Ahora es tiempo de verdad
Las 'fake news' se han convertido en deporte de moda. Se desprecia e ignora la autoridad de las pruebas
Nadie duda de que estamos viviendo una nueva crisis de la raz¨®n, un peligroso renacimiento. Nos enfrentamos hoy a populismos de distintos colores, a las irracionalidades del Brexit, a los mitos y misticismos nacionalistas, a los profetismos del America First. A?os antes de la primera Gran Guerra, hace mas de un siglo, Max Weber escribi¨® un famos¨ªsimo art¨ªculo titulado La ciencia como profesi¨®n, donde nos advirti¨® sobre los costes ¨Cintelectuales y pol¨ªticos¨C de la ¡°desmitificaci¨®n¡± y ¡°desacralizaci¨®n¡± causadas por el racionalismo moderno. El gran Melchor Cano y, cuatro siglos despu¨¦s, Max Weber advirtieron y lucharon contra un mal y un peligro permanente: la desintegraci¨®n del argumento y del debate racional.
Uno de esos costes es, sin duda, lo que hoy se llama posverdad, que no solo consiste en negar la verdad sino en ¡°falsearla¡±, incluso en negar su prevalencia sobre la mentira. Es cierto que, como se?al¨® el historiador de la ciencia Koyr¨¦, as¨ª es la condici¨®n humana: el hombre ¡°se ha enga?ado a s¨ª mismo y a los otros. Ha mentido por placer, por el placer de ejercer la sorprendente facultad de decir lo que no es y crear, gracias a sus palabras, un mundo del que es su ¨²nico responsable y autor¡±. Pero ahora ocurre algo m¨¢s grave: se niega la autoridad de la raz¨®n, y se niega sobre todo la autoridad de los hechos, dejando que imaginaciones o deseos prevalezcan sobre lo f¨¢ctico. Son las fake news de las que tanto habla el todav¨ªa presidente Trump y que tanto aplica como usuario compulsivo de las redes, donde se afirma como cierto lo que es falso.
La palabra ¨Cs¨®lida, veraz, reflexiva y profunda¨C es el pilar que sostiene el mundo y hace posible todo lo que hacemos. Quien da?a la palabra, destruye el mundo
Posverdad que se ha convertido en deporte de moda: enga?an los peri¨®dicos, los partidos pol¨ªticos, enga?an muchos dirigentes ante Parlamentos o jueces; enga?an organismos internacionales que debieran velar por la pureza de la informaci¨®n; se miente a los accionistas de las empresas que quiebran y a los depositantes de bancos que se hunden cuando el d¨ªa anterior se hab¨ªa afirmado que eran solventes. Se desprecia e ignora la autoridad de las pruebas, emp¨ªricas o hist¨®ricas, un m¨¦todo que ha proporcionado a Occidente los mayores progresos de la historia y ha servido para crear sociedades mucho m¨¢s justas. Se est¨¢n creando ¡°realidades¡± inexistentes (aquello que Plat¨®n plasm¨® en el mito de la caverna) y ¡°realidades¡± artificiales y artificiosas. Antonio Machado, con iron¨ªa e inteligencia, lo advirti¨®: ¡°Se miente m¨¢s de la cuenta por falta de fantas¨ªa: tambi¨¦n la verdad se inventa¡±.
Los medios de comunicaci¨®n serios e independientes se agotan (y desaparecen) y lo que ahora llamamos informaci¨®n ha dejado de ser un bien escaso para convertirse, con el apoyo de Internet y las diferentes redes sociales, en la materia prima del siglo XXI. Sin duda, est¨¢ cambiando nuestra forma de pensar, de vivir y de hacer, hasta el punto de que las organizaciones son cada vez m¨¢s sus relaciones, y eso las transforma en organizaciones sociables m¨¢s que en organizaciones que cumplen una funci¨®n social. Definitivamente, en pleno siglo XXI, los humanos, m¨¢s que aprender a dialogar, relacionarnos, conocernos e informarnos, nos conectamos...
Y no podemos olvidar que la palabra es el mayor bien que posee el hombre. La palabra, el concepto, es todo. La palabra ¨Cs¨®lida, veraz, reflexiva y profunda¨C es el pilar que sostiene el mundo y hace posible todo lo que hacemos. Todo. Quien da?a la palabra, destruye el mundo. Y la palabra, el lenguaje, como explic¨® Heidegger, tiene dos funciones muy distintas: una funci¨®n o valor instrumental ¨Ccomo medio para comunicarnos cosas¨C y otra funci¨®n o valor ontol¨®gico mucho m¨¢s radical: expresar nuestro ser profundo y nuestro estar en el mundo, con todas sus dudas, inquietudes y oscuridades. Y esta funci¨®n es absolutamente imprescindible y es la que explora el pensamiento. Esta ¨²ltima funci¨®n profunda est¨¢ siendo arrinconada, olvidada y da?ada por la superficialidad y falsedad de la avalancha de comunicaciones instrumentales que actualmente padecemos y a la que, entre todos, y pronto, habremos de poner remedio. Ahora, por nuestro bien, es tiempo de verdad.
?Juan Jos¨¦ Almagro es abogado y doctor en Ciencias del Trabajo.
?Juanjose.almagro@gmail.com
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