n se comprometan tambi¨¦n a asegurar sueldos dignos.
Del trabajo de Akter ya no solo depende su familia, sino los cuatro millones de trabajadores del sector en Banglad¨¦s, la mayor¨ªa mujeres
Del trabajo de Akter ya no solo depende su familia, sino los cuatro millones de trabajadores del sector en Banglad¨¦s, la mayor¨ªa mujeres. En 2016 no hubo ning¨²n accidente mortal en las 4.000 f¨¢bricas que operan en su pa¨ªs. ¡°Se ha mejorado el entorno, se trabaja en condiciones m¨¢s seguras, pero queda pendiente garantizar sueldos que ayuden a salir de la pobreza¡±. Y con esta petici¨®n camina, a sus 46 a?os y con el apoyo de organizaciones de todo el mundo.
As¨ª lo explic¨® en diferentes auditorios de Bilbao, Vitoria y San Sebasti¨¢n durante tres d¨ªas consecutivos a comienzos de abril, invitada por la Federaci¨®n Setem-Hego Haizea, coordinadora en Espa?a de la Campa?a Internacional Ropa Limpia, que da apoyo a 200 organizaciones locales de los principales pa¨ªses productores del sector.
¡°No pido el boicot a las marcas, sino un consumo responsable. La ropa barata frena nuestras vidas. Apuesten por buenas marcas, por buenas prendas, que son las que garantizan el reparto de beneficios a los trabajadores¡±. Ya no habla solo de su pa¨ªs, sino de todos los que proveen de servicios a uno de los grandes sectores de la econom¨ªa mundial. Y cita M¨¦xico, Guatemala, Vietnam¡
¡°Si gastas seis euros en un pantal¨®n, al trabajador solo le garantizas 30 c¨¦ntimos. Tu decisi¨®n puede condenar a la miseria a miles de familias y debes ser consciente¡±, insiste con un ingl¨¦s sencillo, directo y claro. Quiere un sueldo de 200 d¨®lares al mes para los trabajadores. Quiere que los consumidores europeos garanticen el cambio y que los Gobiernos lo exijan. Y para eso sale al encuentro de todos ellos a pasos peque?os y con los nudillos todav¨ªa endurecidos.
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