David Pastor, fil¨®sofo: ¡°La primera responsabilidad de un padre es la conciencia del autosacrificio, y el que no lo entienda que adopte un perro¡±
En su ¨²ltimo ensayo, el divulgador reivindica la confianza y el juego como los pilares de la felicidad y recuerda que el ser humano requiere de las interacciones con otros para su correcto desarrollo hacia la edad adulta
El fil¨®sofo y ensayista David Pastor Vico (Jambes, B¨¦lgica, 48 a?os) atiende a EL PA?S en la cafeter¨ªa de un c¨¦ntrico hotel en Madrid luciendo un ch¨¢ndal de la Universidad Nacional Aut¨®noma de M¨¦xico (UNAM), donde durante una d¨¦cada, antes de regresar a Espa?a en 2023, ejerci¨® como profesor de Asesor¨ªa y Tutor¨ªa Pedag¨®gica en la Direcci¨®n General del Deporte Universitario. ¡°Ll¨¢mame Vico, que David solo me llama mi madre cuando est¨¢ enfadada¡±, avisa desde el principio, haciendo gala de una cercan¨ªa que transmite a la perfecci¨®n en sus intervenciones p¨²blicas y en sus libros.
Precisamente en su ¨²ltimo ensayo (su tercer libro), titulado Era de idiotas (Ariel 2024) y en el que reivindica la confianza y el juego como pilares de la felicidad, Vico se dirige directamente ¡ªy en tono indignado¡ª a todo aquel que se acerque a sus p¨¢ginas, especialmente a madres y padres. ¡°Me he encontrado una y otra vez contigo en mis investigaciones. Te he visto actuar o dejando que otros act¨²en como impedimento o barrera de esta posibilidad de que nuestros hijos, ?mis hijas!, puedan llegar a ser felices si es que a¨²n no lo son. Y me ha dado miedo, miedo, porque cuando me enojo contigo no solo te veo a ti, tambi¨¦n me descubro a m¨ª haciendo lo mismo, por lo que te maldigo a ti¡±, escribe.
PREGUNTA. ?Este libro habr¨ªa sido posible sin ser padre?
RESPUESTA. Imposible. Empec¨¦ a escribirlo hace m¨¢s de cinco a?os, cuando me enter¨¦ de que Susana, mi mujer, iba a ser madre, que ¨ªbamos a tener mellizas. Siendo fil¨®sofo, pens¨¦: ?qu¨¦ puedo hacer para arreglarles un poco el mundo a mis hijas? De ah¨ª surgi¨® Era de idiotas, que pretende revolver las tripas a madres y padres, que se den cuenta de que hay que hacer algo.
P. ?Por qu¨¦ hay que ser padre para darse cuenta de que hay que hacer algo?
R. Ser padre es una de las cosas m¨¢s trascendentales que te pueden pasar en la vida, una responsabilidad brutal que, al menos as¨ª deber¨ªa ser, uno asume voluntariamente. Y la primera responsabilidad es la conciencia del autosacrificio: tu vida ha cambiado, t¨² ya no vives para ti o para tu mujer, ya no vives para tu ombligo, vives para tus hijos. El que no entienda esto, que no sea padre, que adopte un perro, porque va muy mal encaminado.
P. Esa idea de la trascendentalidad de la paternidad y la maternidad ser¨¢ rebatida ferozmente por muchas y muchos que no han querido o no han podido ser padres.
R. Hay una cosa que a lo mejor a la gente se le olvida: ser padre y, sobre todo, ser madre, provoca una explosi¨®n bioqu¨ªmica en nuestro cerebro que cambia su constituci¨®n. As¨ª que por supuesto que nos cambia la vida, a no ser que seas una persona absolutamente desafectada, desapegada y que al ni?o solo lo veas de lejos mientras lo cuidan otras personas. Pero si t¨² escuchas el lloro del ni?o desde el nacimiento, si t¨² le cambias pa?ales, si t¨² est¨¢s ah¨ª, eso cambia la bioqu¨ªmica de tu cerebro y, por tanto, cambia tambi¨¦n tu forma de pensar y de percibir el mundo.
P. Escribe: ¡°Todos los padres quieren y necesitan saber que sus hijos no solo tienen la posibilidad de ser felices, sino que lo son, o lo ser¨¢n tan pronto como nos esforcemos m¨¢s en abrirles ese camino necesario¡±. ?C¨®mo se est¨¢ robando la felicidad a los ni?os y ni?as?
R. El animal humano lleva 300.000 a?os sobre la faz de la Tierra. Pero nuestro desarrollo evolutivo como especie es de millones de a?os. Somos mam¨ªferos, esto parece una tonter¨ªa y una obviedad, pero como mam¨ªferos que somos nuestro desarrollo hacia la edad adulta se da con el juego y con las interacciones con otros cong¨¦neres. Nuestro cerebro es una m¨¢quina que tiene que desarrollarse durante mucho tiempo y ese desarrollo necesita s¨ª o s¨ª de la relaci¨®n constante con el otro y del juego. Y hoy los ni?os no tienen ni una cosa ni la otra.
P. ?Por qu¨¦ es tan importante el juego y el juego con el otro?
R. El juego es esencial para el desarrollo. Si un ni?o no juega con otros, no se mueve; si no se mueve, no actualiza sus capacidades; si no se relaciona, no aprende; si no se relaciona, tampoco descubre; si no descubre, no piensa o piensa poco y mal. Y si no aprende a pensar bien es imposible que sea feliz, porque el pensamiento cr¨ªtico es indispensable para ser felices. El fil¨®sofo Emilio Lled¨® dice que la felicidad es la capacidad de elegir. Y cuanta m¨¢s capacidad de elecci¨®n tengas, cuanto m¨¢s ampl¨ªes tu grado de conocimiento, mayor posibilidad de ser feliz tendr¨¢s. Pero si a los ni?os desde peque?os no les dejamos tiempo para jugar con otros, no les dejamos que salgan a la calle y les ponemos agendas de trabajo que parecen ministros, les estamos robando la posibilidad de ser felices.
P. En el libro reivindica la importancia de educar en la confianza. ?Cu¨¢nto tiene que ver la falta de confianza en el hecho de que apenas se vean ni?os en las calles?
R. Los datos est¨¢n encima de la mesa. En Espa?a rondamos el 30% de confianza interpersonal, cuando los pa¨ªses m¨¢s felices del mundo superan el 90%. Si no hay confianza, no hay responsabilidad. Por lo tanto, cuando una sociedad es desconfiada, es irresponsable. Y esto es un peligro, porque es una sociedad que se vuelve at¨®mica, peque?as individualidades que reivindican constantemente su sitio en el mundo, pero que en el fondo no trabajan para un bien com¨²n. La confianza es el ¨²nico pilar s¨®lido que nos permite vivir bien y en paz. Si no hay confianza, no existe la posibilidad de vivir bien. Solo hay que ver que los pa¨ªses donde hay mayores niveles de confianza interpersonal son pa¨ªses m¨¢s democr¨¢ticos, menos corruptos, m¨¢s inteligentes y, por lo tanto, m¨¢s felices.
P. ?ramos pocos y llegaron las pantallas¡
R. Somos plenamente conscientes del peligro del m¨®vil, pero les ponemos un m¨®vil en las manos a los ni?os. Sin embargo, no somos conscientes de que la calle ahora mismo es m¨¢s segura que el ambiente digital. Es m¨¢s seguro jugar en la calle con otros ni?os que estar encerrado en tu habitaci¨®n con un tel¨¦fono. A partir de los a?os 2007-2009 empezaron a generalizarse los smartphones. Encontramos el aliado perfecto para nuestra indolencia: le pongo un tel¨¦fono al ni?o en las manos y ya ni siquiera me molesta. Pero los datos est¨¢n ah¨ª. Por ejemplo, desde la irrupci¨®n de los tel¨¦fonos inteligentes han aumentado exponencialmente los problemas de salud mental de los universitarios americanos, sobre todo a nivel ansiedad y depresi¨®n.
P. Usted reivindica la idea de tribu.
R. La responsabilidad de la educaci¨®n, como explica el fil¨®sofo Jos¨¦ Antonio Marina, debe caer en la tribu completa. Pero si esa tribu no es sana, si no conf¨ªan los unos en los otros, es una tribu que se va a mantener al margen, que no va a actuar; y, adem¨¢s, para colmo, estoy yo, que me creo muy especial, que me han dicho que soy de clase media aunque soy el mismo pringado de hace 10 a?os, y que no quiero que mi hijo se junte con el otro, porque yo no s¨¦ realmente si el otro es bueno o no. Tenemos la percepci¨®n de que todos los vecinos son violadores, pederastas y acosadores. Todos. Pues bueno, lo mismo piensan los vecinos de nosotros, porque como ya no hay comunicaci¨®n¡
P. Qu¨¦ mal pinta todo.
R. Una familia que se cierra sobre s¨ª misma es una familia enferma. El hombre es un animal pol¨ªtico, que necesita vivir con otros para poder desarrollarse. Si nos escondemos en casa estamos destruyendo la posibilidad de futuro de nuestros hijos. Pero est¨¢ en nuestras manos darles la herramienta que por natura les pertenece: que jueguen, que jueguen, que jueguen. A lo mejor va siendo hora de que los padres revisemos todas esas actividades extraescolares y de que empecemos a llamar los unos a las puertas de los otros para que nuestros hijos jueguen entre ellos.
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