ETA: Caso abierto
Hace 50 a?os, ETA asesin¨® al guardia civil Jos¨¦ Antonio Pardines. Despu¨¦s llegar¨ªan 852 muertos m¨¢s. Y cerca de 3.000 heridos. La banda terrorista acaba de anunciar su disoluci¨®n, pero m¨¢s de 300 asesinatos est¨¢n a¨²n sin resolver. Son cr¨ªmenes cuyos autores materiales nunca han sido identificados. Y v¨ªctimas a las que jam¨¢s se ha hecho justicia. Esta es la historia de la lucha de familias afectadas, Guardia Civil, polic¨ªa y Audiencia Nacional contra la impunidad de los asesinos.
EL CURTIDO artificiero de la Guardia Civil que lleg¨® el 30 de julio de 2009 al rinc¨®n de Mallorca donde una bomba de ETA acababa de destrozar a Diego Salv¨¢ y Carlos S¨¢enz de Tejada logr¨® describir a duras penas el infierno en que se vio sumido: ¡°Siempre recordar¨¦ el olor a explosivo y carne humana quemada que te penetra hasta lo m¨¢s hondo de tu alma. Lo que quedaba del cuerpo de Diego estaba colgado de un ¨¢rbol. El otro compa?ero, Carlos, se encontraba a 10 metros, muy hinchado, le hab¨ªa reventado la onda expansiva. Una explosi¨®n no solo te mata, pierdes tu cuerpo de ser humano y te conviertes en trozos de carne sin forma¡±. Diego y Carlos no hab¨ªan cumplido 30 a?os.
Han pasado nueve desde aquella masacre. La ¨²ltima de la banda en Espa?a. Llueve sin piedad sobre la isla. Ha amanecido un d¨ªa triste. En el lugar del atentado, una calle sin apenas tr¨¢nsito en la localidad tur¨ªstica de Calvi¨¤, una placa recuerda a los dos guardias. All¨ª, absorto y empapado, Antonio Salv¨¢, padre de Diego, afirma que tiene grabado a fuego cada segundo de esa ma?ana. El ¨²ltimo abrazo. El atentado. Los rumores. La llamada de un amigo: ¡°Toni, ha sido Diego¡±. Desde entonces no ha parado de interrogarse. Una y otra vez. D¨ªa y noche. ?Cu¨¢ntos eran? ?Qui¨¦n puso la bomba? ?Qui¨¦n dio la orden? ?C¨®mo escaparon? ?D¨®nde est¨¢n? ?Qu¨¦ nos oculta el Gobierno? Un bucle que ya dura nueve a?os.
La Guardia Civil ha puesto la operaci¨®n damocles en marcha. Su objetivo, que ning¨²n asesinato de la banda terrorista quede impune
Preguntas sin respuesta. Nadie ha sido condenado por el doble crimen. Ni por el de los guardias Juli¨¢n Embid y Bonifacio Mart¨ªn, en 2003, en Sang¨¹esa (Navarra); ni por el del cabo Juan Carlos Beiro, en 2002, en la localidad navarra de Leitza. Ni por cientos de asesinatos llevados a cabo por ETA desde que el 7 de junio de 1968 acab¨® con la vida del guardia civil de Tr¨¢fico Jos¨¦ Antonio Pardines Arcay. Algo inaudito en una sociedad que no consiente un delito de sangre (amplificado por la televisi¨®n y las redes sociales) sin un inmediato sospechoso entre rejas. ¡°Nuestra lucha es por la verdad¡±, explica Antonio Salv¨¢. ¡°Para nosotros no ha llegado la paz. La bomba nos ha reventado tres veces: la primera, el d¨ªa del atentado; la segunda, cuando te brota un odio irreprimible. Pero es peor la tercera: el olvido. Cuando te hablan de borr¨®n y cuenta nueva es como si ETA matara de nuevo a nuestros muertos. Las v¨ªctimas necesitamos saber la verdad, no tantos homenajes. Exigimos que se cumpla la ley. Saber qui¨¦n los mat¨®. No deseo que les hagan lo que ellos me hicieron. Solo que vayan a la c¨¢rcel. Nunca me podr¨¢n devolver a mi hijo, pero al menos la herida empezar¨¢ a cicatrizar¡±.
¡°Vamos a llegar al fin del mundo hasta resolver el asesinato de Carlos y Diego¡±, asegura mirando a los ojos con dureza el teniente coronel Carlos de Miguel, jefe de la Unidad Central Especial 1 (UCE-1) de la Guardia Civil, dedicada a la batalla contra ETA. ¡°Tenemos la firme determinaci¨®n de seguir trabajando hasta el l¨ªmite de nuestras fuerzas para solucionar los cr¨ªmenes no resueltos¡±, recalca. Cuando viste de paisano (lo habitual entre los agentes del Servicio de Informaci¨®n en su an¨®nimo cuartel general a las afueras de Madrid), podr¨ªa pasar por profesor de una escuela de negocios; cuando se pone el uniforme, uno se topa con el fibroso oficial multicondecorado que dirige a cientos de investigadores en la lucha antiterrorista. Es el responsable de la Operaci¨®n Damocles. Tiene la orden de que ning¨²n asesinato de ETA quede impune. Aunque la banda se disuelva. Como explica el tambi¨¦n teniente coronel J. R., superasesor antiterrorista del ministro del Interior, ¡°aunque ETA termine no vamos a dejar de investigar. Puede desaparecer la marca, pero no los responsables de los atentados. Y que no olviden que las responsabilidades penales son individuales¡±.
De Miguel da cuenta del operativo Damocles: ¡°Aunque pasen 50 a?os el terrorista tiene la espada de la justicia sobre su cabeza. Y nuestra misi¨®n es que sea juzgado. Nosotros tenemos tambi¨¦n una espada sobre la cabeza: la del tiempo; la de las prescripciones. Por eso priorizamos la investigaci¨®n de los atentados con v¨ªctima mortal, y cuya prescripci¨®n no se haya cumplido, es decir, que su responsabilidad criminal no se haya extinguido por el transcurso del tiempo legalmente establecido [en delitos de terrorismo era, hasta 2010, de 20 a?os, y desde esa fecha, los atentados mortales no prescriben]. Es una carrera contra el tiempo. Porque el an¨¢lisis de un caso puede llevarte un a?o. Y no quiere decir que entonces pilles al asesino¡±.
En torno al jefe de la UCE-1, rodeados por una monta?a de informes de grafolog¨ªa, ac¨²stica, bal¨ªstica, qu¨ªmica, huellas y explosivos; de declaraciones de otros detenidos; muestras de adn; mapas y diagramas; informes de registros, escuchas telef¨®nicas e informaci¨®n llegada de Francia, toman asiento un teniente responsable de los analistas y un comandante a cargo de la elaboraci¨®n de inteligencia. Su identidad es confidencial. ¡°Del estudio de un asesinato te puede salir la identidad del asesino. Vas creando un modelo. Aplicas un m¨¦todo deductivo (vas de lo general, de la forma de actuar de la banda, a lo particular, al atentado que est¨¢s investigando) y otro inductivo (vas de lo particular a lo general, de un atentado con paquete bomba hasta un marco general que permita imputar a los autores intelectuales). Y unes cabos. Cuando hab¨ªa atentados a diario era dif¨ªcil dedicarse con la profundidad necesaria. Ahora, con ETA derrotada, es el momento de la explotaci¨®n del ¨¦xito¡±.
¡ª?C¨®mo resucitan esos casos?
¡ªHay dos formas. La primera es que la Audiencia Nacional reabra una causa archivada en su d¨ªa (y que normalmente est¨¦ al l¨ªmite de su prescripci¨®n) y te pida un informe sobre ese atentado, y empieces a investigar y buscar nuevas pruebas. La segunda es que cojas de oficio diligencias antiguas, te las estudies y veas de d¨®nde puedes ir tirando. Te topas con una nota, una carta, una prueba pericial, una declaraci¨®n que antes no hab¨ªas visto y hoy puedes relacionar y conectar con otros casos gracias a los programas inform¨¢ticos. Es un diagrama que va creciendo y a veces te conduce a un callej¨®n sin salida, pero, a veces, sacas petr¨®leo. Y pillas al que se te escap¨®.
¡ª?Por ejemplo¡?
¡ªHemos resuelto el atentado con explosivos contra Juan Jos¨¦ Aliste, que perdi¨® las piernas en 1995. Y el de Luciano Cortizo, que fue asesinado ese mismo a?o, y su hija gravemente herida; el del guardia Antonio Ramos, tiroteado en 1986, o una bomba colocada en la calle de Alcal¨¢ de Madrid, en 2005, que provoc¨® 50 heridos.
Miles de legajos polvorientos y olvidados. Con su as¨¦ptica descripci¨®n del atentado, las declaraciones de los testigos (siempre escasos en el Pa¨ªs Vasco), las sombr¨ªas fotos del lugar de los hechos, de los casquillos, de los efectos personales de la v¨ªctima; el esquema de los impactos en su cuerpo; la autopsia. Y el mec¨¢nico auto del juez que los archiv¨®. A veces, en d¨ªas. La mayor¨ªa en menos de un a?o. No hab¨ªa por d¨®nde tirar. Tampoco tiempo. Se trataba de asegurar lo que se ten¨ªa y prepararse para el siguiente ataque. Solo en 1980 ETA provoc¨® 89 muertos, 500 heridos graves y secuestr¨® a 22 personas. Muchos est¨¢n sin resolver. Son los cold cases, asuntos que vuelven a estar en la mesa de los investigadores, jueces y fiscales gracias a los nuevos m¨¦todos de criminal¨ªstica. Y del profundo conocimiento del enemigo.
Algo que han aprendido tras la tr¨¢gica experiencia de m¨¢s de 200 guardias y 150 polic¨ªas (y tambi¨¦n 14 servidores de la Justicia) asesinados por ETA. Lo explica el coronel Manuel S¨¢nchez Corb¨ª, durante 30 a?os pieza clave en la larga marcha contra la banda, hoy responsable de la Unidad Central Operativa (UCO) y autor (junto a la guardia civil Manuela Sim¨®n) de un enciclop¨¦dico tratado sobre la guerra contra la banda titulado Historia de un desaf¨ªo: ¡°Llegamos a conocerlos en profundidad, a saber c¨®mo y por qu¨¦ actuaban; pasamos de ir por detr¨¢s y ser cazados como conejos a adelantarnos a sus atentados. No se pod¨ªa tratar el terrorismo de ETA como una suma de hechos delictivos inconexos. Todo ten¨ªa una raz¨®n de ser. Y todo quedaba por escrito en sus autocr¨ªticas. Era una organizaci¨®n jerarquizada y estructurada, estable en el tiempo, con una ideolog¨ªa inalterable, una continuidad en sus componentes, zonas de actuaci¨®n fijas y que daba unas ¨®rdenes y consignas precisas a sus comandos y su entorno. Ha sido una guerra de informaci¨®n. De tes¨®n, continuidad y capacidad de interrelacionar datos. De conocer sus debilidades. Y eso no se entend¨ªa en los a?os setenta y ochenta. La clave del ¨¦xito fue ir a por la organizaci¨®n como un todo, no contra un terrorista concreto¡±.
Justo lo que no hizo el Estado hasta comienzos de los noventa. Para Baltasar Garz¨®n, juez en la Audiencia Nacional entre 1988 y 2012, el magistrado que revolucion¨® la instrucci¨®n de los asesinatos tratando a la banda como una organizaci¨®n de crimen organizado, ¡°depende de c¨®mo computes lo resuelto, si es desde un punto de vista policial, casi todo est¨¢ sabido; si es judicialmente, es cierto, el nivel condenatorio ha sido bajo. Y esos delitos pueden haber prescrito, pero a las v¨ªctimas se les debe la ¡®justicia restaurativa¡¯: tienen derecho a la verdad, a que aclaremos los hechos, a que conozcan la identidad de los perpetradores, a una reparaci¨®n simb¨®lica y a que tengan la convicci¨®n de que el Estado ha hecho todo lo posible por hacer justicia¡±.
¡°La lucha contra ETA ha sido una guerra de informaci¨®n, de tes¨®n, de conocer sus debilidades¡±, afirma el coronel Manuel Corb¨ª
?Cu¨¢ntos asesinatos de la banda forman parte de ese inquietante inventario de casos fr¨ªos que hoy se pretende desentra?ar?
La resistencia contra ETA ha tenido durante medio siglo nombre de mujer. Si al final del franquismo y durante la Transici¨®n fueron las viudas, humildes, desperdigadas, olvidadas e, incluso, despreciadas, las que sacaron adelante a sus familias y la memoria de sus muertos, en 1981, tres esposas de asesinados (Ana Mar¨ªa Vidal-Abarca, Sonsoles ?lvarez de Toledo e Isabel O¡¯Shea) crearon la Hermandad de Familiares de V¨ªctimas del Terrorismo. Hab¨ªan prendido la mecha. Despu¨¦s llegar¨ªan las hijas, las hermanas: Cristina Cuesta, Irene Villa, Consuelo Ord¨®?ez, Marimar Blanco, Maite Pagazaurtundua o Maite Araluce, s¨ªmbolos de la tenacidad de las mujeres contra ETA.
Tres de ellas, Pagazaurtundua, Cuesta y la abogada Carmen Ladr¨®n de Guevara, se reunieron en marzo de 2010, en Madrid, con el entonces presidente de la Audiencia Nacional, ?ngel Juanes. Portaban un informe que les quemaba las manos. En ese an¨¢lisis (realizado de forma artesanal y sin apoyo oficial), denunciaban ¡°que 349 asesinatos de ETA (de las 853 v¨ªctimas mortales computadas por el Ministerio del Interior) carec¨ªan de sentencia¡±, recuerda Ladr¨®n de Guevara, de la AVT. De ese c¨®mputo hab¨ªan dejado fuera a otras 75 v¨ªctimas mortales de ETA cuyas causas, anteriores a junio de 1977, hab¨ªan sido amnistiadas. Nadie hab¨ªa llevado a cabo nunca una investigaci¨®n similar. Poco a poco fueron puliendo la lista y llegaron a 311 v¨ªctimas. Lo explica Carmen Ladr¨®n de Guevera:
¡ª?Cu¨¢l fue la metodolog¨ªa del informe?
¡ª¡°Caso no resuelto¡± no es un concepto jur¨ªdico, es m¨¢s correcto hablar de ¡°asesinato sin sentencia de autor¡±. Es decir, no hay un autor material que haya sido condenado por ese atentado. Tenemos asesinato y asesinado, pero carecemos de asesino. En esa situaci¨®n est¨¢n, seg¨²n mi c¨¢lculo, 311 v¨ªctimas, sin contar con los casos que fueron amnistiados en 1977.
A¨²n hoy se carece de una cifra un¨¢nime de casos no resueltos. Depende, por un lado, de si se incluyen o no los cr¨ªmenes sin resolver pero que fueron amnistiados. Y por otro, de lo que se considera un caso juzgado. As¨ª, las cifras oscilan entre los 379 asesinatos que esgrime la asociaci¨®n Dignidad y Justicia, los 359 que ofrece Covite (Colectivo de V¨ªctimas del Terrorismo en el Pa¨ªs Vasco), los 224 que afirma la Audiencia Nacional y los 204 de un informe encargado en 2014 por el Gobierno vasco. En cualquier caso, demasiados muertos olvidados.
Aquel d¨ªa de 2010, en la Audiencia Nacional, ese grupo de mujeres irreductibles inici¨® su ofensiva contra el olvido. Justo en el momento en que ETA estaba a punto de abandonar las armas y se comenzaba a hablar del ¡°punto final¡±. Maite Pagaza, que era en 2010 presidenta de la Fundaci¨®n V¨ªctimas del Terrorismo y hoy eurodiputada, se constituy¨® en el motor de la investigaci¨®n. ¡°Llegu¨¦ a obsesionarme. Nadie se hab¨ªa acordado de los muertos de ETA. Durante m¨¢s de 40 a?os hubo familiares que no pudieron personarse en el proceso, jam¨¢s vieron el sumario e, incluso, ignoraron que se hab¨ªa celebrado un juicio y ten¨ªan derecho a una indemnizaci¨®n. Nosotras no pretend¨ªamos hacer un sesudo estudio jur¨ªdico, sino centrarnos en lo humano: en el derecho a la verdad que otorgan las Naciones Unidas a las v¨ªctimas. Nuestro criterio de b¨²squeda era ¡®v¨ªctimas sin juicio¡¯ o ¡®juicios sin autor material¡¯. Nos salieron 349. Y si inclu¨ªamos a los amnistiados, el ¨ªndice de impunidad superaba el 40%. Era un esc¨¢ndalo. Esa situaci¨®n no ayuda a acabar con el legado de ETA porque provoca la ilusi¨®n de que han sido omnipotentes. Y hoy est¨¢n de potes en la taberna del pueblo. En el Pa¨ªs Vasco ha habido un ecosistema del terror. Cada muerte se extend¨ªa por c¨ªrculos conc¨¦ntricos. En el primero estaba el perpetrador; y en los siguientes, los c¨®mplices, colaboradores, informantes, correos, recaudadores y simpatizantes. Centenares de personas a las que no se puede demostrar nada. Y que vitorean a los asesinos cuando vuelven a casa. Y est¨¢n volviendo¡±.
?ngel Juanes, presidente de la Audiencia Nacional, orden¨® verificar la cifra de casos no resueltos. Pero nadie sab¨ªa d¨®nde estaban los sumarios. A nadie se le hab¨ªa ocurrido durante 42 a?os reunir las causas de los asesinatos de ETA en un mismo espacio, con una codificaci¨®n propia y de f¨¢cil acceso para los investigadores. Sin un registro inform¨¢tico judicial hasta finales de los noventa (cuando se puso en marcha el sistema Minerva), esa documentaci¨®n procesal se encontraba dispersa entre los dos dep¨®sitos de la Audiencia Nacional, el Archivo General de la Administraci¨®n, distintos juzgados madrile?os y del Pa¨ªs Vasco (que desde 1977 se ten¨ªan que haber inhibido en favor de la Audiencia Nacional), y m¨²ltiples archivos militares. Una veintena de causas hab¨ªan sido expurgadas (eliminadas) o perdidas.
La persona encargada de localizar esos sumarios fue Carmen Alba, una funcionaria judicial y profesora de derecho procesal que dedic¨® a esa misi¨®n un a?o y medio. Ocho a?os m¨¢s tarde a¨²n se le llenan los ojos de l¨¢grimas cuando recuerda su peregrinaje por los laberintos de la Administraci¨®n explorando centenares de cajas de legajos que no hab¨ªan visto la luz en d¨¦cadas; se top¨® incluso con parte del sumario extraviado del atentado contra Carrero Blanco: ¡°Fueron momentos muy especiales¡, llegaba a hablar mentalmente con las v¨ªctimas. Cuando localizaba un sumario miraba al cielo y dec¨ªa ¡®?ya te tengo!¡¯. Y pensaba en las familias¡±.
¡°El problema es que en los libros de registro judiciales y en la portadilla de cada causa no constaba el nombre de la v¨ªctima. Era complicado saber a cu¨¢l de ellas correspond¨ªa cada sumario, contin¨²a Alba. ¡°La v¨ªctima no pintaba nada en el proceso. Su nombre no aparec¨ªa por ning¨²n lado. Hab¨ªa que identificar el n¨²mero de causa para llegar a su vez a su instrucci¨®n. Y despu¨¦s hab¨ªa que encontrarla f¨ªsicamente para conocer su estado procesal. Y digitalizarla. Conseguimos identificar todas¡±.
Seg¨²n el criterio de la Audiencia Nacional, eran 224 los atentados mortales en los que no se hab¨ªa podido exigir ¡°responsabilidades criminales a sus autores o c¨®mplices¡±. Una cifra con la que las v¨ªctimas no est¨¢n de acuerdo. ¡°La Audiencia Nacional excluye los casos en los que se ha condenado a algunos colaboradores; o que tuvieron sentencias absolutorias, o que se extraviaron o se vieron inmersos en una cadena de errores. Nosotros hablamos de terroristas que mataron y no han pagado. Y muy posiblemente no pagar¨¢n porque sus acciones est¨¢n prescritas¡±, asegura Carmen Ladr¨®n de Guevara.
El informe de la Audiencia recalcaba que casi la mitad hab¨ªan sido perpetrados en los a?os de plomo, pero tambi¨¦n inclu¨ªa una treintena de asesinatos sin esclarecer ocurridos entre 1992 y 2009. Entre ellos, los de Diego Salv¨¢ y Carlos S¨¢enz de Tejada. La buena noticia era que la Fiscal¨ªa (dirigida hasta hace un a?o por Javier Zaragoza) hab¨ªa logrado en ese tiempo la reapertura de 22 causas de asesinatos de ETA y lo iba a seguir intentando (siempre que hubiera nuevos indicios de peso para la investigaci¨®n) para evitar su prescripci¨®n. Zaragoza, hoy fiscal del Supremo, actualiza su estadillo de los atentados mortales de ETA sin responsables criminales cuando una causa se reabre o un etarra es sentado en el banquillo.
A lo largo de 60 a?os de existencia, m¨¢s de 3.700 militantes pasaron por las filas de ETA. De ellos, 3.300 acabaron en la c¨¢rcel. Lo que arroja un saldo de otros 400 que, al parecer, no han purgado sus cr¨ªmenes en prisi¨®n (al menos en las espa?olas). ?Han escapado muchos etarras al brazo de la justicia? ¡°No lo creo. Y, en todo caso, sabemos d¨®nde est¨¢n¡±, afirma rotundo el comisario principal M. R., jefe de la Unidad Central de Informaci¨®n Interior, los expertos antiterroristas del Cuerpo Nacional de Polic¨ªa.
El comisario y su segundo son dos hist¨®ricos de la lucha contra la banda. En su base operativa, en el acorazado complejo policial de Canillas (Madrid), explican algunos motivos del elevado n¨²mero de asesinatos sin resolver: ¡°Durante a?os hubo muchos problemas para investigar eficazmente. No hab¨ªa toma de adn. Ni tel¨¦fonos m¨®viles que pinchar. Ni correos electr¨®nicos que horadar. Y a eso se sumaba una inspecci¨®n ocular y una toma de muestras muy malas. Tampoco hab¨ªa testificales. Nadie hab¨ªa visto nada. Ni ten¨ªamos infiltrados. Y Francia no apoyaba. Todo se solucionaba con las declaraciones de otros detenidos y las escasas fuentes con las que cont¨¢bamos. Y si nadie cantaba, el caso quedaba archivado.
¡ªDice usted que saben qui¨¦nes son los asesinos.
¡ªPolicialmente sabemos qui¨¦n est¨¢ detr¨¢s de la mayor¨ªa de esos 300 muertos. Eran los comandos que estaban operativos en ese momento y en ese territorio. Y hoy est¨¢n fuera de Espa?a. En ?frica y en Am¨¦rica Latina (b¨¢sicamente en Cuba y Venezuela). Salieron de Europa a mediados de los ochenta, cuando las deportaciones desde Francia (donde disfrutaban del estatuto de refugiados), y tras las conversaciones de Argel, en 1989. Son m¨¢s de un centenar, de los que tenemos localizados a 63, en algunos casos gracias a la colaboraci¨®n del CNI y sus estaciones en el exterior. Sobre 32 de ellos, a los que denominamos reclamados, pesa una orden internacional de detenci¨®n. Y hay otros (los hist¨®ricos asesinos de la banda con decenas de muertes a la espalda) cuyas causas est¨¢n te¨®ricamente prescritas, pero que no se atreven a volver a Espa?a porque no tienen claro si algunas a¨²n est¨¢n abiertas o han sido reabiertas, lo que supondr¨ªa su autom¨¢tico ingreso en prisi¨®n.
Cuando se pregunta al comisario si est¨¢n logrando encarcelar a esos huidos, se levanta como impulsado por un resorte, entra en su ordenador y muestra un dosier sobre 35 etarras detenidos fuera de Espa?a desde el alto el fuego de octubre de 2011, en B¨¦lgica, Francia, Italia, Reino Unido, Brasil o M¨¦xico. ¡°Aqu¨ª no paramos. Nos hemos especializado en cogerlos fuera de Espa?a. Trabajamos con las polic¨ªas de todo el mundo. Sabemos qui¨¦nes son los grandes asesinos de ETA. Otra cosa es que haya colaboradores que no hemos detectado; gente que los ayudaba, ocultaba, encubr¨ªa, transportaba. Y eso es m¨¢s complicado de dilucidar. Y de exigir responsabilidades, porque, para ser de ETA, no hab¨ªa que tener carn¨¦¡±.
?Saben realmente el nombre de los asesinos o es un farol del comisario? Cuando se interroga a los investigadores sobre atentados concretos no resueltos, desv¨ªan la mirada, adoptan un espeso mutismo o mascullan palabras ininteligibles. Saben m¨¢s de lo que pueden probar. Han llegado a ser la sombra de ETA.
Durante la realizaci¨®n de este reportaje, este periodista pregunt¨® por uno de esos viejos casos jam¨¢s zanjado: el asesinato por ametrallamiento en el centro de Bilbao de una persona de su entorno durante los a?os de plomo. La causa hab¨ªa sido archivada unos meses m¨¢s tarde. Nunca se detuvo a nadie. La familia no recibi¨® ni una sola informaci¨®n durante 39 a?os. La m¨ªnima pista. Ni una llamada. Unos d¨ªas despu¨¦s de iniciar sus pesquisas, el periodista recib¨ªa un escueto e-mail policial con esta informaci¨®n: ¡°Seg¨²n nuestras indagaciones, todo apunta a que el comando que le asesin¨® estaba compuesto por estos integrantes¡±. En el correo figuraban cuatro nombres y apellidos. Dos han muerto. Dos est¨¢n vivos y permanecen en libertad en Cabo Verde y Santo Tom¨¦. Tienen a su espalda (al menos) una docena de asesinatos m¨¢s. Hoy forman parte de la c¨²pula de mando del colectivo EIPK, la organizaci¨®n del entorno de ETA que pretende que los huidos regresen a Espa?a con el contador a cero. Para el hijo de aquella v¨ªctima olvidada de Bilbao, ¡°tantos a?os sin saber nada, y cuando por fin averiguamos qui¨¦n mat¨® a mi padre, resulta que dentro de nada vamos a ver c¨®mo reciben a esos asesinos en sus pueblos como h¨¦roes. ?Es eso la reconciliaci¨®n?¡±.
Durante d¨¦cadas las v¨ªctimas de ETA no han logrado vivir en paz. No han podido olvidar. ¡°Sin justicia no sales del hoyo¡±, repiten. Seg¨²n un estudio llevado a cabo en la Facultad de Psicolog¨ªa de la Universidad Complutense de Madrid, bajo la direcci¨®n de la profesora Mar¨ªa Paz Garc¨ªa-Vera, ¡°despu¨¦s de que hubiese pasado una media de 21 a?os desde el atentado, el 27% de las v¨ªctimas a¨²n padec¨ªan un trastorno por estr¨¦s postraum¨¢tico; el 18%, un trastorno depresivo mayor, y casi el 37%, un trastorno de ansiedad, de manera que el 50% de las v¨ªctimas presentaba uno o varios trastornos psicol¨®gicos¡±.
Desde el atentado yihadista del 11 de marzo de 2004, que abri¨® los ojos a la sociedad, las v¨ªctimas han conseguido reconocimiento, indemnizaciones dignas, apoyo jur¨ªdico, psicol¨®gico y social, leyes y un estatuto. Ha llegado el momento de que sepan la verdad. Y nadie olvide su tragedia. Algo que un pu?ado de idealistas est¨¢ intentando materializar en Vitoria en el Centro Memorial de las V¨ªctimas del Terrorismo: una aproximaci¨®n documental a los peores a?os de nuestra historia reciente desde la perspectiva de los que sufrieron la violencia. Su objetivo es que sirva de vacuna contra el odio. Son los guardianes de la memoria. Los investigadores del dolor. Los defensores del relato. Los abogados de las v¨ªctimas. Y, m¨¢s all¨¢, seg¨²n su director, Florencio Dom¨ªnguez: ¡°ETA es la ¨²nica que sabe realmente lo que pas¨®. Ellos provocaron el dolor. Ellos mataron. Que lo cuenten. Y llegar¨¢ la paz¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.