Portadas a medida
Estamos reduciendo los espacios p¨²blicos de debate y con ellos las condiciones para una democracia
Tengo un amigo al que le gusta recibir el peri¨®dico en papel a diario solo para ver su portada, el espacio en cent¨ªmetros de celulosa que ocupa cada noticia. Quiere verlas todas a la vez, de un pantallazo; curiosa palabra para definir una situaci¨®n tan anal¨®gica. A veces me r¨ªo de ¨¦l, pero debo admitir que le entiendo. Lo que est¨¢ pidiendo es el criterio editorial, ese mensaje que nos dirige una cabecera, esa expectativa por ver qu¨¦ trae hoy.
Otros art¨ªculos de la autora
Me acord¨¦ de esto cuando la periodista de The Guardian pregunt¨® a Christopher Wylie qu¨¦ lo hab¨ªa movido a filtrar el tema de los datos de Facebook y Cambridge Analytica y el analista no estaba tan preocupado por el derecho a la privacidad de los 87 millones de personas como por algo m¨¢s grande. Dijo que usando microtargeting en sus campa?as se hab¨ªa dado cuenta de c¨®mo estamos poniendo en riesgo el funcionamiento de nuestra sociedad. ¡°En vez de decir lo que piensas en la plaza p¨²blica y dejar que la gente venga y tenga esa experiencia compartida, lo que t¨² haces es susurrar al o¨ªdo de todos y cada uno de los votantes. Le dices una cosa a uno y otra al siguiente. Ponemos en riesgo de fragmentaci¨®n a la sociedad en una manera en la que ya no hay experiencias ni entendimiento compartido. Si no tenemos eso, ?c¨®mo podemos ser una sociedad en funcionamiento?¡±.
Wylie de repente hab¨ªa entendido algo que varios autores llevan estudiando los ¨²ltimos a?os: c¨®mo Twitter y Facebook pueden estar influyendo en el debate pol¨ªtico. Eli Pariser y Cass Sunstein han alertado sobre los problemas de las c¨¢maras de eco en una ¨¦poca en la que el intercambio de informaci¨®n es la base de las experiencias compartidas y en el que cada vez m¨¢s los contenidos que recibimos son personalizados.
Adem¨¢s de consumidores, somos ciudadanos; deber¨ªamos evaluar a las redes sociales, proteger nuestras plazas p¨²blicas y desarrollar herramientas contra la fragmentaci¨®n
?Qu¨¦ pinta aqu¨ª tu amigo, el del peri¨®dico de papel? Ya lo ver¨¦is. Al igual que en Facebook, Twitter, o incluso Google en sus resultados, el contenido que nos llega a trav¨¦s de muchas p¨¢ginas de Internet est¨¢ adaptado a nuestras preferencias. Es cierto que los filtros son necesarios para una cantidad de informaci¨®n inasumible per se y por eso hemos abrazado todo lo que estas plataformas ponen a nuestra disposici¨®n para hacernos la vida m¨¢s f¨¢cil. ?Por qu¨¦ no ver tr¨¢ileres de las series que nos gustar¨ªan y recibir los anuncios de objetos que compraremos? ?Por qu¨¦ no leer un peri¨®dico personalizado cada ma?ana? Alto ah¨ª. La soberan¨ªa del consumidor est¨¢ bien, pero no lo es todo. Hay se?ales de que estamos restringiendo nuestros espacios p¨²blicos de debate y con ellos las condiciones para una democracia sana.
Sunstein explica que un sistema en el que la libertad de expresi¨®n funciona bien tiene dos requisitos: la exposici¨®n no elegida, que propicia cierta serendipia ¡ªes decir, que las personas se encuentren expuestas a temas o noticias no previamente seleccionadas¡ª y en segundo lugar, las experiencias compartidas. Sin ellas, una sociedad heterog¨¦nea tendr¨¢ dificultades para abordar problemas sociales.
Todos leemos m¨¢s, nos sentimos mejor informados y m¨¢s capaces de hacer o¨ªr nuestra opini¨®n a trav¨¦s de las redes sociales. Hemos visto c¨®mo las redes pueden ser foros p¨²blicos cruciales en procesos democr¨¢ticos, como en la primavera ¨¢rabe. Pero esos mismos sistemas de comunicaci¨®n son los que han influido en el triunfo del Brexit y de Donald Trump a trav¨¦s de fake news y campa?as de marketing.
Estudios sobre la fragmentaci¨®n muestran que una de sus consecuencias es la dificultad de entendimiento mutuo y que la polarizaci¨®n de grupos es un fen¨®meno muy real en Internet que puede llevar al extremismo y a la violencia.
Cuando Facebook o cualquier web personalizan su servicio de noticias, se preguntan si los usuarios est¨¢n recibiendo lo que quieren. Pero adem¨¢s de consumidores, somos ciudadanos, y en esa ¨®ptica deber¨ªamos evaluar a las redes sociales, proteger nuestras plazas p¨²blicas y desarrollar herramientas contra la fragmentaci¨®n. Como ciudadanos podemos solucionar problemas colectivos ¡ªcomo el de la contaminaci¨®n del aire¡ª que como consumidores no lograr¨ªamos abordar.
Mucho se puede hacer a partir de aqu¨ª para promover mejores debates p¨²blicos. Algunos autores proponen un ¡°bot¨®n de serendipia¡± y se est¨¢n haciendo experimentos con art¨ªculos que muestran la opini¨®n contraria al pie de una noticia que acabas de leer. Ojal¨¢ funcionen. Yo tengo claro que mi amigo, aunque no lo sospeche, es un defensor del hallazgo diario desde su querida portada de papel.
Maril¨ªn Gonzalo es periodista, y est¨¢ especializada en tecnolog¨ªa y medios digitales.
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