Seis viajes en busca de escenarios de novelas

Comala (Pedro P¨¢ramo / Juan Rulfo)

Comala existe. El pueblo fantasmal y solitario en el que Juan Rulfo sit¨²a su gran novela Pedro P¨¢ramo no es una quimera. Existe de verdad. Pertenece al peque?o estado mexicano de Colima. Solo que la Comala real no tiene nada que ver con ese desierto ¨¢spero de Rulfo ni con la soledad de unas casas hundidas bajo el peso de la hiedra capitana ni con ese pueblo ¡°que sabe a desdicha¡±, de la novela. La Comala de verdad es un vergel, una ciudad ordenada y alegre a apenas 10 kil¨®metros de la capital del Estado, rodeada de arroyos e inmensas arboledas sobre las que despuntan las gigantescas parotas, el ¨¢rbol emblem¨¢tico del M¨¦xico h¨²medo. Por si quieres visitarla, Comala est¨¢ a 200 kil¨®metros al sur de Guadalajara por la autopista Guadalajara-Colima. Desde la central camionera de ambas ciudades salen a diario muchos autobuses hasta Comala.

Escocia (Outlander / Diana Gabald¨®n)

Jamie Fraser ya no anda por all¨ª a caballo, vestido con su tart¨¢n. Ni Claire, la sassenach, vaga buscando c¨ªrculos de piedra que le permitan regresar a su tiempo. Pero la magia de los paisajes de las Tierras Altas escocesas sigue igual de rutilante como aparec¨ªa en la novela Outlander, de Diana Gabald¨®n. Las Highlands, la regi¨®n monta?osa que ocupa el extremo norte de Escocia, es uno de los territorios m¨¢s pintorescos y espectaculares de Europa. Una tierra verde, acu¨¢tica, desolada y misteriosa. Muy f¨¢cil de visitar en un coche de alquiler desde Glasgow o Edimburgo. O a pie por el West Highland Way, el gran sendero de las Highlands, que empieza en las afueras de Glasgow y termina en Fort William.

Ystad (saga Kurt Wallander, Henning Mankell)

Tres cuartos de hora en tren de cercan¨ªas desde Malm? ¡ªal sur de Suecia¡ª permiten plantarse en Ystad. El pueblo en el que el escritor sueco Henning Mankel situaba las aventuras y desventuras de su m¨¢s c¨¦lebre personaje, el inspector Kurt Wallander. Un tipo que bebe en exceso, tiene problemas sentimentales pero que finalmente resuelve complejos casos de la mejor novela negra. Ystad es una apacible ciudad de la regi¨®n de Escania con un centro de calles medievales peatonales, una plaza mayor llena de terrazas en verano, una torre de la iglesia exageradamente alta porque desde all¨ª vigilaban los suecos a los daneses por si volv¨ªan a invadirlos y un puerto desde donde salen barcos a Polonia. Lo bueno en este caso para mit¨®manos es que Mankell no invent¨® ning¨²n decorado para la acci¨®n policiaca. Se limit¨® a usar los elementos de su pueblo. As¨ª que nada m¨¢s llegar, te sientes como en casa... como en casa de Kurt Wallander, me refiero. Existe la calle Mariagatan, donde vive el inspector. Existe el hotel Continental, donde Kurt Wallander sol¨ªa ir a comer (el due?o del hotel tiene una mesa siempre reservada para ¨¦l con un cartel que as¨ª lo avisa). Y existen otros muchos elementos, como la florister¨ªa entre Pottmakaregr?nd y V?stra Vallgatan. La oficina de Turismo organiza rutas tem¨¢ticas siguiendo el hilo argumental de sus novelas.

Kioto (Memorias de una geisha / Arthur Golden)

En el barrio de Gion, uno de los m¨¢s genuinos y famosos de Kioto, hay m¨¢s turistas que geishas. Pero estas ¨²ltimas, haberlas, haylas a¨²n. Y se ven de vez en cuando caminando por las estrechas callejas de este barrio de casas de madera y planta baja que apenas hubo que modificar para ser usado en la adaptaci¨®n cinematogr¨¢fica de Memorias de una geisha, la novela de Arthur Golden. La trama del libro se desarrolla poco antes de la II Guerra Mundial, pero la historia de las geishas es casi tan antigua como la de Jap¨®n. Pese a la cantidad de turistas que hoy saturan sus calles, en Gion se siente como en pocos otros lugares ese mundo cerrado y aut¨¢rquico del Jap¨®n previo a la gran guerra, cuando las geishas ejerc¨ªan una misi¨®n importante en el complejo entramado social del pa¨ªs.

El Cairo (El callej¨®n de los milagros / Naguib Mafhuz)

El premio Nobel egipcio Naguib Mafhuz ambient¨® una de sus novelas m¨¢s famosas en el callej¨®n de Midaq, una decr¨¦pita calleja del centro de El Cairo, igual que los cientos de decr¨¦pitos callejones que a¨²n existen hoy en el Viejo Cairo. Una novela coral en la que personajes an¨®nimos ¡ªKamil, el vendedor de dulces; su amigo Abbas, el barbero; la bella y ambiciosa Hamida; Salim Alwan, el vendedor del bazar; Husniya, la panadera¡ª van desgranado el d¨ªa a d¨ªa de sus sue?os y miserias.

Si vas hoy a El Cairo y deambulas por el barrio de Khan el Khalili descubrir¨¢s cientos de callejones Midaq, tan costumbristas, decr¨¦pitos y llenos de vida como el de la novela. De hecho, Mafhuz sol¨ªa sentarse a escribir en el caf¨¦ Al Fishawi, en pleno zoco de Khan el Khalili, que localizar¨¢s f¨¢cilmente por la primera bocacalle que sale de la Plaza Al Hussein.

Mompox (Cien a?os de soledad / Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez)

Como todo el mundo sabe Macondo ¡ªel pueblo m¨¢gico de Cien a?os de soledad¡ª no existe. Aunque muchos han tratado de buscarlo en Aracataca, su ciudad natal, Macondo no est¨¢ en ning¨²n sitio, fue una invenci¨®n de Gabo basada supuestamente en muchos lugares reales que pudo conocer y en otros muchos que imagin¨®. Sin embargo, existe un lugar en Colombia que podr¨ªa ser Macondo. Un pueblo tan olvidado, caluroso y m¨¢gico como el que invent¨® Gabo. Se llama Mompox, es uno de los Pueblos Patrimonio de Colombia y la manera m¨¢s f¨¢cil y r¨¢pida de llegar a ¨¦l es remontando en lancha el r¨ªo Magdalena desde Cartagena de Indias durante seis horas. Cuando tras el largo viaje fluvial el visitante pone un pie en Mompox y lo ve as¨ª, calmo y silencioso, como una ci¨¦naga achatada por el calor?asfixiante del mediod¨ªa, cree que ha llegado a Macondo. Mompox fue uno de los puertos fluviales m¨¢s importantes del r¨ªo Magdalena durante la colonia. Pero cay¨® en el olvido y aqu¨ª sigue, abrasado por el calor del tr¨®pico, con las mismas calles y plazas, las mismas casas coloniales de barro y ca?abrava y las mismas iglesias barrocas que si el reloj se hubiera detenido en un soleado mediod¨ªa del siglo XVIII. La mujer de Gabo, Mercedes Barcha, estudi¨® de joven en Mompox (estuvo cuatro a?os interna en el colegio Sagrado Coraz¨®n), por lo que es l¨®gico pensar que ¨¦l escritor supiera de este pueblo caluroso y costumbrista. Mompox tambi¨¦n est¨¢ lejos de todo, fuera de cualquier ruta comercial, como Macondo. Y los momposinos se han ganado bien la vida haciendo filigranas de plata, como los pescaditos de oro del coronel Aureliano Buend¨ªa.