Celos infantiles: cuando el pr¨ªncipe Matty fue destronado por el beb¨¦ Olly
Las primeras semanas en casa con el reci¨¦n nacido fueron casi un infierno dom¨¦stico, pero afortunadamente toda la ira se dirigi¨® a nosotros, los padres
¡°?Y qu¨¦ hace? ?Y por qu¨¦ no habla? ?Tiene pupa en la cara?¡± Miles de preguntas. Y es que, como sabe cada padre, el genio, la inventiva, de los ni?os peque?os a la hora de hacer preguntas no tiene rival. Pero incluso para Mateo, nuestro ni?o gracios¨ªsimo de tres a?os, la serie de retah¨ªlas de dudas que solt¨® al conocer a su hermano Oliver por primera vez destac¨® por su originalidad e insistencia.
Hab¨ªamos intentado prepararle bien para el momento, cuando ¨¦l, hasta entonces nuestro ¨²nico pr¨ªncipe, iba a ser destronado por el nuevo beb¨¦. Matty nos acompa?¨® a las ecograf¨ªas, le explic¨¢bamos el tama?o que ten¨ªa Oliver en cada momento, le le¨ªamos el libro Dentro de nuestra mam¨¢ por las noches, e, incluso, dej¨¢bamos que hablara a trav¨¦s del ombligo de mi mujer (un agujero que lleg¨® a bautizar como el altavoz).
Y parec¨ªa que, de verdad, lo entend¨ªa. Hasta tal punto que un d¨ªa en la guarde anunci¨® a todas sus profesoras que ¡°en la tripa de mam¨¢ hab¨ªa un beb¨¦. [Pausa] Y en la de pap¨¢ hab¨ªa cerveza¡±. (Ese momento nos sirvi¨® tambi¨¦n para recordarnos que los ni?os peque?os son esponjas, y que a partir de ese momento todo lo que se escuchara en casa lo pod¨ªa repetir en la situaci¨®n m¨¢s inoportuna¡).
Llegado el gran d¨ªa, el del nacimiento de Olly, Mateo se lo tom¨® todo con mucha calma. Se qued¨® en casa con mis padres y le explic¨¢bamos por tel¨¦fono varias veces lo que estaba pasando.
Pero claro, nada realmente le va a preparar a un ni?o primog¨¦nito de esa edad (le faltaban cuatro semanas para cumplir tres a?os) ver a su madre dando el pecho a otro beb¨¦. Y as¨ª fue: despu¨¦s de las preguntas ya mencionadas, pasamos a las l¨¢grimas, al p¨¢nico y a la incomprensi¨®n. Sobre todo, cuando lleg¨® el momento de volver a casa sin su mam¨¢, dej¨¢ndola con un bichito peque?¨ªsimo, feo y arrugadito reci¨¦n salido del otro lado del altavoz y enganchado a lo que hasta hace relativamente poco hab¨ªa sido su fuente de nutrici¨®n y confort: los pechos de su madre.
Las primeras semanas en casa con el nuevo inquilino se podr¨ªan describir como un nuevo tipo de infierno dom¨¦stico, pero afortunadamente toda la ira iba dirigida a nosotros, los padres, y no al reci¨¦n nacido. Rabietas, golpes, mordiscos, y dem¨¢s. Todo un Matty Man fuera de s¨ª. Pero se notaba que quer¨ªa mucho a su nuevo hermanito y con ¨¦l mostraba el cari?o que hab¨ªa (temporalmente) alejado de nosotros.
Una r¨¢pida consulta en Internet y la compra de tres maravillosos libros despu¨¦s (recomiendo sobre todo How to Talk so Kids Will Listen and Listen so Kids Will Talk) y ya ten¨ªamos las armas necesarias para tratar con su comportamiento. Y al poco tiempo volvi¨® a ser el ni?o tan lindo que siempre hab¨ªa sido.
Ahora Mateo tiene tres a?os y medio y Oliver, seis meses reci¨¦n cumplidos, y lo llevan de maravilla, la verdad. Un d¨ªa Oliver estaba en nuestra habitaci¨®n con la c¨¢mara del monitor de beb¨¦ enfoc¨¢ndole. Y, desde el sal¨®n, observ¨¦ como entraba por su cuenta en la habitaci¨®n de Oliver al o¨ªrlo llorar. Le toc¨® la cara, le puso el chupete y le susurr¨® unas palabras para que se relajara. Su padre, yo, mientras tanto, deb¨ªa tener algo en el ojo porque no dej¨¦ de chorrear l¨¢grimas por toda la cara.
Este estado de armon¨ªa actual no va a ser siempre as¨ª, por supuesto, pero estamos agradecidos de que esta fase, que podr¨ªa haber sido traum¨¢tica para el mayor, ha sido finalmente una maravilla. Eso s¨ª, a ver qu¨¦ dicen Mateo y Oliver si decidimos tener otro¡
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