La sonrisa de Salvini
La cumbre de la UE sobre migraci¨®n dej¨® algunas se?ales de una derrota pol¨ªtica; la de nuestros valores humanistas e ilustrados. Se necesita actuar en origen y en destino. En causas y en consecuencias. Ganando el debate pol¨ªtico e intelectual
El inmenso fracaso de la ¨²ltima cumbre sobre migraciones de la Uni¨®n Europea nos remite de nuevo a la profunda metamorfosis que se est¨¢ produciendo en Europa en los ¨²ltimos a?os.
Por mucho que se empe?e el grupo de Visegrado (Rep¨²blica Checa, Eslovaquia, Hungr¨ªa y Polonia) y sus aliados, y por mucho que lo toleren las leves defensas pol¨ªticas de unos cuantos jefes de Gobierno de diferentes Estados miembros, estamos muy lejos de un escenario de amenaza fronteriza o de crisis migratoria. Caben distintas opiniones pero no caben distintos hechos. Y mucho menos, distintos datos. El flujo de migrantes que llegan a las costas europeas por las rutas del Mediterr¨¢neo ha pasado de un mill¨®n de personas en 2015 a menos de 50.000 en 2018. El descenso habla por s¨ª solo. Y describe bien que la crisis no es migratoria sino pol¨ªtica, que amenaza los principios fundadores de la UE y que demuestra la incapacidad de hacer frente a discursos xen¨®fobos y populistas como el de Mateo Salvini desde narrativas ilustradas.
Otros art¨ªculos del autor
Cuando algunos de los Gobiernos europeos repiten que las pol¨ªticas migratorias deber¨ªan ser una competencia integrada en la UE, hacen principalmente dos cosas. La primera, tener raz¨®n. Cuando defienden que, desde un dise?o integrado, se podr¨ªa gestionar mejor una pol¨ªtica compartida de fronteras y una implementaci¨®n de respuestas ante desaf¨ªos y oportunidades comunes, est¨¢n en lo cierto. No habr¨ªa un escenario mejor; la Uni¨®n Europea decidiendo en sus instituciones, desde un marco legal pactado y en base al presupuesto comunitario, la orientaci¨®n de las inversiones y las pol¨ªticas de desarrollo, acogida, reasentamiento y reubicaci¨®n.
Pero, con honrosas excepciones, hacen algo m¨¢s; inhiben su responsabilidad en este enorme mientras tanto en el que Europa est¨¢ instalada ante una integraci¨®n de pol¨ªticas migratorias que no termina de llegar. Hace casi 20 a?os ya desde que se escucharon las primeras voces que solicitaban la necesidad de integrar competencias en esta materia. Y en ese marco temporal, no han sido pocos los Estados que han hecho caso omiso de sus responsabilidades ante aspectos nucleares del Derecho Internacional Humanitario y ante cl¨¢usulas centrales de los derechos humanos.
Hablar de ¡°plataformas de desembarco¡± es un eufemismo cruel y vergonzante
Paralelamente, no se plantea batalla intelectual ante quienes van ganando; los socios b¨¢varos de Merkel ¡ªa los que prest¨® una enorme atenci¨®n la ¨²ltima cumbre en Bruselas¡ª, la presidencia austr¨ªaca de la UE, Mateo Salvini y las posiciones del grupo de Visegrado. Esto es, el cierre de fronteras, las identidades homog¨¦neas, el nosotros y el ellos, y los muros conceptuales.
As¨ª se escribi¨® el fracaso de la ¨²ltima cumbre, como fotograma de una crisis end¨®gena en Europa, donde los muros se dise?an con formas distintas al que plantea Donald Trump y que tanto nos escandaliza.
En ese marco, esta ¨²ltima cita en Bruselas nos dej¨® algunas se?ales concretas de una derrota pol¨ªtica; la de nuestros valores humanistas e ilustrados.
La primera de esas se?ales, el paso del concepto de obligatoriedad al de voluntariedad para el cumplimiento de las cifras comprometidas de reasentamiento y reubicaci¨®n de refugiados que huyen de la guerra. Ese naufragio pol¨ªtico e intelectual, humanista y humanitario describe bien el devenir de Europa, que antes de la aplicaci¨®n de sus principios fundadores y del cumplimiento de los compromisos adquiridos, ha optado por la atenci¨®n al impacto electoral que todo ello podr¨ªa tener para algunos de los mandatarios de los pa¨ªses europeos. Pa¨ªses que, con alguna excepci¨®n, no han cumplido cuotas ¨ªnfimas de refugiados, que en muchos casos firmaron para no cumplir, que se han mostrado capaces de mirar hacia otro lado cuando cientos de miles de personas, muchas de ellas ni?as y ni?os, huyen de una guerra indescriptible a escasos kil¨®metros de la frontera este de la propia Europa.
La segunda de esas se?ales, la creaci¨®n de un eufemismo cruel y vergonzante, ¡°plataformas de desembarco¡±. Instaladas, por supuesto, fuera de territorio UE, sin que los propios dirigentes sepan muy bien el d¨®nde, pero con el c¨®mo muy claro; encerrar a los migrantes que sean encontrados en el mar. Puertos seguros, los llaman. Puertos seguros fuera de Europa, lejos de la presencia inc¨®moda de la imagen. Pocos ejemplos mejores de la enorme derrota de la ¨²ltima cumbre; si toda conclusi¨®n consiste en crear centros de detenci¨®n instalados lejos de nuestro campo visual, entonces es que Europa ya ha descrito su propia topograf¨ªa del fondo. Si eso es todo, hemos tocado suelo.
Europa debe impulsar relaciones comerciales m¨¢s sim¨¦tricas al otro lado del Mediterr¨¢neo
Y sin embargo, ser¨ªa perfectamente posible orientar una pol¨ªtica migratoria que afronte algunos elementos clave tanto en causas como en consecuencias. El primero de ellos, desarrollo en origen. Los cambios en las relaciones comerciales con los pa¨ªses del norte de ?frica resultan tan fundamentales como las inversiones exteriores orientadas a su desarrollo econ¨®mico y social. Europa debe implementar unas relaciones comerciales m¨¢s sim¨¦tricas con los pa¨ªses de la orilla sur del Mediterr¨¢neo y promover una mayor inversi¨®n en sus territorios. Junto a las necesidades de incremento de ayuda oficial al desarrollo, este es el debate principal. Todo, para que las miles de personas que huyen de esos pa¨ªses dejen de ver m¨¢s expectativas en jugarse la vida a bordo de un cayuco que en los lugares que dejan atr¨¢s.
De la misma manera, Europa puede pactar cuotas anuales de admisi¨®n de refugiados y migrantes tanto desde una perspectiva humanitaria y solidaria como de necesidades propias; las que tienen sociedades que demandan personas llegadas de fuera para el mantenimiento de un modelo amenazado por la curva de envejecimiento demogr¨¢fico y los indicadores de natalidad. Para esto no hace falta un acuerdo a 27, se podr¨ªa poner en funcionamiento a trav¨¦s de un grupo de pa¨ªses que decidan avanzar de manera compartida. Digamos que a trav¨¦s de una cooperaci¨®n reforzada o geometr¨ªa variable. Nada de todo esto contradice el discurso de la necesidad de fronteras seguras.
Actuar en origen y en destino. En causas y en consecuencias. Ganando el debate pol¨ªtico e intelectual para imponer una narrativa humanista ante un fen¨®meno de flujos que continuar¨¢ sobre causas humanitarias, econ¨®micas y clim¨¢ticas.
Se?alaba Angela Merkel que las migraciones pueden decidir el destino de Europa. El d¨ªa que a algunos protagonistas del ¨²ltimo Consejo les empiece a importar m¨¢s el destino de Europa y de sus valores ilustrados que el horizonte electoral de sus Gobiernos se empezar¨¢ a borrar, poco a poco, la sonrisa heladora de Salvini; el verdadero ganador de la ¨²ltima cumbre.
Eduardo Madina es director de KREAB Research Unit, unidad de an¨¢lisis y estudios de KREAB en su divisi¨®n en Espa?a.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.