Jurar o prometer
La cuesti¨®n es si la elecci¨®n laica resulta de por s¨ª mejor e incluso si no debe haber alternativa por ser la ¨²nica admisible y homologable con las democracias m¨¢s avanzadas
Nunca, desde 1978, hab¨ªa triunfado en Espa?a una moci¨®n de censura ni el presidente del Gobierno hab¨ªa sido investido sin que lo propusiera el Rey o sin pertenecer al partido ganador de las elecciones. Pero la llegada al poder de Pedro S¨¢nchez no solo ha sido novedosa en lo pol¨ªtico-constitucional sino tambi¨¦n en lo simb¨®lico por ser la primera vez que la toma de posesi¨®n en Zarzuela se realiza sin Biblia y crucifijo. Comentaristas y redes sociales han alabado o criticado el gesto seg¨²n su orientaci¨®n ideol¨®gica. Los m¨¢s conservadores han visto mero postureo cuando no un desprecio a la tradici¨®n. En el polo opuesto se ha se?alado que ¡°por fin entramos en el siglo XXI¡± y que, en un Estado aconfesional como el nuestro, lo que deber¨ªa escandalizar es la posibilidad de que alguien jure su cargo p¨²blico ante signos religiosos ?De veras?
No se puede imponer una f¨®rmula que violente a quien sea ateo, profese una creencia distinta de la cat¨®lica o simplemente no desee manifestarla en p¨²blico. La posibilidad de prometer est¨¢ garantizada en nuestro pa¨ªs y es probable que sea la m¨¢s usada, en particular por los altos cargos de izquierda. El paso dado ahora ¨Cno exhibir elementos cristianos- responde a un cambio en la ceremonia que, en contra de lo que se ha dicho, no ha impuesto el nuevo presidente sino que se introdujo hace cuatro a?os por Felipe VI como opci¨®n. Mariano Rajoy prefiri¨® la jura y los s¨ªmbolos de costumbre. Pedro S¨¢nchez ha decidido lo contrario.
La cuesti¨®n es si la elecci¨®n laica resulta de por s¨ª mejor e incluso si no debe haber alternativa por ser la ¨²nica admisible y homologable con las democracias m¨¢s avanzadas. No parece que el panorama comparado abone esa conclusi¨®n. Es de sobra conocido que la inauguraci¨®n de los presidentes de EEUU acaba con un ¡°So help me God¡±. Y no es una extravagancia. Alemania, Australia, Canad¨¢, Holanda, Reino Unido o los pa¨ªses escandinavos incluyen invocaciones a Dios en las tomas de posesi¨®n y hasta las regulan en su Constituci¨®n. Lo contrario ¨Cel f¨¦rreo secularismo de Francia o, hasta ahora, de Turqu¨ªa- es m¨¢s bien excepcional. Y, si bien en casi todos los casos puede optarse por eliminar lo religioso, l¨ªderes progresistas como Trudeau o Tsipras lo han mantenido.
En resumen, es leg¨ªtimo cuestionar que el protocolo otorgue protagonismo a una determinada creencia pero un pa¨ªs no es menos democr¨¢tico ni mucho menos ¡°medieval¡± por ello. Lo que s¨ª puede ser en cambio anacr¨®nico es cierta rigidez doctrinaria a la hora de condenar los usos hist¨®ricos o las creencias mayoritarias de la sociedad que uno no comparte y la intolerancia hacia la libertad religiosa de quien, en un acto personal¨ªsimo, considere m¨¢s oportuno prometer o jurar y hacerlo o no ante una cruz.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.