Ese festival que tanto te gusta existe (tambi¨¦n) gracias a ellos
La arquitecta que pide vacaciones para ir de camarera, la auxiliar a la que intentan sobornar en la zona VIP, el t¨¦cnico de sonido que llega cuando t¨² te vas... Hablamos con alguno de los 1.200 trabajadores que hacen posible el BBK
Lorena Molina, de 36 a?os, tiene una especie de doble identidad: arquitecta en invierno, camarera en verano. Esta alicantina de 36 a?os repasa los suministros concienzudamente a primera hora de la tarde del segundo d¨ªa del BBK Live, que acaba de cerrar su 13? edici¨®n con todas las entradas vendidas. "En 2009 un grupo de amigos se apunt¨® para trabajar en el FIB (Benicassim), yo me anim¨¦ y desde entonces cada verano cojo vacaciones para trabajar en festivales, me encanta, me divierto y es una forma de escuchar a los grupos que me gustan", cuenta. Tras del FIB, llegaron el Sonisphere, el Arenal (Burriana), el Low (Benidorm) y el BBK, y casi diez a?os despu¨¦s este verano ha vuelto a ponerse al mando de una barra. Neuman suena de fondo en estos primeros compases de viernes por la tarde en el monte Kobetas.
"Nadie nace aprendido, hay que estar pendiente de no quedarse sin suministros, ejercitar la memoria para acordarte de ocho cubatas distintos sin repreguntar mucho y prepararte para cuando van a cambiar de un escenario a otro, porque sabes que ah¨ª va a venir un golpe de gente", cuenta. Lo que m¨¢s recuerda de la primera vez que trabaj¨® en una cita como estas fue lo sucia que acabas el turno. "Cuando no te tira cerveza un compa?ero que pasa por detr¨¢s, son los pies los que se manchan", se r¨ªe.
En el festival vasco han trabajado este a?o unas 1.200 personas, seg¨²n el dato que aporta su director, Alfonso Santiago. Son auxiliares, seguridad, camareros, conductores de autob¨²s... El coste de la producci¨®n asciende a unos cinco millones de euros de los ocho que tiene en total de presupuesto. El entorno es privilegiado, pero eso tambi¨¦n supone un coste adicional para hacer que todo funcione perfectamente y la movilidad entre el monte y la ciudad sea fluida.
Alba camina por las inmediaciones del escenario Heineken, donde en breve empezar¨¢ a sonar Porches. Lleva a la espalda su mochila de cerveza y la gente se acerca con su vaso (mini, cachi, litro...la denominaci¨®n la dejamos a gusto de la regi¨®n) para rellenar. "Soy de Valladolid, pero vivo en Salamanca. Un conocido se meti¨® a trabajar de esto para sacarse un dinero y me pareci¨® buena idea. Ya trabaj¨¦ en el concierto de Sabina, all¨ª en Salamanca y ahora aqu¨ª", cuenta esta licenciada en Humanidades de 23 a?os.
En medio de cualquier concierto se vislumbran las banderitas y luces que anuncian la llegada de los denominados, con cari?o, mochila man/woman, que penetran con su preciada carga en la multitud mas encendida. "?Es bastante duro, creo que no volver¨¦ a trabajar de esto! Son muchas horas desde que llegas, coges la mochila...", dice con media sonrisa. Asegura que, en general, los asistentes al BBK han sido simp¨¢ticos: "Hay algunos m¨¢s pesados y otros que te dicen lo t¨ªpico de que les est¨¢s poniendo mucha espuma. Depende un poco de la franja de edad. Los j¨®venes te apoyan y te dan ¨¢nimos, en las franjas m¨¢s altas de edad se nota un poco m¨¢s de machirulismo".
La inmensa mayor¨ªa de los festivales est¨¢n asociados a una o varias marcas, con las que se al¨ªan bien para completar su presupuesto o para ofrecer nuevas experiencias. En el caso del BBK, una de ellas es Heineken, con la que el festival ha llevado por primera vez la m¨²sica al centro de Bilbao. "Ha sido un acto provocador, mostrar que podemos tomar las ciudades con cultura", explicaba el director del BBK en un encuentro con periodistas. "Las marcas siempre tienen que encontrar un punto com¨²n entre su identidad y lo que hace la gente, y para nosotros eso es la m¨²sica", explica una representante de Heineken. Es d¨ªficil entender en BBK sin las carpas verdes de la cervecera, a juego con el c¨¦sped del recinto.
El sector de los festivales representa en Espa?a un industria poderosa. Seg¨²n un estudio de la Asociaci¨®n de Promotores Musicales, cada uno de ellos genera de media 130 puestos de trabajo de forma directa y 230 de manera indirecta. En el caso de los macrofestivales, como el BBK, estas cifras se multiplican. El volumen total de empleos del mercado en todo el a?o se acerca a los 300.000.
Ferm¨ªn, de 23 a?os y de Bilbao, es trabajador del sector de la m¨²sica a tiempo completo. Es t¨¦cnico de sonido y reci¨¦n acabado su turno, a las ocho de la tarde del viernes, reflexiona sobre cu¨¢nta pasi¨®n tienes que tener para desempe?ar esta profesi¨®n: "Mucha gente no lo entiende, pero a m¨ª me encanta. Nosotros llegamos aqu¨ª a las siete de la ma?ana para empezar a montar para los ensayos, y algunos compa?eros a las seis". Reconoce que citas como esta, le dan la oportunidad de ver c¨®mo trabajan algunos de los grandes. "Los m¨¢s grandes traen sus equipos, as¨ª que nosotros solo estamos de apoyo, pero es guay verlos porque ves c¨®mo lo hacen. Para m¨ª las bandas m¨¢s guays para las que he montado han sido Chemical Brother y Prodigy", se?ala.
El cualquier esquina, en el camino de acceso al recinto, frente a los escenarios...El personal que construye con sus horas de esfuerzo un festival est¨¢ en todas partes con sus chalecos amarillos y naranjas fosforitos. Lorena, de 18 a?os y madrile?a, ya lleva unos cuantos. En este, le ha tocado controlar el acceso a la zona VIP, donde, revela, la han intentado sobornar: "Un chico anoche me dio 50 euros si le dejaba, entrar. No col¨®", cuenta ri¨¦ndose. Profesionalidad ante todo.
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