Quebrar la Generalitat

Contra lo que proclama el secesionismo, su objetivo no es recuperar las instituciones de autogobierno de Catalu?a. Al rev¨¦s. Su prop¨®sito es representar solo a una parte de la ciudadan¨ªa, la que sigue creyendo en la desobediencia, la ilegalidad y los hechos consumados. Lo que se traduce en un desprecio absoluto a las instituciones de la Generalitat, que deber¨ªan ser comunes y v¨¢lidas para todos.

As¨ª, el president electo, Quim Torra, asume su car¨¢cter interino, su escasa legitimidad, su dependencia de Carles Puigdemont: ?c¨®mo afirmar¨¢ su autoridad? As¨ª, ning¨²n soberanista chista cuando el anterior presidente fugado impone, sin competencias, un l¨ªmite de cinco meses al Govern si este no cosecha el resultado apetecido.

As¨ª, el Parlament externaliza y exporta sus tareas a organismos como una fatua asamblea de cargos electos; o un espacio libre de Europa y un Consejo de la Rep¨²blica ilegales y estrafalarios; o encomienda a las organizaciones de agitaci¨®n nada menos que un proceso constituyente.

Nunca se hab¨ªa quebrado tanto el prestigio institucional de la Generalitat. Quienes hoy la ocupan desprecian su sentido: representar a todos y gobernar para todos, no para unas minor¨ªas soliviantadas. Los de Quim Torra (ya solo el diminutivo lo disminuye) la dejan como un conjunto suspendido en el vac¨ªo, huero de legitimidad profunda como una caricatura prescindible.

La investidura dise?a adem¨¢s unos organismos d¨¦biles, una mayor¨ªa de gobierno sometida al albur de mil caprichos. La abstenci¨®n de la CUP no se traduce en un pacto de legislatura. La confusi¨®n de la Esquerra de Pere Aragon¨¦s entre la emoci¨®n republicanista y el imperativo legalista la ha atenazado en la par¨¢lisis.

Y la pretensi¨®n de ampliar las bases del independentismo ¡ªcon fatigosas campa?as disfrazadas de seducci¨®n¡ª han situado al grupo m¨¢s proclive a esos cantos de sirena, los comunes de Xavier Dom¨¦nech, en la ribera opuesta del secesionismo.

Todos esos reveses ¡ªa los que se suma alg¨²n indicio (aun d¨¦bil) de mayor sinton¨ªa en la oposici¨®n¡ª auguran una legislatura entre mediocre y catastr¨®fica, aunque habr¨¢ que esperar a las primeras se?ales del Govern en ciernes, y evitar tanto la par¨¢lisis como la precipitaci¨®n en la respuesta.

La posici¨®n del Gobierno de Mariano Rajoy, convocando a los principales l¨ªderes de la oposici¨®n, es una actuaci¨®n necesaria y bienvenida pues de ning¨²n modo pueden las fuerzas pol¨ªticas que defienden la Constituci¨®n dividirse ante la reemergencia del desaf¨ªo soberanista que representa Torra.

Pero la unidad de los constitucionalistas, adem¨¢s de visibilizarse, debe materalizarse en un compromiso firme e irrenunciable: el de marcar pol¨ªtica y administrativamente de forma f¨¦rrea todos y cada uno de los primeros pasos del nuevo Ejecutivo de Torra para evitar que la peligrosa ret¨®rica por este formulada adquiera el m¨¢s m¨ªnimo viso de realidad.

Corresponde a todos seguir asegurando, cada uno en el ¨¢mbito de sus competencias y de acuerdo con sus capacidades, que las instituciones del autogobierno no ser¨¢n empleadas para derogar el Estatut, que los derechos de los ciudadanos catalanes no ser¨¢n pisoteados y que Espa?a seguir¨¢ siendo un Estado de derecho donde nadie est¨¦ por encima de la ley.