El peso de las palabras
La contienda pol¨ªtica adquiere m¨¢xima gravedad en torno al t¨¦rmino "rebeli¨®n"
Cada vez m¨¢s el lenguaje pol¨ªtico se encuentra sometido a un marketing que lo despoja incluso de contenido ideol¨®gico, del mismo modo que las t¨¢cticas ciclistas de equipo pueden desvirtuar la esencia de un deporte, hasta el triste espect¨¢culo de cinco corredores disput¨¢ndose el Alpe d'Huez al sprint.
Es as¨ª como el debate sobre nuestros nacionalismos se ha deslizado hacia la consagraci¨®n de la dualidad. En el caso vasco con la exclusi¨®n del t¨¦rmino Espa?a y su sustituci¨®n por un "conflicto" donde el adjetivo "vasco" refrendaba la hegemon¨ªa nacionalista; en el catal¨¢n, llevando a tirios y troyanos a suscribir el sintagma "Catalu?a y Espa?a", como si la separaci¨®n fuese ya un hecho. Falta habilidad para eludir las trampas. La m¨¢s frecuente es la personalizaci¨®n de los ataques independentistas en "el Rey"; l¨®gico, pero vendr¨ªa bien que las r¨¦plicas recordaran que ante todo es el jefe del Estado contra el cual aquellos luchan. La voluntad conciliadora tiene tambi¨¦n su precio al intentar situarse en el campo del adversario: "la crisis se resuelve votando", afirma Pedro S¨¢nchez. Normal que Tard¨¤ le exija inmediatamente autodeterminaci¨®n.
"La crisis se resuelve votando", afirma Pedro S¨¢nchez. Normal que Tard¨¤ le exija inmediatamente autodeterminaci¨®n
La contienda adquiere m¨¢xima gravedad en torno al t¨¦rmino "rebeli¨®n", aunque aqu¨ª haya aclarado el fondo del tema quien redact¨® el art¨ªculo 472 del C¨®digo Penal, Diego L¨®pez Garrido. Satisfecho de su labor, lo explica en forma militante, incluso al relatar que su redacci¨®n en 1995 respondi¨® a la demanda del PNV (que justo entonces emprend¨ªa la v¨ªa soberanista) y que requiriendo la violencia la tipificaci¨®n resultaba acotada a insurrecciones tipo Tejero. Otras conductas, como la proclamaci¨®n de independencia el 27-O, ser¨ªan solo casos de desobediencia y prevaricaci¨®n, sin penas de c¨¢rcel. Pasaba por alto el desencuentro entre los dos componentes de su propia definici¨®n: "alzarse p¨²blicamente en desobedecer y resistir", lo que evidentemente sucedi¨®, y "enfrentarse violentamente al poder leg¨ªtimamente constituido", con lo cual el recipiente se vaciaba solo. ?Importancia de lo primero carg¨¢ndose el orden constitucional? Al parecer, ninguna.
Para el tribunal alem¨¢n no hac¨ªa falta ese encaje de bolillos. Con proclamar en sus autos incluso la "identidad" entre un mot¨ªn en Francfurt y los sucesos catalanes, e insistir luego sobre la voluntad de? "acci¨®n pac¨ªfica" de Puigdemont, tiene bastante para absolverle en lo esencial. La estimaci¨®n de los hechos deviene simple caricatura. Contra eso no pod¨ªan luchar los aciertos o los errores del juez Llarena. Y se abre el espacio para el tuit de descalificaci¨®n, lanzado sin argumentos ni an¨¢lisis. Es el viral "Llarena d¨¦jalo", muestra de la conversi¨®n del discurso en clarinazo demag¨®gico. ?xito garantizado.
?Antonio Elorza es catedr¨¢tico de Ciencia Pol¨ªtica.
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