Ximena Ch¨¢vez, la buscadora de huesos de v¨ªctimas de la violencia en M¨¦xico
La arque¨®loga Ximena Ch¨¢vez estudia los restos de personas sacrificadas hace cinco siglos y los de las v¨ªctimas del M¨¦xico actual
La arque¨®loga Ximena Ch¨¢vez entren¨® sus dedos, su olfato, sus ojos, en las excavaciones del Templo Mayor de Tenochtitlan, la santa catedral del imperio mexica -no azteca, mexica, la equis como ese hache-, ubicada en el subsuelo del centro hist¨®rico de la capital mexicana. Se especializ¨® en el estudio de los huesos, restos humanos rescatados despu¨¦s de pasar siglos bajo tierra. Por las muescas y hendiduras de un trozo de costilla de hace 500 a?os, Ch¨¢vez sabe c¨®mo, cu¨¢ndo y para qu¨¦ mataron a su due?o. Con qu¨¦ objeto.
Para los gobernantes mexicas, el sacrificio humano era un rito habitual, una forma de mantener el statu quo, de alimentar el ciclo vida-muerte, de agradar a sus dioses. No fueron decenas de miles, como especularon algunos cronistas espa?oles durante la conquista. De momento hay evidencia de unos cientos. Fascinada por el asunto desde que era estudiante, la arque¨®loga ha dedicado los ¨²ltimos diez a?os de su carrera al m¨¢s exhaustivo estudio sobre el sacrificio humano en tiempos del viejo imperio que se haya publicado. 500 p¨¢ginas de riguroso an¨¢lisis acad¨¦mico a partir de miles de trozos de hueso.
Un s¨¢bado a principios de mayo, Ch¨¢vez dict¨® una conferencia sobre el sacrificio en el Museo del Templo Mayor. Empez¨®, puntual, a las 10 de la ma?ana y casi no hab¨ªa un asiento libre en el auditorio. M¨¢s de 200 espectadores escucharon atentos a la arque¨®loga durante m¨¢s de una hora. Luego ella pas¨® otra hora y media resolviendo dudas: ?Qu¨¦ hac¨ªan con el coraz¨®n de los sacrificados, es cierto que se los com¨ªan? ?Es cierto que le daban algo a los que iban a sacrificar para que no les doliera? ?Se pueden relacionar los sacrificios de los mexicas y los de los asesinos seriales?
Ch¨¢vez respondi¨® paciente todas las preguntas, incluso esta ¨²ltima. Lo hizo elegantemente, citando al erudito franc¨¦s V.L. Thomas, autor de Antropolog¨ªa de la Muerte. Dijo la arque¨®loga: ¡°No hay ninguna relaci¨®n. En aquel entonces se aceptaba socialmente el sacrificio. Incluso la persona que iba a ser sacrificada seguramente aceptaba que formaba parte de un todo. Como dijo V. L Thomas, se ha perdido la sacralidad de la violencia¡±.
La arque¨®loga ha dedicado los ¨²ltimos diez a?os de su carrera al m¨¢s exhaustivo estudio sobre el sacrificio humano en tiempos del viejo imperio
D¨ªas m¨¢s tarde de aquello, quedamos a tomar un caf¨¦ en la Escuela Nacional de Antropolog¨ªa, en el sur de la ciudad. ?Qu¨¦ quisiste decir con que se ha perdido la sacralidad de la violencia?, le dije. Ximena empez¨® a hablar de la crisis de violencia que vive M¨¦xico, los asesinatos, las decenas de miles de desaparecidos. Desde hace un tiempo, explic¨®, apoya a familiares en la b¨²squeda de sus seres queridos. El mundo al rev¨¦s. Familiares que hacen de investigadores, arque¨®logos que abandonan el tiempo pret¨¦rito obligados por la violenta realidad y hacen de peritos forenses.
?Y qu¨¦ haces, c¨®mo haces?
"Simplemente estudio los huesos", dijo ella, "o tambi¨¦n en casos de desmembramiento tenemos que valorar c¨®mo fue hecho. Lo mismo para el an¨¢lisis de individuos que est¨¢n carbonizados".
Huesos del ayer, huesos del hoy.
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