Por qu¨¦ llevar¨¢s estas sandalias incluso aunque no te gusten
Hablamos con Oliver Reichert, el hombre que ha convertido la firma bicentenaria Birkenstock en una incubadora de proyectos tan eficiente como su legendario y comod¨ªsimo calzado
¡°Cuando ten¨ªa 14 a?os calzaba una talla 46 y me costaba mucho encontrar zapatos. La ¨²nica excepci¨®n era Birkenstock. Siempre hab¨ªa un par de la 46 o la 47. Normal que la marca me gustara desde el primer d¨ªa¡±. El alem¨¢n Oliver Reichert recuerda as¨ª su primer contacto con una empresa, Birkenstock, cuyo destino est¨¢ ahora en su mano. Consejero delegado de la firma desde 2013, se encarga de coordinar el resurgir de este fabricante de calzado ergon¨®mico que lleva en el mercado desde siempre ¨Co, lo que es casi lo mismo, desde 1774¨C pero que hasta hace no mucho se vinculaba ¨²nicamente a un producto: sus c¨®modas sandalias.
¡°Tenemos una gran tradici¨®n, pero hay que tener cuidado para que esa tradici¨®n no mate la innovaci¨®n. Esto era un gigante dormido. Y lo estamos despertando poco a poco¡±. Ese proceso de puesta al d¨ªa pasa, por supuesto, por la autocr¨ªtica, pero tambi¨¦n por potenciar lo mejor de la firma. ¡°Con Birkenstock pasa algo particular. Lo esencial es la calidad y la funcionalidad del calzado. Son buenas para la salud. As¨ª que, aunque suene extra?o, podr¨ªas odiar las Birkenstock, pero adorar el producto. No es contradictorio. Es como una medicina: la tomas porque es buena para la salud, aunque el sabor no te guste. La ventaja es que nuestro producto, adem¨¢s de efectivo, es bonito. Y cada vez m¨¢s¡±.
Adem¨¢s de diversificar las colecciones de calzado, Reichert ha impulsado colaboraciones ¨Cla pr¨®xima, con Rick Owens¨C, una l¨ªnea de cosm¨¦tica natural e incluso una cama. S¨ª, ha o¨ªdo bien: una cama. ¡°Mientras haya calidad y funcionalidad, puede ser Birkenstock¡±.
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