Frankenstein
La vigencia del mito creado por Mary Shelley sigue intacta entre nosotros no s¨®lo en su perpetuaci¨®n literaria y art¨ªstica sino en lo que tiene de metaforizaci¨®n de la realidad
El 11 de marzo de 1818, es decir, este a?o hace dos siglos, se public¨® por primera vez Frankenstein o el moderno Prometeo, la novela que Mary Shelley escribi¨® en el llamado a?o sin verano, cuando el hemisferio Norte sufri¨® un extra?o y largu¨ªsimo invierno a causa de los efectos de la erupci¨®n del volc¨¢n indonesio Tambora. Refugiada junto a su marido, el tambi¨¦n escritor Percy Bysshe Shelley, en la villa de Lord Byron en Suiza, la rom¨¢ntica Mary Shelley respondi¨® al reto que su anfitri¨®n les lanz¨® a sus invitados, incluido su m¨¦dico personal, de escribir cada uno un relato de terror para entretener su obligada reclusi¨®n a causa del mal tiempo veraniego, dando para la posteridad una de las novelas m¨¢s terror¨ªficas del g¨¦nero, a la par que creaba en ella el considerado primer personaje de la ciencia ficci¨®n narrativa: ese monstruo hecho a partir de trozos de cad¨¢veres diseccionados en la sala de autopsias por un doctor empe?ado en crear vida cl¨ªnicamente y en realizar el sue?o de la inmortalidad.
El subt¨ªtulo de la novela de Mary Shelley, que se suele obviar: O el moderno Prometeo, enlaza al personaje de la ciencia ficci¨®n moderna con el mito de la dramaturgia cl¨¢sica, ese Prometeo de Esquilo inspirado en el tit¨¢n que se atrevi¨® a desafiar el poder de los dioses creando vida a partir de la arcilla. Como ¨¦l, el doctor Frankenstein lleva su sue?o a la perversi¨®n y, como el tit¨¢n castigado por su osad¨ªa por los dioses, sufre las consecuencias de su ambici¨®n, si bien el personaje de Mary Shelley lo ser¨¢ por su propia creaci¨®n, ese monstruo pat¨¦tico e incontrolable que se revuelve contra su creador neg¨¢ndose a obedecerlo y atentando finalmente contra ¨¦l. Toda una alegor¨ªa de la ambici¨®n de poder y el castigo que lleva impl¨ªcito cuando en su consecuci¨®n se traspasan todos los l¨ªmites ¨¦ticos a respetar.
El segundo centenario de Frankenstein est¨¢ pasando bastante desapercibido, en Espa?a al menos, pero la vigencia del mito creado por Mary Shelley sigue intacta entre nosotros no solo en su perpetuaci¨®n literaria y art¨ªstica, sino en lo que tiene de metaforizaci¨®n de la realidad, constantemente interpelada por los grandes mitos literarios en tanto que simbolizan los sue?os y las pasiones de esa humanidad errante que repite una y otra vez los mismos aciertos y errores desde sus or¨ªgenes por m¨¢s que cambien de apariencia. Decir que el monstruo de Frankenstein es ciencia ficci¨®n equivale a ignorar a todos esos personajes que desde Puigdemont a Trump han escapado al control de sus creadores y amenazan con destruirlos en su ceguera o en su egolatr¨ªa sin l¨ªmites, que les impide reconocerse en su condici¨®n mortal.
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