Y t¨² ?para qu¨¦ vas al parque?
El colectivo 'Green Bird' re¨²ne personas una vez al mes para limpiar Par¨ªs
Green Bird (P¨¢jaro verde, en ingl¨¦s) es una asociaci¨®n en su origen de ciudadanos japoneses residentes en Par¨ªs que no soportan la suciedad campante en la ciudad de la luz. Por ello en un d¨ªa del 2007 decidieron constituirse en asociaci¨®n y reunirse una vez al mes con el higi¨¦nico prop¨®sito de limpiar un lugar concreto de la capital francesa.
Hoy en d¨ªa se suman a la peculiar cita no s¨®lo expatriados japoneses sino parisinos de origen o de adopci¨®n tambi¨¦n deseosos de liberar a la ciudad de la basura reinante. Los voluntarios de la asociaci¨®n realizan la limpieza pertrechados con chalecos verdes donde se ve el logo de la asociaci¨®n y lo hacen inspirados por su slogan ¡°Una ciudad limpia es un esp¨ªritu ligero¡±.
Su p¨¢gina Facebook y su cuenta de Twitter, donde publican los nuevos d¨ªas y lugares de encuentro, est¨¢n escritas por igual en franc¨¦s y en japon¨¦s. De hecho, la pasi¨®n limpiadora de las ciudades no nace con este grupo. Green Bird tiene su origen en Tokio (Jap¨®n) en el 2003 y desde entonces se ha expandido m¨¢s all¨¢ de sus fronteras, b¨¢sicamente a cualquier lugar donde residen japoneses, quienes son educados desde la tierna infancia en el respeto por el medio ambiente y la necesidad de mantener el espacio pulcro. En la p¨¢gina web global del colectivo constan grupos Green Bird en Asia, en Europa, en Norteam¨¦rica y tambi¨¦n en dos pa¨ªses de ?frica: Ghana y Senegal.
La suciedad de nuestro rinconcito de la que nos desentendemos va a contribuir al desastre global
Quise sumarme a su ¨²ltimo encuentro parisino este mes de julio para adecentar la plaza de Clichy pero no pude asistir. As¨ª que me dije que iba a hacer de pajarillo verde aunque no estuviera acompa?ada de japoneses, ni contara con el chaleco verde de rigor ni tuviera su p¨¢gina Facebook donde publicitarlo. Porque a fin de cuentas no se trata de sumarse al grupo sino de imitarlo, de hacer como ellos aunque sea a peque?a escala en tu propio ¨¢mbito de actuaci¨®n. Ellos mismos cuentan que el objetivo final no es tanto limpiar Par¨ªs sino sensibilizar a los ciudadanos para que cada uno asuma su parte del pastel.
Cada d¨ªa bajo al parque que est¨¢ al lado de casa con mis tres ni?os y a menudo me oigo a m¨ª misma quejarme de la suciedad o, mejor dicho, de lo sucias que son algunas personas. Sucias y poco respetuosas con el espacio p¨²blico, un espacio que adem¨¢s es verde. As¨ª que de un tiempo a esta parte he decidido pasar de la queja a la acci¨®n. Antes bajaba al parque para que mis hijos se divirtieran. Ahora adem¨¢s aprovecho para limpiar la zona de juego y sus aleda?os. Ya s¨¦ que hay quien se ocupa de ello de manera profesional. Los jardineros que cortan el c¨¦sped recogen tambi¨¦n la porquer¨ªa que les sale al paso, pero no es suficiente. O en todo caso mi inacci¨®n me frustraba. Pasar a la acci¨®n me ha motivado y no s¨®lo a m¨ª.
Ayer una ni?a se sorprendi¨® de verme ataviada con un saco de basura y un par de guantes y se decidi¨® a acompa?arme por todo el parque para recoger, ella tambi¨¦n, los desechos, algunos incluso peligrosos como cubiertos de metal o trozos de vidrio. Fue la ocasi¨®n para explicarle a esa ni?ita que el papelito del caramelo que alg¨²n amiguito hab¨ªa abandonado inocentemente bajo el banco y la botella de bebida gaseosa, todo ello de pl¨¢stico, eran en realidad armas letales en potencia, porque iban a acabar en el oc¨¦ano, donde iban a contribuir a¨²n m¨¢s a destrozar la vida marina.
No s¨¦ si llegu¨¦ a convertir a Lara, que as¨ª se llama la ni?a, en pajarito verde, pero al menos pude explicarle un par de cosas sobre la necesidad de asear el parque, una necesidad que va m¨¢s all¨¢ de querer un espacio digno para nuestros hijos o una ciudad resplandeciente para los turistas. Lo terrible de la historia es que la suciedad de nuestro rinconcito de la que nos desentendemos va a contribuir al desastre global. O dicho de otra manera, la suciedad no conoce fronteras y no hay quien la frene, a no ser que nosotros nos hagamos cargo de ella.
Para hacerse cargo de la basura, hay que agacharse, y hay que doblar el espinazo, y hay que levantarse del banco donde hab¨ªas aposentado tranquilamente tus posaderas y hay que renunciar a leer tu libro o a consultar el correo en el m¨®vil, pero lo que est¨¢ en juego bien merece un peque?o sacrificio, ?no? ?Para qu¨¦ voy al parque? Para que mis hijos disfruten, claro est¨¢, pero tambi¨¦n para ofrecer a mis vecinos un marco m¨¢s agradable y tambi¨¦n, last but not least, para ayudar al planeta.
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