As¨ª ¡®sobreviv¨ª¡¯ a una feria del marisco en Galicia
Percebes, ribeiro y 'reggaeton': una mezcla improbable pero de eficacia probada cada a?o en Corme (A Coru?a)
Son las cuatro y media de la tarde, llevo en el cuerpo una botella de ribeiro y estoy buscando mi coche (hoy le toca conducir a mi esposa). Me consta que lo he dejado en una cuneta, a 2.5 kil¨®metros de Corme (A Coru?a), en una buc¨®lica carretera de monta?a de apenas dos metros de ancho (y doble sentido) flanqueada por tupidos bosques y siseantes molinos e¨®licos (nunca, por cierto, hab¨ªa estado tan cerca de uno de estos aparatos). Confiaba en que el vino me hiciera olvidar que, a la vuelta, tendr¨¦ que caminar esa distancia cuesta arriba por empinadas pendientes. ?Qu¨¦ hace mi coche familiar ¡ªde un tama?o que hace que algunos lo llamen ¡°furg¨®n¡±¡ª tirado en mitad de los montes gallegos? Todo ha sido por los percebes.
La gente empieza a dejar los veh¨ªculos en la cuneta y prosigue andando. Me encomiendo al ¡°all¨¢ donde fueres¡±, a sabiendas de que por llevar a tres ni?as peque?as por una carretera sin arc¨¦n no me van a dar la medalla al mejor padre
Estoy en Corme (a unos 60 kil¨®metros de La Coru?a), en la Costa da Morte, donde este s¨¢bado se celebr¨® la 26? edici¨®n de la Festa do Percebe, una de las muchas exaltaciones gastron¨®micas que en Galicia se organizan en verano en torno al marisco. Cada rinc¨®n de aquella comunidad, por peque?o que sea, saca pecho de sus bondades culinarias para disfrute del visitante. Y el marisco se lleva la palma. Fastos en honor del berberecho, el pulpo, la almeja, el mejill¨®n y la vieira salpican en julio y agosto la geograf¨ªa gallega, pero tambi¨¦n org¨ªas dedicadas al vino, el pan, la patata, el lac¨®n o el pimiento.
Nunca hab¨ªa estado en una de esta magnitud, y lo primero que me sorprende, mientras conduzco hacia Corme, es precisamente eso: su magnitud. Ya en el pueblo anterior, un atasco presagia multitudes. Est¨¢n desviando el tr¨¢fico por un sendero que se adentra en la espesura. Avanzamos tan r¨¢pido como cualquier lunes en hora punta en el centro de Madrid. Vislumbro que la gente empieza a dejar los veh¨ªculos en la cuneta y prosigue andando. Me encomiendo al ¡°all¨¢ donde fueres¡±, a sabiendas de que por llevar a tres ni?as peque?as (como es mi caso) por una carretera sin arc¨¦n no me van a dar la medalla al mejor padre.
Como destaca Lois Carballedo, alcalde de Ponteceso (municipio al que pertenece Corme), esta feria no es como las dem¨¢s. ¡°Algunos tienen la idea de que en las fiestas del marisco, como hay un mogoll¨®n de gente, se baja la calidad del producto¡±, nos dice dos d¨ªas despu¨¦s. ¡°La Fiesta del Percebe se caracteriza precisamente porque tiene un list¨®n alt¨ªsimo en la calidad. Nunca ponen percebe que no tenga una calidad media-alta, como poco¡±. Calcula que se habr¨¢n despachado 800 kilos de este crust¨¢ceo a alrededor de 10.000 comensales. ¡°Cada a?o la participaci¨®n aumenta un 20%¡±, a?ade el corregidor. Como enseguida compruebo, hay otro perfil de visitante no menos numeroso.
En las calles se agolpa el gent¨ªo. Una muchedumbre bastante homog¨¦nea, integrada en su mayor parte por j¨®venes con camisetas de colores, como si formaran equipos, ha tomado esquinas y plazas. Le pregunto a un chico por el puerto, donde despachan el percebe, y me remite, por gestos, a una zona bastante alejada de all¨ª. Como si la cosa no fuera con ¨¦l. Entonces, ?qu¨¦ diantres hace toda esta muchachada en Corme?
Le comento estupefacto a mi pareja que todo aquello me parece una mezcla entre una convenci¨®n de despedidas de soltero y un macrobotell¨®n. Ella, tras observar que he estado en pocas fiestas de pueblo, me ilustra: ¡°Son los mozos de las pe?as¡±.
¡°Algunos tienen la idea de que en las fiestas del marisco, como hay un mogoll¨®n de gente, se baja la calidad del producto, pero la Fiesta del Percebe se caracteriza precisamente porque tiene un list¨®n alt¨ªsimo en la calidad"
La masa juvenil se extiende multicolor en direcci¨®n al puerto, y se aglutina alrededor de una carpa donde se pincha reggaeton. Quienes no bailan est¨¢n apalancados en el suelo, rodeados de botellas, unas de licor, otras de refresco. Es una evidencia: aunque sus camisetas fluorescentes luzcan esl¨®ganes como ¡°Percebe e cop¨®n, menudo ceboll¨®n¡±, esta gente pasa ol¨ªmpicamente del percebe.
¡°La fiesta tiene muchas caras, y otra es el macrofestival juvenil en la calle. Es un festival tipo rave, con m¨²sica disco, moderna, como pistoletazo de salida del verano. Vienen de toda Galicia¡±, dice Lois Carballedo, que estima en otras 10.000 personas las que han venido con ese prop¨®sito. ?Que confluyan las dos fiestas no perjudica el evento del percebe? El pueblo se colapsa entre quienes se van a gastar 80 euros en marisco y quienes solo van a soltar unas monedas en el autoservicio asi¨¢tico, algo que pueden hacer cualquier otro d¨ªa del a?o (vale, se nota que estoy cabreado por lo del coche). ¡°Lo que nos gusta es que la gente joven recorra el pueblo, lo patee, y pare en 15 o 20 bares. ?Que tiene alguna incidencia el tema del botell¨®n? En eso tenemos que ir haciendo mejoras¡±, concede el alcalde. Ciertamente, el ambiente es tranquilo y ambas multitudes conviven en ebria armon¨ªa.
En el espacio portuario reservado al marisco, varios centenares de comensales de una edad media a todas luces superior devoran la comida con gesto de felicidad bajo una gran carpa. Abundan las familias. Busco una mesa, despu¨¦s de haber guardado cola para comprar t¨ªquets por valor de dos raciones de percebe con patatas, cinco de empanada, una botella de ribeiro (era m¨¢s barato que el albari?o), dos bandejas para llevar las viandas (supongo que un paisano se ha pasado toda la noche grapando planchas de contrachapado para confeccionarlas) y un cuenco de barro para el vino que mi hija mayor (ocho a?os) guardar¨¢ como recuerdo. Y empieza el fest¨ªn.
Los percebes, del tama?o de un dedo pulgar, son de los que hacen que a uno se le salten las l¨¢grimas. Los 20 euros de cada raci¨®n est¨¢n pero que muy bien invertidos. El alcalde me explica por qu¨¦ saben tan ricos. ¡°La feria se celebra cuando la marea lo permite, que suele ser la segunda o tercera semana de julio. Esa zona, que se llama Cabo Roncudo, est¨¢ cerrada [a la pesca] y solo se abre dos veces al a?o: en Navidad y para la Fiesta del Percebe. Por las caracter¨ªsticas del mar de la Costa da Morte, que es muy batido, muy fuerte, y la riqueza de la r¨ªa, el percebe de Roncudo es considerado el mejor del mundo. Tanto por el tama?o como por el sabor, es excepcional¡±. Tambi¨¦n se ofrec¨ªa pulpo y churrasco, pero es la Festa do Percebe y concentro en este mi presupuesto.
Reina el alborozo. A mi espalda escucho el ruido de una botella que se estampa contra el suelo, seguido de una risotada de var¨®n. Fuera de la carpa, sobre un escenario anexo, un incongruente d¨²o musical interpreta ¨¦xitos de?reggaeton, rancheras y Viva el pasodoble a un volumen que hace que seguramente los percebes que todav¨ªa no han sido capturados salgan huyendo. Preferir¨ªa deleitarme con las mu?eiras de una agrupaci¨®n musical de la zona, e intuyo que no soy el ¨²nico, a juzgar por la atenci¨®n que la mayor¨ªa de los presentes dispensa a la esforzada cantante y el polifac¨¦tico organista. Pese a todo, una pareja mayor improvisa un baile agarrado a los pies del tablado; algo m¨¢s lejos, de modo que la gente tiene que esquivarlas para que no les tiren los platos de percebes, son dos se?oras las que se entregan a las cadencias del pasodoble.
Paso el rato que me habr¨ªa gustado dedicar a la sobremesa buscando mi coche por el monte, tomando nota mentalmente de que a este tipo de eventos no puede uno pretender llegar a las dos de la tarde y encontrarse las calles y plazas vac¨ªas, a su disposici¨®n. Aun as¨ª, por citar una frase que oigo mucho ¨²ltimamente, ¡°me compensa¡±. Ahora bien, como ac¨¦rrimo enemigo del senderismo (m¨¢s si se practica en chanclas), solo espero que, cuando por fin haya logrado localizar mi coche, haya consumido las calor¨ªas suficientes para quemar este delicioso men¨².
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