La autocr¨ªtica pendiente

Tras la decisi¨®n de los jueces de Schleswig-Holstein de extraditar a Carles Puigdemont solo por un posible delito de malversaci¨®n es obligado hacer una severa cr¨ªtica a la forma en la que se ha afrontado el desaf¨ªo secesionista desde la pol¨ªtica espa?ola. Son muchos los errores cometidos desde que Artur Mas llev¨® a cabo la consulta soberanista en 2014, hasta la ¨²ltima fase del proc¨¦s en septiembre y octubre pasados. Si el Gobierno de Mariano Rajoy, responsable m¨¢ximo pero no ¨²nico, hubiera hecho pol¨ªtica para defender el orden constitucional, hoy la justicia espa?ola no estar¨ªa al pie de los caballos en Europa. La fortuna para Puigdemont, pese a su temeraria acci¨®n de visitar Finlandia para acabar huyendo en coche, fue que su detenci¨®n se hiciera en ese singular landfronterizo con Dinamarca, cuya pertenencia a Alemania se decidi¨® tras diversas guerras en el siglo XIX y la celebraci¨®n de un plebiscito al final de la Primera Guerra Mundial.

La historia de Schleswig-Holstein anticipaba que no era el mejor lugar para lograr una f¨¢cil extradici¨®n, aunque era dif¨ªcil imaginar que sus jueces acabar¨ªan extralimit¨¢ndose en la aplicaci¨®n de la euroorden y haciendo un enjuiciamiento paralelo con sorprendentes conclusiones. Por ejemplo, afirman que el expresident solo ve¨ªa el refer¨¦ndum como un preludio de las negociaciones con el Gobierno espa?ol, o que no cabe ni tan siquiera atribuirle una responsabilidad penal por ¡°quebrantamiento de la paz¡± porque no era el ¡°l¨ªder espiritual de la violencia¡± ocurrida el 1 de octubre. Todo ello sin interrogar a testigos ni disponer de nada m¨¢s que de la informaci¨®n de la fiscal¨ªa confrontada con los argumentos de la defensa.

Pero si la justicia espa?ola se encuentra en un callej¨®n de dif¨ªcil salida es porque pol¨ªticamente se dej¨® hacer en Catalu?a, incongruencia que no pasa inadvertida a los jueces alemanes. ?Por qu¨¦ se opt¨® por judicializar un desaf¨ªo penalmente escurridizo en lugar de darle una respuesta pol¨ªtica mucho antes con la Constituci¨®n en la mano? Ahora se paga con creces el error de no haber activado el art¨ªculo 155 a principios de septiembre. La debilidad del Estado es el resultado del autoenga?o que practicaron los partidos constitucionalistas hasta el final, de su desuni¨®n y del cortoplacismo que siguen practicando en medio de una crisis que no se ha cerrado aunque el proc¨¦s haya concluido con el fracaso de la unilateralidad. El quietismo rajoyista ha resultado catastr¨®fico, pero creer que el di¨¢logo hubiera evitado el choque resulta naif. De la misma forma que se pide al independentismo que haga autocr¨ªtica, el constitucionalismo necesita otro tanto. Hoy las circunstancias han mejorado algo, pero los partidos siguen sin una estrategia compartida ante un problema que, como declar¨® Pedro S¨¢nchez en EL PA?S, no va a resolverse en un a?o ni en dos, ni en cinco ni seis.