Macron, ?giro a la izquierda?
El presidente franc¨¦s mejora la econom¨ªa pero no ha hecho gui?os a las pol¨ªticas sociales
La locuci¨®n adverbial ¡°en m¨ºme temps¡± (al mismo tiempo) es una de las favoritas de Emmanuel Macron. De hecho, muchos franceses la utilizan ahora con sorna, imitando a su presidente. Cuando lleg¨® al El¨ªseo hace 15 meses, Macron asegur¨® que ven¨ªa ¡°al mismo tiempo¡± a liberalizar y proteger, a velar por los ¡°perdedores de la globalizaci¨®n¡± y a embridar el d¨¦ficit. Su partido, En Marche!, se vendi¨® como la superaci¨®n del eje tradicional izquierda y derecha ¡ªy eso que en Francia siempre se ha dicho que quien no es de izquierdas ni de derechas no es de ninguna parte¡ª. Pero Macron, exbanquero transformado en octavo presidente de la V Rep¨²blica, quer¨ªa abarcarlo todo. ¡°Si no reformo radicalmente el pa¨ªs, ser¨¢ peor que no haber hecho nada¡±, declar¨®.
Su apuesta era inmensa si recordamos que el 43% de los electores franceses votaron a favor de opciones extremas: el que todav¨ªa se llamaba Frente Nacional de Marine Le Pen, y La France Insoumise de Jean-Luc M¨¦lenchon.
Un a?o m¨¢s tarde, el macronismo ha ense?ado su pata derecha pero le falta mostrar la izquierda. Reci¨¦n elegido, el presidente m¨¢s joven de la historia de Francia apunt¨® alto torpedeando lo que hasta entonces eran vacas sagradas. La reforma del mercado laboral, que para ganar tiempo aprob¨® por decreto, ha flexibilizado la contrataci¨®n y el despido, fijando un tope a las indemnizaciones. Los sindicatos han perdido peso en la negociaci¨®n. Se ofrecen m¨¢s facilidades a las empresas extranjeras para atraer la inversi¨®n y suavizar de paso el mito de la Francia proteccionista. Macron pas¨® la prueba de fuego: no logr¨® evitar las manifestaciones, pero s¨ª que se paralizara el pa¨ªs.
Despu¨¦s vino la reforma del ferrocarril, anatema en Francia. Y en proceso est¨¢n las del seguro de desempleo, las pensiones, eliminar 120.000 puestos de funcionarios, y una reforma constitucional para modificar los equilibrios entre Asamblea y Senado.
Bruselas confiaba en que el franc¨¦s relanzara el eje franco-alem¨¢n y diera aire al proyecto europeo
Y, sin embargo, sus apoyos se debilitan. Seg¨²n los ¨²ltimos sondeos para Le Figaro, su popularidad es del 32%, cerca del r¨¦cord desastroso de su predecesor, Fran?ois Hollande (27%). La derecha le reprocha su estilo (¡°gobierna solo¡±, ¡°es a¨²n m¨¢s vertical que Sarkozy¡±, ¡°no soporta que le contradigan¡±). El votante tradicional de izquierdas que vio en ¨¦l una opci¨®n frente al erial del Partido Socialista se siente vendido. Y lo peor: los entusiastas de origen, empresarios, ¨¦lites urbanas que celebraron quitarse los complejos de querer a la vez justicia social y ganar dinero, viven inmersos en una contradicci¨®n. Siguen considerando a Macron inteligente, pragm¨¢tico como para reconocer sus propios errores, y les gustar¨ªa seguir confiando en ¨¦l, pero reconocen que algo se ha roto. El Rey Macron, como se le llama, ha mostrado al mundo que Francia s¨ª se mueve (acaba de salir del procedimiento de d¨¦ficit excesivo por primera vez en nueve a?os), pero ha sido incapaz de gui?os a las pol¨ªticas sociales, a los migrantes, a la distribuci¨®n de la riqueza. El ¡°en m¨ºme temps¡±, de momento, no existe.
?l lo sabe. Lo reconoci¨® impl¨ªcitamente en su discurso del Congreso de Versalles hace unos d¨ªas. Noventa minutos ante 900 parlamentarios, en los que quiso desactivar la imagen del gobernante solo, arrogante, aquejado de esa monarquizaci¨®n que se le reproch¨® antes a otros, que con su mayor¨ªa absoluta ha convertido el Hemiciclo en un espacio ¨¢tono donde apenas se debate. Macron dijo solemne que le mov¨ªa la ¡°humildad¡± y que no se olvidaba del miedo y la c¨®lera de los franceses que le hab¨ªan llevado al poder. Asumi¨® el desfase entre sus reformas y el resultado que perciben los ciudadanos.
?Tiene margen para virar a la izquierda? De momento ha desmontado un clich¨¦: entonar el mea culpa nunca se ha visto presidencial (en 1969, cuando De Gaulle se sinti¨® desautorizado por el refer¨¦ndum lleg¨® a la conclusi¨®n de que era hora de retirarse; lo mismo hizo Lionel Jospin en 2002). Pero se esperan de ¨¦l gestos concretos. Tanto que insiste en ¡°ser fuertes para poder ser justos¡±, ahora tendr¨¢ que compaginar un menor crecimiento econ¨®mico (1,8% previsto para este a?o) con la reducci¨®n de las desigualdades sociales y territoriales.
En la UE no se lo est¨¢n poniendo f¨¢cil. Bruselas confiaba en que junto a Angela Merkel pudiera relanzar el eje franco-alem¨¢n, darle aire al proyecto europeo frente al populismo. Pero con una canciller presionada por sus socios de gobierno ante el auge de la ultraderecha, Macron pierde empuje. En casa le acusan de liberal. Y para el ala m¨¢s liberal de Europa, como dijo el primer ministro de Holanda, Mark Rutte, Macron sigue siendo un franc¨¦s.
Ana Fuentes es periodista.
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