D¨ªas de bondad
El mejor ejemplo de los desprop¨®sitos veraniegos sigue siendo el de Neville Chamberlain, el primer ministro ingl¨¦s que encabez¨® una generosa pol¨ªtica de apaciguamiento con Hitler

No est¨¢ claro, ni mucho menos, que las Navidades, y los d¨ªas previos al fin de cada a?o, sean las fechas que escogen las gentes de cualquier condici¨®n para pronosticar que van a hacer las cosas mejor, de forma que todos puedan ser m¨¢s felices en el futuro.
Me parece a m¨ª que los d¨ªas de julio anteriores a los salvajes cuando el sol y el calendario se preparan para la can¨ªcula (?lo dije, por dios!) de agosto son m¨¢s propicios para bondades. Y septiembre es el mes en el que todos los buenos prop¨®sitos parecen consolidarse y, sin embargo, revientan contra la cara de quienes se los hacen.
El mejor ejemplo de los desprop¨®sitos veraniegos sigue siendo el de Neville Chamberlain, el primer ministro ingl¨¦s que encabez¨® una generosa pol¨ªtica de apaciguamiento con Hitler. La conferencia de M¨²nich, celebrada en septiembre de 1938, fue el momento supremo de aquella pol¨ªtica destinada a conseguir que el l¨ªder nazi abandonara sus pol¨ªticas de conquista sin oposici¨®n y de persecuci¨®n de los jud¨ªos, homosexuales, gitanos y otras minor¨ªas desagradables, que eran, para dar una idea de su esencia, tan malqueridos como castellanohablantes en Montserrat.
A Chamberlain la cosa le sali¨® mal, y la bestia nazi se revolvi¨® contra su conciliadora postura, agudiz¨® su pol¨ªtica xen¨®foba y emprendi¨® una aventura b¨¦lica gigantesca. M¨¢s de cuarenta millones de muertos entre las dos cosas.
Lo del apaciguamiento me ha venido a la memoria porque se cumplen ochenta a?os en septiembre de aquella conferencia en la que Chamberlain crey¨® haber domado a la bestia.
No hay m¨¢s similitudes facilonas. Sobre todo, porque nadie puede decir que la reuni¨®n entre Pedro S¨¢nchez y Quim Torra haya tenido como resultado, por ejemplo, que Torra se vea con las manos libres para intervenir en la educaci¨®n en Baleares.
Pero, sobre todo, es importante fijarse en los personajes. Es lo fundamental. Porque Quim Torra no es un nazi, lo primero. Para ser un nazi, por ejemplo, tendr¨ªa que ser un xen¨®fobo, tendr¨ªa que haber declarado p¨²blicamente alg¨²n tipo de odio o desprecio contra alg¨²n colectivo como, por ejemplo, los hispanohablantes. Y si Torra ha dicho algo que puede ser interpretado as¨ª es que hay quien est¨¢ empe?ado en leer sus palabras en funci¨®n de lo que dicen y no de lo que ¨¦l desea en cualquier momento.
Yo creo que S¨¢nchez sabe lo que significa la palabra de un nazi. Pero lo que m¨¢s me tranquiliza, ahora que se acerca septiembre, es que Torra no sea un nazi. ?l dice que no lo es.
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