Bando de guerra
Tito Bernardino fue ese pariente del que apenas se hablaba. Enredado entre las faldas de sus t¨ªas, el autor comenz¨® a sospechar sobre su muerte y el silencio que la rodeaba.
CREC? viendo tu retrato colgado en el sal¨®n de la casa de tu hermana, mi abuela. Me ense?aron que aquel era el retrato de tito Bernardino. T¨² hab¨ªas muerto hac¨ªa tiempo. Posiblemente me dijeran que en la guerra. Pero nada m¨¢s. En aquella casa nadie hablaba de ti y a m¨ª, observador y siempre enredado entre las faldas de mis cuatro t¨ªas, aquel silencio sobre tu vida y sobre tu muerte debi¨® resultarme sospechoso.
Fue mi madre, tu sobrina mayor, la que comenz¨® poco a poco a forjar en mi imaginaci¨®n aunque solo fuera tu muerte. Desde peque?o, cuando me llevaba o me tra¨ªa andando por la carretera que un¨ªa Castilleja, el pueblo donde viv¨ªamos, con Carri¨®n, de donde erais vosotros, casi a la salida del pueblo, al llegar junto a una cuneta bajo un pronunciado terrapl¨¦n, ella siempre se persignaba mientras dec¨ªa: ¡°Un padrenuestro por el alma de tito Bernardino que en paz descanse¡±. Poco a poco debi¨® irme desvelando el misterio que escond¨ªa aquel lugar para que siempre te evocara rezando el padrenuestro.
Mi madre recorr¨ªa los nichos de toda la familia de mi padre y terminaba junto a un mont¨ªculo de tierra en donde rezaba por ti
En el cementerio de Castilleja ten¨ªa lugar otro hecho que en un principio debi¨® parecerme extra?o, pero que la costumbre lo convirti¨® en habitual: mi madre recorr¨ªa los nichos de toda la familia de mi padre y terminaba junto a un mont¨ªculo de tierra en donde rezaba por ti. A m¨ª me resultaba ins¨®lito que t¨² fueras el ¨²nico muerto del cementerio enterrado en el suelo.
Supe que la cuneta aquella hab¨ªa sido el lugar en donde te hab¨ªan matado y que a mi padre, entonces novio de tu sobrina, lo hab¨ªan avisado para que recogiera tu cad¨¢ver y lo enterrara. Mi padre jam¨¢s me cont¨® nada y no quer¨ªa ni o¨ªr hablar de aquella historia tuya. ?l deb¨ªa sospechar qui¨¦nes fueron aquellos falangistas que te hab¨ªan matado.
Ya mayor me fui enterando de que eras de izquierdas. De que al saber que te andaban buscando, te hab¨ªas escondido en la casa de tu hermana, donde mi abuelo te hab¨ªa prometido llevarte a la sierra en el mulo. Pero no os hab¨ªa dado tiempo. Llegaron una noche, registraron la casa y te sacaron de all¨ª meti¨¦ndote en aquel cami¨®n. Luego alguien me cont¨® que hab¨ªa o¨ªdo decir que, pocos metros antes de llegar a Castilleja, a ti te hab¨ªan sacado del cami¨®n y te hab¨ªan pegado varios tiros dej¨¢ndote abandonado en la cuneta.
El d¨ªa que fui al cementerio a enterrar a mi madre me sorprendi¨® ver que lo hab¨ªan reestructurado y tu sepultura hab¨ªa desaparecido. Cuando le pregunt¨¦ al enterrador me confes¨® que hab¨ªan exhumado unos restos que all¨ª hab¨ªa, lo hab¨ªan metido en una bolsa y lo hab¨ªan enterrado en otro lugar del cementerio. Nadie sab¨ªa nada de a qui¨¦n podr¨ªan haber pertenecido dichos restos. Tu nombre no aparec¨ªa ni entre los asesinados de Castilleja ni entre los desaparecidos de Carri¨®n.
Hace poco le¨ª en un libro tu nombre: Bernardino Ramos, y la causa de tu muerte: bando de guerra.
?No sabes c¨®mo me hubiera gustado conocerte!?
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