La revoluci¨®n en la derecha
El ¡®efecto G¨¹rtel¡¯ deber¨ªa ir m¨¢s all¨¢ del Gran Susto para una facci¨®n pol¨ªtica y establecer, por fin, la vigencia de la ley de la Gravedad en Espa?a.
EN SU DISCURSO P?BLICO, fulminado el centrismo reformista de Su¨¢rez, la derecha espa?ola se ha presentado siempre y a la vez como conservadora y liberal.
En rigor, no es ni una cosa ni la otra ni las dos al mismo tiempo. Por eso vive una crisis de identidad. Porque no la tiene. En sus mejores momentos, con Carmen D¨ªez de Rivera de hechicera en la agenda de la Transici¨®n, Su¨¢rez adelantaba un lustro por minuto. Su identidad era machadiana: hacer camino al andar. Al desprenderse de los miedos at¨¢vicos y las ideas cadav¨¦ricas, iba ensanchando la mirada, y desmont¨® la gran falacia del enemigo ¡°interior¡±.
Hasta que volvi¨® la acometida de la vieja guardia, con el asentimiento de la ¡°gente bien¡±. Fue la derecha la que traicion¨® a Su¨¢rez, su ¡°exceso de democracia¡±, y no al rev¨¦s. La identidad en la que despu¨¦s recay¨® la derecha fue la de interesarse exclusivamente en lo que consideraba suyo. Una idea patrimonial, inmobiliaria, de lo que era Espa?a. La corrupci¨®n, en el fondo, no deja de ser una ideolog¨ªa, falsa, pero ideolog¨ªa, derivada de esa concepci¨®n de Espa?a como una propiedad privada. Y al igual que el dinero falso se pega al honesto, el presunto patriota se envuelve con arrobo en la bandera, constitucional o no, mientras exculpa el pillaje y combate el patriotismo m¨¢s patri¨®tico: el patriotismo fiscal. En Espa?a hay grandilocuentes patriotas que centran su amoroso programa en la rebaja o exenci¨®n de impuestos, sin que falten altos funcionarios que se mofan en p¨²blico del lema: ¡°Hacienda somos todos¡±. La fulminante dimisi¨®n de M¨¤xim Huerta como ministro por un pret¨¦rito problema fiscal deber¨ªa figurar en la historia de Espa?a, por su excepcionalidad, a la altura de la jura de Santa Gadea o la muerte de Manolete. Estos pecados siempre se solucionaron en un confesionario o con una amnist¨ªa fiscal.
La fulminante dimisi¨®n de M¨¤xim Huerta como ministro por un pret¨¦rito problema fiscal deber¨ªa figurar en la historia de Espa?a
Pese a que son alrededor de 1.000 cargos del Partido Popular los imputados, ser¨ªa injusto identificar en exclusiva la derecha con la corrupci¨®n. La ideolog¨ªa canallocr¨¢tica emponzo?¨® a otros partidos, como el PSOE y Converg¨¨ncia i Uni¨®. Lo que hay en com¨²n es el protagonismo de la ¡°gente bien¡±, o que aspira a serlo. A la ¡°gente bien¡± se la identifica no por su competencia, sino por su incompetencia. Vive bien en el h¨¢bitat de la Administraci¨®n, aunque despotrique liberalmente contra el Estado. Tambi¨¦n se la identifica intelectualmente porque se consideran una excepci¨®n en la ley de la Gravedad. Mientras las dem¨¢s cosas caen, la fuerza de la gravedad empuja a la ¡°gente bien¡± hacia arriba.
El efecto G¨¹rtel deber¨ªa ir m¨¢s all¨¢ del Gran Susto para una facci¨®n pol¨ªtica y establecer, por fin, la vigencia de la ley de la Gravedad en Espa?a. Para la derecha, la competici¨®n por el liderazgo, con la participaci¨®n real de las bases, puede ser o no la oportunidad para un cambio hist¨®rico. La posibilidad de una nueva pol¨ªtica emancipada de la eterna tutela de la ¡°gente bien¡±. Para empezar, deber¨ªan tomar nota de Angela Merkel: ¡°Quien decide dedicar su vida a la pol¨ªtica sabe que ganar dinero no es la prioridad¡±.
Ser¨ªa de gran inter¨¦s para la democracia que existiera, de verdad, una derecha conservadora y liberal en Espa?a. Conservadores que, por ejemplo, tuvieran como prioridad conservar el medio ambiente. Por ejemplo, en lugar de Aznar, piensen en la propia Angela Merkel, conservadora, cristiano-dem¨®crata, que tom¨® la iniciativa de abandonar la energ¨ªa nuclear y sustituirla por las renovables. Una mujer que tuvo el coraje de acoger m¨¢s de un mill¨®n de refugiados y que no se arruga ante ese Tolerante Cero llamado Trump. Liberales que defiendan la libertad en lugar de amordazarla. En vez de Esperanza Aguirre, y su ¡°liberalismo¡± iliberal, piensen en Justin Trudeau, el primer ministro de Canad¨¢, un hombre que se declara ¡°orgulloso de ser feminista¡± y que se opone al rearme de la nueva ¡°guerra fr¨ªa¡± y al matonismo contra los inmigrantes.
Nadie se extra?a en Espa?a de que haya socialistas de derechas. Fueron los que trataron por todos los medios de que no gobernase un socialista democr¨¢tico como Pedro S¨¢nchez. Con m¨¢s raz¨®n que socialista de derechas, se puede ser conservador ecologista y liberal igualitario. Que sea visible y convincente, no parece haber nadie de ese estilo en la carrera por gobernar la derecha espa?ola, a la que le vendr¨ªa muy bien una revoluci¨®n interna. Pero, s¨ª, se hace camino al andar. Espero que no acaben todos inventando la antigua novedad del modernismo reaccionario.?
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