Templo de la extravagancia
La gala Met uni¨® religi¨®n y moda. Curiosa relaci¨®n, como la de Albert y Mariano
Este a?o, la explosi¨®n de humor y descaro en la gala Met fue visible desde el espacio exterior. Desde el cielo. Y es que esta vez, ven¨ªa acompa?ada de un socio celestial e hist¨®ricamente intenso: la Iglesia cat¨®lica. Una comuni¨®n casi tan curiosa como la de Mariano Rajoy y Albert Rivera.
La exposici¨®n del instituto de la moda del Met se llama Criaturas Celestiales. Andrew Bolton, comisario de la exposici¨®n, revel¨® que consiguieron del Vaticano el pr¨¦stamo de cuarenta piezas con una condici¨®n: que lo sagrado ¡ªsus piezas¡ª no se mezclara con lo profano, la colecci¨®n de arte medieval del museo.
Como Estados Unidos es una rep¨²blica laica, donde conviven muchos gustos, religiones y sectas, la exposici¨®n subraya que lo expuesto est¨¢ relacionado ¨²nicamente con la tradici¨®n cat¨®lica. As¨ª deja caer a esas otras religiones que han tenido poqu¨ªsima relaci¨®n con la moda. Estoy seguro de que Anna Wintour y Donatella Versace, monaguillas en esta misa, convencieron al Vaticano cuando les dijeron que sin ellos la moda pr¨¢cticamente no habr¨ªa existido.
Moda y religi¨®n tienen mucho de liturgia. Y de representaci¨®n. Y es muy probable que en su af¨¢n por modernizarse ¡ªy por travestirse de progresismo¡ª, el Vaticano, tras mucho rezar, haya avistado en esta exposici¨®n una manera de exhibirse y ganar un halo de diversidad mediante ese desfile de novicias, santas, v¨ªrgenes y monjas. Todo un cat¨¢logo de eternos modelos femeninos que la Iglesia cat¨®lica tiene en su cabeza y que por primera vez consigue reunir y sacar a la pasarela.
La mujer ha sido siempre ritualmente inferior, pero en la Gala del Met fue superlativa. Incluso una actriz lesbiana, Lena Waithe, llev¨® una capa con los colores del arco¨ªris, el emblema de la comunidad LGTB+, que es una de las comunidades con las que la Iglesia cat¨®lica mantiene una relaci¨®n dif¨ªcil. Como la de Mariano y Albert.
Madonna, la primera artista pop en explotar sus filias y fobias con lo cat¨®lico, result¨® la reina de la noche acompa?ada de JP Gaultier, con misal y rosario. Kim Kardashian ¡ªel cuerpo prototipo del siglo XXI¡ª aprovech¨® la ingenier¨ªa aeroespacial para convertirse en un icono dorado, entre el Oscar y lo bizantino. La cantante Zendaya fue Juana de Arco met¨¢lica; Frances McDormand, una pagana envuelta en barroco.
Celebramos la gran misa del mundo del espect¨¢culo, bendecida por el Vaticano. El gran urbi et orbi del papa Francisco en la escalera del Museo Metropolitano y sin levantarse de la silla de San Pedro. Para que esto no quede en una celebraci¨®n pasajera y terrenal, ya rezamos para que el pr¨®ximo paso sea ver mujeres sacerdotes o sacerdotas. Vestidas de Dior, de Mango o en la publicidad de H&M. Gracias a Dios.
Est¨¢ claro que si se tiene cabeza y se habla dos idiomas, los pactos y socios pueden dar grandes ¨¦xitos. No sucede lo mismo con Mariano Rajoy y Albert Rivera, que est¨¢n a punto del desgaste emocional. No quise ser agorero, pero desde el principio supe que esta pareja no iba a funcionar. Aunque tienen ese atractivo de la diferencia generacional ¡ªque gusta much¨ªsimo desde la Grecia antigua¡ª, siempre result¨® evidente que no exist¨ªa verdadero amor entre ellos. Inter¨¦s s¨ª.
Mariano llam¨® a Albert ¡°aprovechategui¡± delante de todo el mundo, porque Rivera no le secund¨® defendiendo el art¨ªculo 155 y puso en jaque los presupuestos. Mariano podr¨ªa aprender de los Museos Vaticanos y negociar, con paciencia y encanto, con Albert y los suyos que son como Anna Wintour y Donatella Versace, unas mosqueteras con bota alta que saben lo que quieren. Pero, claro, les pierde el apasionamiento juvenil, la impaciencia. Y el plazo corto, como una minifalda. Parecen no haber le¨ªdo bien a Santa Teresa de Jes¨²s, que dijo: ¡°La paciencia todo lo alcanza¡±.
Hemos tenido mucha paciencia con Eurovisi¨®n, que se ha vuelto una religi¨®n centroeuropea. Me encantan Amaia y Alfred y tambi¨¦n me encantar¨ªa que ganaran esta noche. Pero, si sucede, hay que tener en cuenta algo: los presupuestos. La televisi¨®n publica portuguesa se ha gastado m¨¢s de 20 millones en organizar el festival, que a su manera es un Vaticano de la canci¨®n. Si ganamos, ?qu¨¦ dir¨ªa Ciudadanos de un gasto similar? Mientras, es probable que el PP, en penitencia por la corrupci¨®n, se proponga un lifting como el del Vaticano, pero quiz¨¢s no disponga para su desfile de una escalera como la del Met.
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