El verdadero mausoleo
Como a menudo acontece en Espa?a, en cuanto a alguien se lo elige o nombra algo, se inviste de autoritarismo. Es el legado silencioso franquista.
HABR?A PREFERIDO no a?adir una miga m¨¢s al empacho de f¨²tbol, tras un mes entero de Mundial. Pero lo sucedido con la selecci¨®n espa?ola ha sido tan protot¨ªpico, tan revelador del car¨¢cter a¨²n dominante en nuestro pa¨ªs, que quiz¨¢ vale la pena echarle un vistazo a esta luz. M¨¢s de una vez he mencionado el asombro y el esc¨¢ndalo que me produce con frecuencia el ejercicio del poder en Espa?a. C¨®mo es que, por ejemplo, los alcaldes y alcaldesas tienen capacidad ilimitada para transformar las ciudades que temporalmente gobiernan de manera irreversible, y con total impunidad. C¨®mo es que no hay ¡ªo si lo hay, no se hace notar¡ª alg¨²n organismo complementario o superior que ponga freno a sus arbitrariedades, sobre todo cuando afectan irremediablemente al paisaje, a la estructura y al car¨¢cter del lugar. Por mucho que estemos en una democracia desde hace cuarenta a?os, la manera de mandar de muchos sigue siendo la propia de los largos a?os dictatoriales. No pocos individuos que acceden a un cargo se sienten no s¨®lo omnipotentes, sino facultados para realizar sus caprichos y ocurrencias sin atender al da?o que causan, a veces definitivo. No se sabe por qu¨¦, tanto Ana Botella como Manuela Carmena se han dedicado a complacer al colectivo ciclista en un espacio m¨¢s bien contraindicado para la bici, por las largas distancias y las pronunciadas cuestas. La prueba del disparate la tengo cerca: Botella acometi¨® una obra de meses para crear un in¨²til carril-bici en la calle Mayor, transitado, a lo sumo, por una docena diaria de pedaleantes. Lo mismo ha hecho Carmena con Santa Engracia, hoy destruida e intransitable, Alcal¨¢ y otras v¨ªas. El cierre de la Gran V¨ªa al tr¨¢fico es ya y va a ser un descalabro monumental para comerciantes, hoteleros y la ciudadan¨ªa en general. En este caso, adem¨¢s, como en el de la Plaza de Espa?a, la alcaldesa y su c¨ªnico equipo organizaron refer¨¦ndums-farsa para ¡°quedar bien¡±, cuando ya estaba todo decidido antes de que votaran los cuatro partidistas que se prestaron a la pantomima. Y no olvidemos que Gallard¨®n quiso pulverizar uno de los m¨¢s arm¨®nicos espacios urban¨ªsticos de Europa, Recoletos y el Paseo del Prado. Baronesa Thyssen aparte, s¨®lo lo impidi¨® la crisis, la falta de dinero para consumar la tropel¨ªa. Y ahora a Carmena no se le ocurre otra majader¨ªa que crear una ¡°playa¡± ¡ªs¨ª, con arena a raudales¡ª en plena Plaza de Col¨®n. A¨²n no s¨¦ si nos hemos salvado de tal porquer¨ªa, porque la se?ora y sus palmeros est¨¢n¡ eso, batiendo palmas ante el estropicio que preparan junto con unos desaprensivos.
As¨ª que tambi¨¦n resulta incomprensible y escandaloso que un solo individuo, reci¨¦n llegado al poder, tenga la potestad de cargarse en un solo d¨ªa de fatuidad el trabajo de cuatro a?os y la ilusi¨®n de muchos millones de espa?oles. S¨ª, claro, aqu¨ª hay que contar con el ego¨ªsmo, y nunca con el inter¨¦s de los dem¨¢s: Florentino P¨¦rez es un constructor, y me imagino que suele ir a lo suyo. Era natural que, al fichar a Lopetegui como entrenador del Real Madrid, le trajera sin cuidado el perjuicio que nos pod¨ªa ocasionar a todos. Lopetegui ha ido asimismo a lo suyo sin importarle su compromiso previo, aunque no le arriendo la ganancia: ojal¨¢ me equivoque, pero no lo veo terminando la temporada en el puesto en que la iniciar¨¢. Inoportuno, feo y desconsiderado lo hecho por el Madrid y el exseleccionador. Pero mucho peor todav¨ªa la reacci¨®n autoritaria, chulesca, engre¨ªda del nov¨ªsimo Presidente de la Federaci¨®n, Rubiales. Dos fechas antes del comienzo del Mundial, lo sensato y generoso habr¨ªa sido encajar con flema el desm¨¢n ajeno y esperar al t¨¦rmino del campeonato, poniendo por delante los mencionados trabajo e ilusi¨®n. No pod¨ªa ser tan ingenuo como para creer que semejante rabieta no iba a desconcertar, desestabilizar y desalentar a los jugadores, como sucedi¨®. Tuvimos que soportar partidos narcotizantes, en los que el bal¨®n iba de un lado a otro sin prop¨®sito, como si se hubieran olvidado de que el f¨²tbol consiste en meter goles para ganar. Infinitos pases horizontales y hacia atr¨¢s, un equipo deprimido y sin la menor incisividad, con un portero est¨¢tico que contagiaba al resto. Era f¨¢cil prever que ocurrir¨ªa algo as¨ª. El cabreo del ofendido Rubiales se impuso sin cortafuegos, sin consultar ni escuchar. Como a menudo acontece en Espa?a, en cuanto a alguien se lo elige o nombra algo, se inviste de autoritarismo; es como si se dijera en el acto: ¡°Se van a enterar de que ahora mando yo. A m¨ª nadie se me sube a las barbas, y decapito a quien ose hacerlo, aunque con ello destroce el trabajo de cuatro a?os y la ilusi¨®n de millones¡±. As¨ª funciona todo aqu¨ª, por fortuna con bastantes excepciones. Ese es el m¨¢ximo legado silencioso franquista, la verdadera pervivencia del dictador. El ego¨ªsmo de cada parte, que se ha de dar por descontado, y la destemplanza y engreimiento de muchos al alcanzar el poder, cualquier poder. M¨¢s alarmante que la permanencia de los restos de Franco en su tenebroso mausoleo es el estilo de mando que de ¨¦l han heredado numerosos cargos democr¨¢ticos de derechas e izquierdas, ll¨¢mense Gallard¨®n, Botella, Carmena, Torra/Puigdemont, Villar, Rubiales o Colau. Por no hacer la lista m¨¢s larga.
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