Por qu¨¦ el juego es clave para el desarrollo cognitivo de los ni?os
Con un mecanismo semejante al de los juegos de pelota de ¡°servir y devolver¡± desarrollan inconscientemente sus conexiones cerebrales
Cecilia tiene un a?o y medio. Est¨¢ en el regazo de su padre mientras ¨¦l desayuna. Intenta coger las migas de la tostada que caen sobre la mesa de la cocina, mira a su padre y estalla en carcajadas. El padre de Cecilia tal vez no se est¨¦ dando cuenta de que la ni?a le est¨¢ invitando a entrar en un juego que los expertos, haciendo analog¨ªas con el tenis, llaman ¡°servir y devolver¡± y la ni?a est¨¢ esperando una respuesta. Al igual que Cecilia, los ni?os buscan constantemente interacciones con los adultos que les son cercanos. Dependiendo de la edad que tengan lo har¨¢n a trav¨¦s de una palabra, un gesto, una sonrisa o, simplemente, una mirada.
La manera en que los adultos ¡°devolvemos¡± o respondemos a esas invitaciones de los ni?os y empezamos a jugar es crucial para el desarrollo de sus cerebros. Hay evidencia cient¨ªfica de que aquellas respuestas que son enriquecedoras y, sobre todo, consistentes, influyen directamente en la formaci¨®n de las conexiones neurol¨®gicas que ser¨¢n los cimientos del aprendizaje posterior. Al contrario, la carencia de dichas interacciones es tremendamente nociva y act¨²a como un elemento constrictor del desarrollo de los ni?os.
Mientras que para los padres y madres con mayores niveles de ingreso y educaci¨®n las interacciones entre adultos y ni?os pueden parecer obvias, no siempre es as¨ª. Un estudio realizado en Ecuador, Per¨², Nicaragua y en varias islas del Caribe ha comparado la calidad de los intercambios entre ni?os peque?os y sus cuidadores en sus respectivos hogares, y ha puesto de manifiesto que la manera en que los padres responden y animan de forma positiva a sus hijos var¨ªa enormemente seg¨²n se trate de hogares pobres o ricos. En otras palabras, los ni?os pobres tienen probabilidades muy inferiores de estar expuestos a interacciones de calidad con los adultos.
Esto no es una sorpresa. Los cuidadores con bajos niveles socioecon¨®micos pueden estar sometidos a preocupaciones y estr¨¦s que provienen de las adversidades a las que tienen que hacer frente para su mera subsistencia y que les dejan poco tiempo, recursos cognitivos y energ¨ªa para prestar la debida atenci¨®n a sus hijos. Falta de tiempo, de dinero, de informaci¨®n, mal acceso a servicios¡ todo ello hace que muchos de los ni?os de los hogares m¨¢s vulnerables se queden esperando respuestas que llegan con una frecuencia muy inferior a la deseable.
Existen multitud de programas e intervenciones que buscan que los cuidadores, especialmente los de los hogares m¨¢s desfavorecidos, establezcan con sus hijos relaciones de calidad que redunden en su desarrollo. Para asegurar su efectividad, es crucial que en el momento de su dise?o se consideren los factores que impiden que las interacciones ni?o/adulto tengan lugar. ?Se trata de la falta de tiempo? ?De motivaci¨®n? ?De conocimiento?
En muchas ocasiones devolver ¡°la pelota¡± que nos env¨ªa el ni?o no es tan sencillo, especialmente cuando hay que dar respuesta a algo tan simple como a un gesto o a alguna expresi¨®n. Sin embargo, se puede convertir en algo instintivo con un poco de gu¨ªa y de pr¨¢ctica. El Centro para el ni?o en desarrollo de la Universidad de Harvard (Estados Unidos) ha desglosado estas interacciones en cinco pasos que pueden realizarse f¨¢cilmente en nuestra vida cotidiana. El primero implica ser capaz de ver que el ni?o ¡°ha sacado¡± y compartir su foco de atenci¨®n. En el caso de Cecilia, su padre devuelve la mirada a la ni?a para dirigirla luego hacia la mano de la peque?a y descubrir que se r¨ªe de las migas que encuentra. El segundo paso requiere que su padre ¡°devuelva el saque¡±, estimulando el inter¨¦s y la curiosidad de su hija mediante, por ejemplo, lenguaje gestual del tipo de asentir con la cabeza, abrazar o sonre¨ªr a Cecilia o de un modo verbal con palabras cari?osas. Su padre acepta la invitaci¨®n al juego al decir en tono cari?oso: ¡°?Qu¨¦ tienes en la mano, chiquitina?¡±.
Esta forma de proceder del padre supone una oportunidad excelente para establecer importantes conexiones de lenguaje en el cerebro infantil, incluso si el ni?o todav¨ªa no habla o no entiende esas palabras. Para hacerlo, en el tercer paso el padre de Cecilia deber¨ªa nombrar lo que la ni?a estuviera viendo, haciendo o sintiendo. Podr¨ªa decir con tono alegre y cantar¨ªn: ¡°?Pero qu¨¦ migas tan grandes han ca¨ªdo de la tostada!¡±.
Los ni?os necesitan tiempo para desarrollar sus respuestas. Por lo tanto, como paso cuarto, el padre de Cecilia tiene que esperar tras haber devuelto el saque. Unos segundos despu¨¦s Cecilia extiende su bracito hacia ¨¦l, abre la mano y le ense?a las migas. Contin¨²an as¨ª una y otra vez durante algunos minutos. Como ¨²ltimo paso, hay que prestar atenci¨®n a las se?ales que van dejando los ni?os y darse cuenta de cu¨¢ndo est¨¢n listos para otra actividad. Cecilia deja caer las migas y empieza agarrarse los pies. Est¨¢ invitando a su padre a un nuevo juego de ¡°servir y devolver¡±. Y este nuevo juego, con el est¨ªmulo e interacci¨®n adecuada, seguir¨¢ apoyando su desarrollo cognitivo y sus posibilidades de triunfar en la vida adulta.
*Marta Dormal es consultora en desarrollo infantil temprano en la Divisi¨®n de Salud y Protecci¨®n Social del Banco Interamericano de Desarrollo.
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