El desplome de Atila
Si no merecen ser cre¨ªdos por la judicatura, ?por qu¨¦ deber¨ªa creerles la ciudadan¨ªa?
Una certificaci¨®n escalofriante es que la afici¨®n por lo ajeno empez¨® en la sociedad comanditaria PP-G¨¹rtel ¡°al menos desde el a?o 1989¡±, seg¨²n la sentencia.
O sea, que al menos siete a?os antes de la llegada de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar al Gobierno, el amigo de su yerno ¡ªFrancisco Correa¡ª ya andaba en sus corrupciones.
Otro bald¨®n sobre la administraci¨®n leal del dinero p¨²blico es que con los 10 millones esquilmados por Eduardo Zaplana a las arcas p¨²blicas y que repatri¨®, y su consiguiente encarcelamiento, ascienden a 12 (de 14) los ministros de Aznar (en 2002) imputados y/o involucrados en casos de corrupci¨®n, incluidos sus dos vicepresidentes. Queda en activo, sin tacha, Crist¨®bal Montoro.
Como en el caso de Atila, all¨¢ donde se afincaba el PP de Josemari y de Mariano no crec¨ªa la hierba (de la honestidad). Su poder auton¨®mico era una ci¨¦naga. En la Generalitat Valenciana chapotearon Zaplana (en prisi¨®n preventiva), Jos¨¦ Luis Olivas (condenado) y Paco Camps (investigado). En Baleares, Gabriel Ca?ellas (sentenciado culpable, pero prescrito) y Jaume Matas (condenado; cumpli¨® prisi¨®n). En Madrid, el brusco final de Cristina Cifuentes no tapa que sus tres predecesores populares se hayan visto involucrados ¡ªen distinto grado¡ª en esc¨¢ndalos judiciales.
Otra doble conclusi¨®n de la sentencia G¨¹rtel ilustra la corrosi¨®n sist¨¦mica: era ¡°un aut¨¦ntico y eficaz sistema de corrupci¨®n institucional a trav¨¦s de mecanismos de manipulaci¨®n de la contrataci¨®n p¨²blica central, auton¨®mica y local a trav¨¦s de su estrecha y continua relaci¨®n con influyentes militantes de dicho partido [el PP]¡±; era un ¡°aut¨¦ntico sistema de defraudaci¨®n del erario p¨²blico¡±.
Subrayado: sistema. Un sistema dentro del sistema.
A?adan a eso que los jueces dictaminan que las negativas de Cascos, Arenas... y Rajoy de tener una caja b constituyen un ¡°testimonio¡± que ¡°no aparece como suficiente veros¨ªmil¡±: el descr¨¦dito, el desplome, es total. Si no merecen ser cre¨ªdos por la judicatura, ?por qu¨¦ deber¨ªa creerles la ciudadan¨ªa?
Es el desplome de un partido, no de la democracia espa?ola. Igual los dem¨¢s descubren c¨®mo conciliar sus intereses ¡ªdispares, es normal¡ª y as¨ª poder eliminar el lastre que la atenaza, cambiar de Gobierno, apelar a los electores. Hay f¨®rmulas.
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