Votar en el infierno
La elecci¨®n se ha transformado en un plebiscito entre la continuidad del r¨¦gimen o un salto hacia algo que a¨²n no se conoce muy bien. Ninguno de los dos favoritos en las encuestas se muestra con las ideas para transformar un pa¨ªs que se desangra
M¨¢s de 200.000 muertos en doce a?os, un n¨²mero incierto de desaparecidos, superior sin duda a los 70.000, y cientos de miles de desplazados: este es el resultado de la guerra contra el narco, lanzada por el presidente Felipe Calder¨®n en diciembre de 2006 y continuada por Enrique Pe?a Nieto, sin reconocerlo abiertamente, hasta nuestros d¨ªas. A estas escalofriantes cifras, propias de una guerra civil, hay que a?adir una corrupci¨®n que cimbra todos los niveles de nuestra vida p¨²blica ¡ªuna decena de gobernadores se hallan presos o pr¨®fugos¡ª, una desigualdad obscena y un sistema de justicia en bancarrota, en donde solo el 3% de los delitos se denuncia y, de esta cifra, apenas el 10% culmina en una sentencia firme (por lo general, condenatoria).
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Estas son las penosas cuentas que puede ofrecer al d¨ªa de hoy la renqueante democracia mexicana, establecida ¡ªal menos de forma simb¨®lica¡ª en el a?o 2000 con el triunfo de Vicente Fox, el primer presidente de la oposici¨®n en casi setenta a?os. Las cuentas, pues, de los Gobiernos emanados del Partido Acci¨®n Nacional (PAN) y del Partido Revolucionario Institucional (PRI), ambos provistos, al menos en este ciclo, con una ideolog¨ªa de centro-derecha casi intercambiable. Que sus enemigos m¨¢s encarnizados, como Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador (mejor conocido como AMLO o El Peje), los asimilen bajo la etiqueta de PRIAN ¡ªo, m¨¢s burdamente, como la mafia en el poder¡ª, no responde por tanto a un capricho, sino a una serie de pol¨ªticas comunes que nos ha llevado a habitar un cementerio, a carecer de toda confianza hacia nuestros gobernantes y nuestras instituciones y a mantener uno de los coeficientes GINI ¡ªel ¨ªndice internacional de desigualdad¡ª m¨¢s altos del planeta.
A nadie deber¨ªa sorprender, pues que las elecciones de este a?o se aboquen a imponer un doble voto de castigo contra el PAN y el PRI, la criatura bic¨¦fala que ha arrastrado a M¨¦xico a un caos semejante. Cualquier candidato capaz de asumir una dr¨¢stica condena al statu quo encontrar¨ªa un eco natural entre la mayor parte de los votantes. Porque, aunque todos los candidatos se esfuercen por negarlo, M¨¦xico no es un pa¨ªs normal, sino un pa¨ªs en ruinas que, gracias al auge econ¨®mico y la pujanza de las grandes urbes, se disfraza de potencia emergente. Quien no se d¨¦ cuenta de que la rabia y la desconfianza son los principales motores ciudadanos en este 2018 en realidad no conoce al pa¨ªs, sino el espejismo esculpido por los medios oficiales.
L¨®pez Obrador ha tenido la sagacidad de ocultar sus vertientes m¨¢s radicales
M¨¢s all¨¢ de sus numerosos defectos, lo cierto es que AMLO fue el ¨²nico en darse cuenta de este fen¨®meno a fuerza de participar en tres elecciones sucesivas y de haber recorrido hasta las comarcas m¨¢s apartadas de nuestro territorio. Si en 2006 perdi¨® la elecci¨®n por la m¨ªnima ¡ªo fue v¨ªctima de un fraude¡ª, y en 2012 los ciudadanos decidieron castigar la desastrosa administraci¨®n de Felipe Calder¨®n concedi¨¦ndole una nueva oportunidad al PRI, ahora no queda otra alternativa excepto probar la opci¨®n que M¨¦xico no ha experimentado hasta ahora o dejar el pa¨ªs en manos de los mismos responsables de la cat¨¢strofe. Con esta estrategia en mente, el candidato del Movimiento de Regeneraci¨®n Nacional (Morena: un gui?o m¨¢s a un pa¨ªs tan clasista como racista), ha sabido leer como nadie el tiempo mexicano de nuestra ¨¦poca.
La elecci¨®n se ha transformado, as¨ª, en un plebiscito entre la continuidad del r¨¦gimen o un salto hacia algo que a¨²n no se conoce muy bien, pero que representa la negaci¨®n de estos 18 a?os de infortunio. Con el profundo malestar puesto en su favor, AMLO ha tenido en esta ocasi¨®n la sagacidad de ocultar sus vertientes m¨¢s radicales ¡ªpoco parece quedar del furibundo opositor que tom¨® el paseo de la Reforma o se impuso una banda presidencial alternativa en 2006¡ª y la paciencia para construir una alianza en la que caben desde militantes radicales hasta evang¨¦licos ultraconservadores, y donde han encontrado techo panistas y priistas desencantados, defensores de Maduro o de Kim Jong-un y, en una posici¨®n preeminente en la campa?a, la hija del l¨ªder hist¨®rico de la derecha empresarial, Manuel J. Clouthier. Ello no quiere decir que a veces no resurja el l¨ªder dogm¨¢tico y autoritario ¡ªinsiste en que su solo triunfo bastar¨¢ para limpiar el pa¨ªs¡ª, pero por ahora prefiere mostrarse tolerante, abierto y, en casos extremos, dotado de un extravagante sentido del humor.
En este escenario, AMLO impuso como punto nodal de su agenda ¡ªde la agenda¡ª el combate a la corrupci¨®n, y las err¨¢ticas estrategias de sus rivales no han hecho sino beneficiarlo. Mientras la mitad de la campa?a Jos¨¦ Antonio Meade y Ricardo Anaya se enzarzaron en una pelea por demostrar cu¨¢l de ellos o de sus partidos era el m¨¢s corrupto ¡ªel candidato del PRI apoyado por la Procuradur¨ªa General de la Rep¨²blica en un t¨ªpico uso faccioso de las instituciones del Estado¡ª, el l¨ªder de Morena continuaba siendo visto como el ¨²nico pol¨ªtico intachable. Se entiende en este contexto que el presidente Pe?a Nieto eligiera como candidato del PRI a un independiente con fama de honesto, pero al final result¨® la peor idea posible: alguien sin carisma y sin consenso entre las bases que, para colmo, debe cargar a cuestas con la marca infamante del partido de la corrupci¨®n.
Meade y Anaya se enzarzaron en una pelea por demostrar cu¨¢l de ellos era el m¨¢s corrupto
El sentido actual de las encuestas, que colocan a AMLO entre 15 y 25 puntos de Anaya, y a su vez a este a 10 de Meade, refleja con nitidez los errores del PAN ¡ªaliado para esta elecci¨®n con lo que queda de la izquierda tradicional del PRD¡ª y del PRI. Como sea, no es esta una elecci¨®n ideol¨®gica: por primera vez se vota por tres candidatos conservadores, que van de la visi¨®n social anticuada de AMLO a la derecha cat¨®lica de Meade ¡ªy a la ultraderecha de su candidato a la Ciudad de M¨¦xico¡ª, con Anaya como parad¨®jico pivote.
A pocas semanas de las elecciones del 1 de julio, nada parecer¨ªa ser capaz de enturbiar esta fotograf¨ªa. Anaya se ha erigido en el ¨²nico rival viable de L¨®pez Obrador ¡ªde confirmarse el resultado, ser¨ªa acaso el fin del PRI como lo conocemos¡ª, pero sus dotes oratorias y su juventud no han acabado de calar en grandes sectores del pa¨ªs, y su incapacidad para distinguirse del r¨¦gimen previo, llegando a flirtear incluso con una alianza t¨¢cita con el PRI, y su sobreactuaci¨®n en el ¨²ltimo debate no le ha permitido crecer en las encuestas.
La campa?a se ha revelado ap¨¢tica y carente de ideas, con tres candidatos que, por razones opuestas, no ha afrontado el mayor problema del pa¨ªs ¡ªesa violencia ciega y esa impunidad para criminales y pol¨ªticos corruptos que nos convierte en un Estado fallido¡ª, neg¨¢ndose a considerar la legalizaci¨®n de las drogas y olvidando por completo la necesaria construcci¨®n de un sistema de justicia confiable, eficaz e independiente: la ¨²nica receta posible para salir de la cat¨¢strofe humanitaria en que nos hallamos sumidos.
Jorge Volpi es escritor. Ha publicado recientemente Una novela criminal (Premio Alfaguara, 2018). @jvolpi
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