Un fraude ¡®colaborativo¡¯

La sentencia del Juzgado de Primera Instancia n¨²mero 6 de Valencia establece con contundencia llamativa que un trabajador de Deliveroo, V¨ªctor S¨¢nchez, despedido por la empresa, actu¨® como falso aut¨®nomo. Esta afirmaci¨®n en s¨ª misma define un fraude. La juez entra adem¨¢s en consideraciones sobre el modelo laboral de Deliveroo y pone en cuesti¨®n su legalidad. La sentencia ratifica la idea de que esta empresa de econom¨ªa colaborativa se basa en un modelo laboral que sit¨²a a la compa?¨ªa en competencia desleal con sus competidoras en el mercado, basada en la falsa consideraci¨®n como aut¨®nomos de sus riders o repartidores que le permite ahorrarse las cotizaciones a la Seguridad Social. Mal pueden ser aut¨®nomos quienes carecen de capacidad de negociaci¨®n para pactar sus tarifas o quienes est¨¢n sometidos a un control constante de localizaci¨®n para gestionar los encargos.

El precedente es importante. Permitir¨¢ a otros repartidores acudir a los tribunales si as¨ª lo desean, por m¨¢s que la empresa arguya que el denunciante trabajaba seg¨²n un contrato anterior. El hecho de que el Tribunal Supremo haya avalado las limitaciones impuestas por el Gobierno a las empresas de alquiler con conductor indica que los nuevos negocios de servicios no pueden aterrizar sin someterse a las condiciones fiscales y de concesi¨®n que rigen en el mercado en el que operan.

El dictamen del tribunal de Valencia extiende las dudas razonables sobre aquellos servicios digitales que fundamentan sus beneficios en indicios de competencia desleal, bien sea por ahorrarse las cotizaciones a la Seguridad Social con pintorescos modelos laborales, bien por eludir impuestos. Por interesante que sea la econom¨ªa colaborativa como revitalizadora de los servicios p¨²blicos, no puede basarse en la competencia desleal. Las plataformas que ignoren este principio cubrir¨¢n con eficiencia sus servicios, pero equivalen a una regresi¨®n social.