C¨®mo se vive un Mundial cuando tu pa¨ªs ni siquiera va a competir
A¨²n no ha empezado, pero ya hay un motivo para recordar Rusia 2018: la ausencia de Italia. La selecci¨®n, ganadora de cuatro mundiales, no se perd¨ªa ninguno desde 1958. Preguntamos a ilustres italianos qu¨¦ se siente
¡°Un mundial sin Italia es como un pianista sin piano¡±, escribi¨® un aficionado en Twitter la noche del 13 de noviembre del a?o pasado. ¡°O como una guerra Mundial sin Alemania¡±, contraatacaba otro, en aguda y mordaz clave geopol¨ªtica. Minutos antes se acababa de consumar un desastre. La selecci¨®n italiana de f¨²tbol hab¨ªa empatado a cero con la de Suecia en San Siro tras un partido ¡°paup¨¦rrimo¡± seg¨²n la prensa deportiva. Hora y media de acoso est¨¦ril en que la squadra azzurra compiti¨® con la intensidad y el orgullo que siempre se le suponen, pero sin talento ni ideas. ¡°Os hemos fallado, solo nos queda pediros perd¨®n¡±, Gianlugi Buffon dijo a pie de c¨¦sped y con l¨¢grimas apenas contenidas. Mientras el veterano guardameta se disculpaba ¡°ante los ni?os de Italia que sue?an con vestir alg¨²n d¨ªa esta camiseta¡±, se desataba en las redes sociales una erupci¨®n volc¨¢nica de mensajes de indignaci¨®n, desolaci¨®n o sorna cruel. ¡°Seguid vosotros, que yo ya estoy muerto¡±, dec¨ªa uno de ellos parodiando las l¨¢grimas de Buffon.
Italia prefiri¨® ahorrarse el viaje a Montevideo en 1930, cuando se disput¨® la primera Copa del Mundo, considerada por entonces poco m¨¢s que la ex¨®tica ocurrencia de un abogado franc¨¦s llamado Jules Rimet. Una derrota en Belfast contra Irlanda del Norte 28 a?os despu¨¦s les dej¨® fuera del Mundial de Suecia, el primero de los que ganar¨ªa el Brasil de Pel¨¦. Desde entonces, desde el verano de 1958, Italia no hab¨ªa faltado a ninguna cita con la competici¨®n deportiva m¨¢s grande del mundo. Su persistencia en la ¨¦lite hab¨ªa llevado a la llamada teor¨ªa del ciclo de 12 a?os, enunciada entre otros por Marcello Lippi, seleccionador del equipo que fue campe¨®n en 2006: ¡°Es matem¨¢tico, jugamos una final cada 12 a?os. A veces la ganamos y a veces la perdemos¡±. Se perdi¨® en 1970 y 1994 y se gan¨® en 1982 y 2006. En 2018 se cumpl¨ªa un nuevo ciclo. Tocaba jugar otra final. Pero no va a ser posible.
¡°Italia va a dar la espalda al Mundial. El f¨²tbol pierde inter¨¦s si no se apoya a ning¨²n equipo, y ni siquiera queda la opci¨®n de animar a las estrellas internacionales de tu club¡±, lamenta Fillippo Ricci
Pocos d¨ªas despu¨¦s del fat¨ªdico empate con Suecia, Jason Horowitz, corresponsal en Roma de The New York Times, se esforzaba en aportar algo de cordura y an¨¢lisis tras el desastre de San Siro. Horowitz se tomaba con saludable escepticismo las opiniones de los ¡°analistas culturales¡± que hab¨ªan querido ver en el grave tropiezo una especie de castigo b¨ªblico a ¡°la podredumbre y corrupci¨®n de la Federaci¨®n Italiana¡±, al exceso de inmigraci¨®n o al fracaso de Italia en su intento de alcanzar por fin la modernidad. Para el periodista neoyorquino, el pa¨ªs hab¨ªa entrado en una ¡°espiral masoquista¡± porque ¡°se trata de una de las naciones que m¨¢s aman el f¨²tbol¡±, y eso estaba dando pie a interpretar una simple derrota deportiva, por dram¨¢ticas que fueran sus consecuencias, como una ¡°tragedia existencial¡±.
Horowitz fue tambi¨¦n de los primeros en apuntar las posibles consecuencias econ¨®mica de la debacle. No solo para Italia (¡°la victoria de la selecci¨®n en el Mundial de 2006 contribuy¨® a la creaci¨®n de empleo y al crecimiento del producto interior bruto, cosa que, obviamente, no va a ocurrir en esta ocasi¨®n¡±), sino tambi¨¦n para el propio Mundial, que pierde as¨ª uno de sus principales mercados. ¡°Es evidente que Italia, una sociedad de 60 millones de habitantes que aman el f¨²tbol y donde se disputa una de las principales ligas del planeta, no va a prestar atenci¨®n al Mundial de Rusia¡±, escrib¨ªa hace unas semanas Alessandro Vocarelli, editor de Corriere dello Sport. Vocarelli invitaba a la FIFA a reflexionar sobre si ¡°es sensato¡± que est¨¦ a punto de disputarse una Copa del Mundo con 32 pa¨ªses, entre ellos Panam¨¢, T¨²nez, Serbia o Ir¨¢n, y con Italia ausente. Lo que no queda claro en la argumentaci¨®n es si Italia deber¨ªa clasificarse por real decreto, dado que sobre el campo desaprovech¨® dos oportunidades: la fase de grupos (en la que fue superada por Espa?a) y una repesca a doble partido contra Suecia.
Para Fillippo Ricci, corresponsal en Espa?a de Gazzetta dello Sport, no hay que darle m¨¢s vueltas: ¡°La eliminaci¨®n de Italia es justa. Si no eres capaz de meterle un gol a Suecia en 180 minutos, tienes un problema futbol¨ªstico y probablemente no mereces jugar un Mundial¡±. Sin embargo, Ricci s¨ª que considera, como la mayor¨ªa de las personas consultadas para la elaboraci¨®n de este reportaje, que la ausencia de Italia ¡°es un p¨¦simo negocio y una muy mala noticia desde el punto de vista sentimental¡±. Para los aficionados italianos y para cualquier aficionado neutral que valore las tradiciones y mitolog¨ªas del f¨²tbol. Ricci viajar¨¢ a Rusia para cubrir el torneo y espera que sus cr¨®nicas contribuyan a interesar a los italianos. Sin embargo, es pesimista: ¡°Me temo que Italia va a darle la espalda al Mundial¡±, sentencia. Ser¨¢ como si no estuviese disput¨¢ndose. ¡°Tiene que ver con la mentalidad del italiano medio¡±, explica Ricci, ¡°que concibe el f¨²tbol como competici¨®n, no como espect¨¢culo o entretenimiento. El f¨²tbol pierde inter¨¦s si no se apoya a ning¨²n equipo, y el problema es que, ausente Italia, ni siquiera queda la opci¨®n de animar a las estrellas de tu club, porque los cracks internacionales ya no juegan en el Calcio, sino en La Liga o la Premier. No me imagino a los seguidores de la Juventus apoyando a la Argentina de Higua¨ªn y Dybala¡±.
No cabe duda de que los aficionados transalpinos hubiesen preferido entusiasmarse por la Italia de Patrick Cutrone. En declaraciones a ICON Italia, el delantero centro del Milan, que acaba de cumplir 20 a?os, asegura que uno de sus grandes orgullos ha sido su reciente debut con la selecci¨®n italiana, aunque haya sido en los amargos amistosos de primavera con los que el equipo trataba de reconstruirse de cara a la Eurocopa de 2020. Cutrone ve una selecci¨®n prometedora a la que solo falta ¡°acumular experiencia internacional. Cristiano Ronaldo ha jugado m¨¢s de 150 partidos de Champions League. En nuestra selecci¨®n no hay nadie que se acerque a ese nivel, de manera que es probable que a¨²n no estemos del todo preparados para competir en determinadas circunstancias y determinados estadios¡±.
Para la joven promesa del f¨²tbol transalpino, a la Italia actual le falta ¡°malicia¡± (en italiano, cattiveria), entendida como la capacidad de ¡°darle miedo a tu adversario¡±. Precisamente una de las cualidades de las que ha echado mano hist¨®ricamente la Italia del f¨²tbol ag¨®nico, la que siempre compite y casi siempre sale a flote, incluso en sus peores momentos. Una Italia tal vez cicatera y especulativa, como la de la final de 2006, la del triste cabezazo a Materazzi que puso fin a la carrera de Zinedine Zidane, pero siempre s¨®lida, siempre maliciosa. La Italia que recuerda el actor Stefano Accorsi, un hombre que se define como poco o nada aficionado al f¨²tbol (¡°yo jugaba al baloncesto en Bolonia y, adem¨¢s, no soy de ning¨²n equipo en concreto¡±) pero que hasta ahora ha visto todos los mundiales. El equipo italiano que forma parte de su memoria sentimental es ¡°el del Mundial de Espa?a de 1982, el de Paolo Rossi y Antonio Cabrini¡±. Un equipo correoso, capaz de convertir cualquier partido en un infierno para sus rivales y protagonista, adem¨¢s, del que algunos consideran uno de los mejores partidos de la historia del f¨²tbol, la victoria por 3 a 2 contra Brasil en el estadio barcelon¨¦s de Sarri¨¤, el 5 de julio de ese 1982. Accorsi recuerda aquel verano como ¡°un periodo inolvidable, emocionante y muy bonito, en el que fuimos campeones de un modo m¨¢gico¡±. Ten¨ªa 11 a?os, y reconoce que la bruma de la infancia influye en la pureza de ese recuerdo. ¡°Nuestra victoria en 2006 no me emocion¨® tanto. Aquel cabezazo de Zidane y todo lo que lo rode¨® me impactaron mucho, no encaja en mi idea de lo que es el deporte¡±.
¡°Falta acumular experiencia internacional. Es probable que en nuestra selecci¨®n a¨²n no estemos del todo preparados para competir en determinadas circunstancias y estadios¡±, reconoce Patrick Cutrone
Michele Lupi, director de ICON Italia, ni siquiera recuerda d¨®nde y con qui¨¦n vio la final de 2006. S¨ª tiene un recuerdo muy vivo de d¨®nde estaba el 10 de julio de 1982: ¡°Por entonces, yo viv¨ªa en Londres. Con dos amigos italianos, fuimos a ver la final contra Alemania al Bar Italia del Soho. Sin embargo, no vi el partido completo, porque esa noche tocaban los Clash en Brixton (era la gira de su ¨¢lbum Combat Rock) y yo hab¨ªa comprado una entrada por cuatro libras. Recuerdo que era tan pobre que todo lo que pude permitirme comer esa noche fue media hamburguesa fr¨ªa. Al final del concierto, Joe Strummer empez¨® una furiosa versi¨®n de London calling gritando desde el escenario: ¡®?Italia es campeona del Mundo!¡±.
A Kean Etro, dise?ador milan¨¦s de la firma Etro, la victoria de 2006 le pill¨® en M¨¦xico DF y el triunfo lo vivi¨® con una m¨¢s que peculiar mezcla de fervor pol¨ªtico local y efervescencia transalpina y balomp¨¦dica: ¡°El candidato L¨®pez Obrador hab¨ªa perdido las elecciones [el pol¨ªtico acus¨® al gobierno de pucherazo y moviliz¨® a sus bases]. La protesta hab¨ªa ocupado el centro de la ciudad. Era imposible entrar al Z¨®calo. El lugar estaba armado y nadie que no fuera fiel a la causa de extrema izquierda pod¨ªa acceder. Pero yo entr¨¦ y me un¨ª al ruido, aunque, en mi caso, para celebrar que ¨¦ramos los campeones del mundo¡±.
Filippo Ricci conserva recuerdos exultantes y calamitosos, bellos y terribles. Entre los desastres, ¡°las derrotas de Italia que viv¨ª en ?frica, adonde acud¨ª en varias ocasiones como corresponsal experto en f¨²tbol africano¡±. Le toc¨® vivir una especialmente dolorosa en Abiy¨¢n, capital de Costa de Marfil: ¡°Perdimos con Eslovaquia 2 a 1 en la fase de grupos del Mundial de Sud¨¢frica y nos eliminaron. Casi todos los aficionados africanos que vieron el partido conmigo quer¨ªan que perdiese Italia¡±. Tambi¨¦n recuerda con bochorno el partido contra Hait¨ª en Alemania 74. ¡°Un tal Sanon nos meti¨® un gol y se me qued¨® grabada la verg¨¹enza que sent¨ªan los adultos que me acompa?aban de estar perdiendo contra un equipo caribe?o sin tradici¨®n¡±. Sus grandes h¨¦roes, como los de Lupi o Accorsi, son los de 1982. Rossi y Cabrini, por supuesto, pero tambi¨¦n Dino Zoff, ¡°un portero veterano que recibi¨® feroces cr¨ªticas por sus errores en el Mundial de 1978, pero que, como capit¨¢n del equipo, sigui¨® siendo el ¨²nico en hacer declaraciones cuando el resto del equipo decidi¨® boicotear a la prensa. Se expresaba siempre con la sensatez y el se?or¨ªo de todo un caballero del deporte¡±.
Ricci admira tambi¨¦n a gladiadores que lo han dado todo por la el¨¢stica azul, ¡°como Fabio Cannavaro, que fue clave en 2006 y gan¨® meses despu¨¦s el Bal¨®n de Oro. No era el mejor del mundo, pero s¨ª el jugador que mejor representaba los valores de una Italia muy coral, muy profesional y muy comprometida¡±. Esa es otra de las riquezas intangibles que pierde el mundo del f¨²tbol con la ausencia de Italia en Rusia. El compromiso innegociable con una camiseta, una idea y una tradici¨®n. Y es que para muchos italianos, como dice Stefano Accorsi, un mundial sin Italia es ¡°un verano vac¨ªo¡±.
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