Un oc¨¦ano de pl¨¢stico
Hay que impedir que sea demasiado tarde
Un enorme afiche cubre una muralla entera de un edificio en el centro de Washington DC. Parece un iceberg flotando en el mar. Se ve menos de un cuarto de su volumen sobre la superficie de las aguas marinas, el resto, la parte gigantesca, se percibe sumergida en el agua.
Pero no es un iceberg: es una monta?a de basura de pl¨¢sticos que los humanos arrojamos al mar diariamente al Oc¨¦ano (es Oc¨¦ano en singular, ya que las corrientes marinas conectan los oc¨¦anos en uno solo y universal).
Vi este enorme afiche estando en la capital estadounidense para recibir, junto a la expresidenta Michelle Bachelet y su exministro de Medio Ambiente, premios de National Geographic por el liderazgo de Chile para proteger nuestro Oc¨¦ano entre otras iniciativas, con el establecimiento de las m¨¢s grandes ¨¢reas marinas protegidas en la historia del pa¨ªs, pasando de un 4,2% de la Zona Econ¨®mica Exclusiva de Chile protegida a un 43% al final de la Administraci¨®n de Bachelet.
El Oc¨¦ano, que es un natural sumidero de gases de efecto invernadero y ayuda a combatir el cambio clim¨¢tico, enfrenta varias amenazas: la acidificaci¨®n, la pesca ilegal y no reportada (un negocio ilegal s¨®lo superado por el narcotr¨¢fico y el tr¨¢fico ilegal de armas), y la poluci¨®n por pl¨¢sticos.
Alrededor de un trill¨®n de bolsas pl¨¢sticas se utilizan en todo el mundo anualmente; dichas bolsas tienen un uso pr¨¢ctico promedio de 15 minutos, aunque perduran unos 450 a?os. Claro, los pl¨¢sticos son de gran utilidad en la medicina, en cascos para rescatistas y mineros, y en numerosos otros usos.
En la Isla Rapa Nui (Isla de Pascua) de Chile, la comunidad local limpia regularmente sus playas y costas de la basura pl¨¢stica, desde redes de pesca, botellas pl¨¢sticas, hasta colchones de polietileno. La raz¨®n es que una de los cinco grandes ¡°islas de pl¨¢stico¡± del mundo, que alcanzan hasta 80 metros de profundidad, est¨¢ al norte de la isla en el Pac¨ªfico Sur, producto de las corrientes marinas.
El problema mayor es que los pl¨¢sticos se degradan en peque?os fragmentos o ¡°micropl¨¢sticos¡± que apenas se ven. Y lo peor es que los peces y mariscos ingieren estos micropl¨¢sticos y que los humanos los consumimos, sin saber cu¨¢ntas toxinas y qu¨ªmicos pasan de los peces a nuestros cuerpos.
Pero hay soluciones. Varios pa¨ªses han prohibido las bolsas pl¨¢sticas y estimulado el uso de bolsas reusables o biodegradables. El reciclaje es otra respuesta; es decir, avanzar a una ¡°econom¨ªa circular¡±. Y la industria del pl¨¢stico debe ayudar con productos biodegradables o m¨¢s f¨¢cilmente reciclables. Hay que impedir que sea demasiado tarde.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.