Cat¨¢logo de iniquidades
Europa morir¨¢ si se entrega a las pol¨ªticas que atentan contra los derechos humanos de los xen¨®fobos
La lista es larga y pesada la carga moral. Los ahogados en el mar, los heridos en nuestras concertinas, los rechazados en las fronteras, los encarcelados por el delito de migraci¨®n, los internados en campos de tr¨¢nsito, los esclavizados, las violadas, y ahora los ni?os separados de sus padres en la frontera de Estados Unidos con M¨¦xico.
Ning¨²n gobierno tiene las manos limpias, pero hay gobiernos y sobre todo gobernantes que se complacen en hundirlas en el barro m¨¢s degradante. Para ganar elecciones o para utilizar el dolor ajeno como instrumento de presi¨®n pol¨ªtica, como hace Donald Trump con la repugnante t¨¦cnica de separar a los menores de sus padres al cruzar la frontera sin autorizaci¨®n.
El panorama es estremecedor. Las urnas han llevado a gobernar en democracia a nacionalistas, racistas, supremacistas y extremistas de toda ralea, desde Filipinas e India, hasta EE?UU e Italia, pasando por Hungr¨ªa y Polonia. Los enemigos de la libertad utilizan la libertad para matar la libertad. Especialmente con los extranjeros, pero sin olvidar la exclusi¨®n de quienes consideran distintos dentro de casa.
Matteo Salvini nada en un mar de popularidad con su pretensi¨®n de censar a los gitanos para poder expulsar luego a los que no tengan la nacionalidad italiana. El pa¨ªs no hab¨ªa visto un gesto excluyente as¨ª desde las leyes raciales de 1938, dictadas por Mussolini bajo influencia de Hitler. Si este gobierno populista de la Liga y Cinque Stelle pone en pr¨¢ctica sus ideas, tendr¨¢ tambi¨¦n su lista de gitanos italianos, como Mussolini tuvo las de jud¨ªos italianos. ¡°A los gitanos italianos, desafortunadamente, habr¨¢ que qued¨¢rselos¡±, ha rematado este racista que ocupa la cartera de Interior.
As¨ª es como se empieza. Ese cat¨¢logo apesta. Huele a genocidio, como si el siglo XXI anhelara repetir los horrores del XX. Ayuda la globalizaci¨®n de la indiferencia denunciada por el papa Francisco solo llegar al solio pontificio. Lo ejemplifica el silencio que acompa?a al genocidio de los rohingya en Myanmar: m¨¢s de medio mill¨®n de personas despose¨ªdas de nacionalidad y expulsadas del pa¨ªs, m¨¢s de 150.000 desplazadas en su interior, 200 aldeas destruidas, m¨¢s de diez mil muertos y numerosos abusos, violaciones y malos tratos a cargo del ej¨¦rcito birmano.
No nos enga?emos con Trump. Utiliza el llanto de los ni?os desamparados para chantajear y obligar al Congreso a legislar y aprobar su querida valla de separaci¨®n con M¨¦xico. Para defender su estrategia indefendible, est¨¢ superando todas sus plusmarcas como mentiroso. Arde su cuenta de Twitter. Aunque su aportaci¨®n al cat¨¢logo de iniquidades no tiene rival desde el punto de vista moral, pol¨ªticamente la mayor iniquidad no es suya, sino que est¨¢ de la mano de los europeos.
Nada ser¨ªa peor que la liquidaci¨®n del proyecto europeo por incapacidad de los pa¨ªses socios para acordar una pol¨ªtica de migraciones eficaz y decente. Dejar¨¢ de ser Europa si se divide, pero morir¨¢ si se entrega a pol¨ªticas que atentan contra los derechos humanos de los populistas xen¨®fobos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.