Contra los rascacielos anodinos
Nadie olvida el nombre de torres como la Chrysler, que representaban a empresas, aunque hayan dejado de hacerlo. Con los nuevos rascacielos sucede lo contrario: muy pocos son memorables
Es dif¨ªcil recordar un detalle, uno, del dise?o del nuevo rascacielos neoyorquino 432 Park Avenue que, con 425 metros y 96 plantas ¨²tiles, disputa el r¨¦cord de altura al flamante One World Trade Center al sur de Manhattan. El edificio del uruguayo-americano Rafael Vi?oly se encuentra entre la calle 56 y la 57, pero despunta como una p¨¦rtiga sobre el fondo cercano de Central Park y su dise?o cartesiano ¡ªuna ret¨ªcula de hormig¨®n con ventanales de diez metros¡ª parece mejor pensado para sus inquilinos que para el resto de los ciudadanos. En ese gran poste habitable, se suceden los huecos de ventanas en una estructura externa de hormig¨®n visible desde casi cualquier rinc¨®n de la ciudad.
Adem¨¢s de haberse convertido, por su esbeltez o raquitismo en uno de los inmuebles m¨¢s visibles, el edificio resulta tambi¨¦n ¡ªjustamente por eso, por ser tan visible y disfrutar de vistas inigualables¡ª uno de los m¨¢s anodinos de la ciudad. Posee, sin embargo, otro r¨¦cord, el de ser el inmueble residencial m¨¢s alto del hemisferio occidental. Y su autor, el arquitecto Rafael Vi?oly, ¡ªque ya recibi¨® fuertes cr¨ªticas por un mastod¨®ntico rascacielos en la City londinense que fue bautizado consecutivamente como The toaster (el tostador) y el Walkie talkie¡ª lleg¨® a admitir, en un debate, que meti¨® la pata en el dise?o. Sin embargo, no tard¨® en corregir que se refer¨ªa a errores en el aprovechamiento del espacio: los gruesos marcos de las seis ventanas que permiten observar Manhattan desde los apartamentos roban demasiado espacio del interior.
As¨ª, a pesar de devorar la ciudad por cada una de sus ventanas, el dise?o del rascacielos, vamos a decir estilizado, de Vi?oly carece, por lo menos en la distancia, que es como se juzgan los rascacielos desde el punto de vista ciudadano, de relaci¨®n alguna con la ciudad. Eso se debe a la falta de dos elementos fundamentales en las torres: su remate superior, su coronaci¨®n ¡ªparece carecer de remate como si se tratara de una estructura que pudiera crecer eternamente¡ª y de lo contrario, de arranque o anclaje: la manera en la que llega al suelo y/o se relaciona con su contexto deja una huella irrelevante en la arquitectura.
Este hecho ¡ªla falta de principio y fin¡ª, sumado a su gran altura, confiere al rascacielos un aspecto a la vez desubicado, desproporcionado y adem¨¢s enigm¨¢tico me temo que en el peor sentido de la palabra. Uno se pregunta qu¨¦ hay detr¨¢s de un edificio as¨ª: qui¨¦n se siente representado por ¨¦l o a d¨®nde busca pertenecer. Si es que le preocupa lo m¨¢s m¨ªnimo. Ese es el problema, que el rascacielos de 432 Park Avenue no est¨¢ solo en la ciudad que tanto le gusta mirar. O puede que esa sea la cuesti¨®n: que no necesita mirarse a s¨ª mismo.
?Qu¨¦ est¨¢ pasando en las grandes ciudades del mundo? ?Por qu¨¦ los edificios que despuntan en Manhattan tienen un eco en las torres que est¨¢n construyendo el nuevo Chicago? ?Asistimos a una nueva versi¨®n del homogeneizador Estilo Internacional o es que las nuevas torres eligen como identidad el anonimato?
La carest¨ªa de los terrenos, las prisas por rentabilizar las inversiones y los avances en la ingenier¨ªa (la torre de Vi?oly puede ser atravesada por el viento y eso le confiere mayor anclaje estructural y mayor posibilidad de altura sobre menos superficie) hacen que cada vez sean m¨¢s los promotores y arquitectos dispuestos a construir en terrenos en los que antes no se hubiera pensado en levantar un rascacielos. No lejos del de Vi?oly, en la calle 57, lado Oeste, Shop Architects ha ideado una torre, con previsi¨®n de que mida 441 metros de altura, que se levantar¨¢ en un terreno de tan solo 13 metros de ancho.
Tambi¨¦n Norman Foster trabaja la extrema delgadez junto al m¨ªtico Seagram en Park Avenue pero, m¨¢s all¨¢ de producir la densificaci¨®n de la ciudad, y de multiplicar los precios de las viviendas, un ciudadano, como un visitante, se puede preguntar qu¨¦ aportan tan insignes arquitectos a la ciudad. A qui¨¦n o qu¨¦ representan. Si la construcci¨®n de la ciudad o una transformaci¨®n en la que la identidad ha pasado a ser irrelevante.
Uno de los ¨²ltimos rascacielos que trabaj¨® brillantemente la identidad en el sur de Manhattan fue la torre en Spruce Street que ide¨® Frank Gehry. Un rascacielos p¨®stumo de Zaha Hadid ha dado identidad a una zona reconvertida al norte de Mil¨¢n. Algo parecido sucedi¨® en Shangh¨¢i. La, en su momento tildada de postmoderna, torre Jin Mao proyectada por SOM hoy define el hermoso perfil que el barrio de Lujiazui proyecta sobre el r¨ªo Huangpu.
?Qu¨¦ necesita un rascacielos para no parecer mera especulaci¨®n inmobiliaria y colaborar en la construcci¨®n de una ciudad? Tal vez los arquitectos deber¨ªan plante¨¢rselo.
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