Alguien que te ladre
En un relato de Carver un matrimonio pierde a su hijo el d¨ªa de su cumplea?os, y el pastelero se queda sin cobrar la tarta
Lunes
Esta frase ins¨®litamente l¨²cida, no por el autor sino por el pa¨ªs al que la dirige, de Fernando Savater en el peri¨®dico que a¨²n tengo por casa: ¡°Creo que uno de los m¨¢s importantes objetivos de la educaci¨®n es que los ni?os conozcan las alternativas que existen a los prejuicios de sus padres (¡) Educamos para vivir en sociedad, no s¨®lo en familia¡±.
¡°A los que me conocieron y olvidaron, pues me dieron el trato que debemos esperar de los dioses propicios. A quienes he defraudado, a quienes han sufrido por mi causa. A mis enemigos, con agradecimiento por la atenci¨®n que me prestan. A los que se han re¨ªdo conmigo y de m¨ª. A todo el que un d¨ªa me dijo sinceramente: ¡®Estoy de tu lado¡¯. A las que se fueron y a la que vendr¨¢. A mis amigos y a ti, por si quieres llegar a serlo". Es De Invitaci¨®n a la ¨¦tica, de Savater, y me gusta repet¨ªrmelo cada cierto tiempo.
Martes
Manu, 5 a?os, quiere ir ma?ana al m¨¦dico para que le saque las cosas que ¨¦l cree que existen pero en realidad no existen. Se las enumera a su madre en cama, a punto de dormirse, sollozando: ¡°Zombis, esqueletos y brujas¡±. ¡°Pero no existen¡±, le dice ella. ¡°Quiero ir al m¨¦dico para que me saque cre¨¦rmelo¡±. Manu, en definitiva, quiere extirpar la fe, y pide llorando que se lo haga la ciencia. Lo dije ya una vez, cuando segu¨ªa reclamando que le limpiasen el culo ya sabiendo ¨¦l limpi¨¢rselo solo: nunca ser¨¢ tan adulto como a los cinco a?os, mi Benjamin Button moral.
Calamaro a la mesa, m¨¢s delgado y m¨¢s concentrado que de costumbre; vuela el s¨¢bado a grabar disco. No se saca las gafas de aviador quiz¨¢s desde el a?o 1997, cuando la portada de Alta suciedad. Pero de repente, cuando se despide, se las saca y las regala. Pienso en eso al llegar a casa: creemos que algo es imprescindible hasta que lo regalamos. Sin embargo, si lo perdemos o lo rompemos se convierte en algo a¨²n m¨¢s importante. Es como la soledad o el antimadridismo: cuando se disfruta realmente es cuando se elige; en el momento en que no es voluntario se convierte en un drama.
Mi¨¦rcoles
Del esc¨¢ndalo de las grabaciones de Villarejo a Corinna s¨®lo recordar¨¦ mi encontronazo con el jefe de los servicios secretos espa?oles, el general F¨¦lix Sanz, al que me presentaron una vez y me dijo que me escuchaba todas las ma?anas, y al empezar a temblar yo, porque he tenido ma?anas antol¨®gicas, me aclar¨® r¨¢pidamente: ¡°?En la radio, en la radio!¡±.
De todos modos, mi an¨¦cdota preferida del director del CNI fue cuando acudi¨® a presentar la biograf¨ªa de Jos¨¦ Mar¨ªa Garc¨ªa que escribi¨® Vicente Ferrer. Con ellos estaba Ra¨²l del Pozo. Ten¨ªa prisa Sanz Rold¨¢n, as¨ª que cuando acab¨® su intervenci¨®n pidi¨® perd¨®n e hizo amago de levantarse, a lo que Garc¨ªa dijo algo as¨ª como: ¡°Mi general, usted de aqu¨ª no se mueve¡±. Y ya pod¨ªan haberse estrellado dos aviones comerciales en las Kio, que el jefe de los esp¨ªas, refunfu?ando, tuvo que esperar a que Garc¨ªa diese la orden para que el Estado volviese a funcionar.
Jueves
Cuando ten¨ªa 19 a?os y entr¨¦ por primera vez en una redacci¨®n, en el feliz tiempo de la linotipia, me encargaron una entrevista a Jos¨¦ ?ngel Hevia, que estaba ese d¨ªa en Pontevedra. La concert¨¦, y despu¨¦s de una tarde mare¨¢ndome de un lado a otro, no me la dio. Yo ten¨ªa una p¨¢gina, y en ciertos peri¨®dicos, como en ciertas vidas, no hay segundos actos: Hevia no se pod¨ªa mover de esa p¨¢gina, hablase con ¨¦l o no. En otro momento de mi vida con m¨¢s ¨¦pica la hubiera inventado, pero entonces a¨²n no sab¨ªa que muchos entrevistados prefieren hacer las preguntas y que los periodistas se encarguen de las respuestas. As¨ª que cont¨¦ en la p¨¢gina destinada a entrevistar a Hevia lo muy frustrado que me sent¨ªa por no poder entrevistarlo. Bajo el esp¨ªritu de ¡°gaiteritos a m¨ª¡±, escrib¨ª muchas l¨ªneas furiosas. Con tan mala suerte que levant¨® tanta pol¨¦mica y fue tan comentado en las cafeter¨ªas de costumbre que durante dos meses cada vez que nos concertaban una entrevista, y nos la daban, cog¨ªamos un cabreo tremendo por la sencilla raz¨®n de que no pod¨ªamos expresarlo. Luego descubr¨ª que aquel era todo un g¨¦nero, y no me sent¨ª mejor. He recordado esta historia porque buena parte los periodistas deportivos considera una mala elecci¨®n, o una elecci¨®n pol¨¦mica, la de Luis Enrique como seleccionador por sus problemas con ellos. Que es, parad¨®jicamente, la mejor raz¨®n por la que Luis Enrique entrene a Espa?a, viendo lo bien que sali¨® con Luis Aragon¨¦s.
Viernes
Este verso de Jon Benito que me env¨ªa B. de madrugada, el ¨²nico momento del d¨ªa en que merecen la pena los whatsapps: ¡°Dime que somos los ¨²ltimos en sentir el mundo de cierta manera¡±.
Cuando llego a Trafalgar Square me empiezo a poner colorado de una forma que ni yo, que nunca me pongo colorado por fuera, entiendo. Resulta que nunca hab¨ªa estado en Londres. Me hab¨ªa convencido de que s¨ª para salir del paso en esas conversaciones comprometidas que se tienen a los 25 a?os con gente nueva. Porque una vez hab¨ªa parado all¨ª camino a Addis Abeba, y ni idea de si llegu¨¦ a salir del aeropuerto o me acerqu¨¦ a dormir a un hotel de los alrededores. Pero yo, en Londres, en la puta vida. Y menos mal que me doy cuenta solo, ah¨ª encarnado en mitad de la plaza, antes de empezar a caminar como alma que lleva el diablo prometi¨¦ndome a m¨ª mismo que nunca volver¨¦ a no ver Londres. Y cuando empiezo a apaciguarme, una se?ora muy amable se dirige a m¨ª para preguntarme algo y entonces me doy cuenta, ag¨¢rrate, de que no s¨¦ ingl¨¦s. De que cada vez lo leo y lo entiendo mejor, pero cuidado con que abra la boca, porque me sale antes un ladrido que un hello. Y as¨ª me vuelvo al hotel, pensando en qu¨¦ hab¨ªa hecho con mi vida hasta ahora y hasta d¨®nde hab¨ªa llevado el autoenga?o, si nunca hab¨ªa estado en Londres y nunca supe ingl¨¦s, y a¨²n menos mal que ¡ªtuve que sacar el DNI para comprobarlo¡ª me sigo llamando Charles.
Domingo
Aquella frase que Miguel Sanfeli¨² escuch¨® una vez: ¡°Desde que me separ¨¦ de mi mujer todo lo que me pasa est¨¢ en Los 40 Principales¡±.
Leo un relato de Carver que me da una pena tremenda, no porque se le haya muerto el hijo a los protagonistas, sino porque le hubiesen dejado encargado a un pastelero la tarta de cumplea?os y el pastelero, que sin saber que hab¨ªa muerto el cr¨ªo les hace la vida imposible para cobrarse la tarta, les confiesa: lleva toda la vida haciendo pasteles de cumplea?os, de bodas, de fiestas infantiles, de celebraciones sociales, y cuando termina su trabajo se va para su casa solo, as¨ª toda su vida. Cierro el libro pensando en que todos los pasteleros deber¨ªan tener familia, o alguien que les ladre, o que les diga hello al llegar a casa.
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