Fronteras espirituales
Y en esas estamos, hu¨¦rfanos a¨²n de un verdadero horizonte europe¨ªsta, repleg¨¢ndonos al calorcito de comunidades fundadas por fantasmas y exclusi¨®n
?Invasi¨®n! ?Que vienen los b¨¢rbaros! ?Cierren las fronteras! Son los gritos del Grupo de Visegrado, jaleados por una parte de la antigua Mitteleuropa,con el canciller austriaco y los hermanos b¨¢varos de Merkel mirando de reojo a nuestro particular Trump, el inenarrable Salvini. Nuestra fijaci¨®n por el amurallamiento ha terminado por convertir a los muros en iconos de esta crisis permanente que parece vivir el mundo transatl¨¢ntico. ?Cu¨¢n real es?, cabe preguntarse, porque lo que est¨¢ en juego no es la gesti¨®n de las fronteras: ni siquiera vivimos una crisis migratoria real.
No pretendo minusvalorar el inmenso reto al que nos enfrentamos con la acomodaci¨®n de los migrantes que llegan a Europa, pero los datos son tozudos, raz¨®n por la que escasean en pol¨ªtica. Y nos dicen que el mill¨®n de entradas de 2015 contrasta con los 50.430 del primer semestre de 2018. ?A qu¨¦ viene el p¨¢nico entonces, ese desgarro de vestiduras? ?C¨®mo explicar las duras respuestas gubernamentales, revestidas del aroma del estado de emergencia? ?De veras buscan proteger nuestras naciones subyugadas ante el asedio b¨¢rbaro?
Nuestra teatralizaci¨®n de las fronteras revela m¨¢s bien la reactivaci¨®n de la pol¨ªtica identitaria, el Resurgimiento de la naci¨®n imaginada, libre de invasores que quedar¨ªan situados extramuros, evitando la impureza de una id¨ªlica comunidad pol¨ªtica cercada. Se lo cuenta a Robert D. Kaplan uno de los personajes que pueblan su Rumbo a Tartaria: a veces, el ¡°nosotros¡± se construye pol¨ªticamente ¡°espiritualizando fronteras¡±, mediante un etnicismo que niega su permeabilidad, ese car¨¢cter de filtro de protecci¨®n y cuidado de doble direcci¨®n, convirti¨¦ndolas en muros que dividen y excluyen.
Vemos de nuevo el mecanismo de la simplificaci¨®n maniquea: la divisi¨®n entre un interior virtuoso y un exterior que nos amenaza. Porque no es que pretendamos que no pase nadie, es que solo queremos que pasen ¡°los nuestros¡±. Esa funci¨®n performativa del muro, la activaci¨®n del mito del control, nos devuelve al esencialismo de la naci¨®n, pues no hay nada que visualice m¨¢s la identidad que el cierre. Y en esas estamos, hu¨¦rfanos a¨²n de un verdadero horizonte europe¨ªsta, repleg¨¢ndonos al calorcito de comunidades fundadas por fantasmas y exclusi¨®n. @MariamMartinezB
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