Tragar sapos
Es la selecci¨®n natural ayudada por la selecci¨®n artificial
La idea parec¨ªa buena, y al fin y al cabo estaba inspirada en unas tecnolog¨ªas agr¨ªcolas casi tan viejas como la propia agricultura: domesticar gatos para que se comieran a las ratas, luego perros para que se comieran a los gatos, y as¨ª sucesivamente. En las plantaciones de ca?a de az¨²car del norte de Australia, el gran problema en las primeras d¨¦cadas del siglo XX era la plaga del escarabajo de la ca?a, un nativo australiano con una inusitada voracidad por ese dulce cultivo de origen americano. As¨ª que los due?os de las plantaciones decidieron importar al mayor tragaldabas de escarabajos que se conoc¨ªa en el mundo: el sapo de ca?a (Rhinella marina),tan americano como el propio cultivo azucarero y que parec¨ªa ejercer un buen control de plagas no solo en Sudam¨¦rica y Centroam¨¦rica, sino tambi¨¦n en las islas del Pac¨ªfico donde se hab¨ªa introducido.
As¨ª pues, los azucareros australianos importaron desde Hawai 102 sapos de ca?a en junio de 1935. En solo dos meses mantenidos en cautividad, los sapos se reprodujeron tan bien que los cultivadores pudieron soltar 3.000 ejemplares por las plantaciones del norte. Hoy ya son unos 200 millones, y en su avance hacia el Oeste incluso ha evolucionado para tener unas patas m¨¢s largas que le permitan llegar m¨¢s lejos. Lo que en los a?os treinta parec¨ªa una t¨¦cnica natural de control de plagas se ha convertido en una de las mayores pesadillas para la fauna local australiana, y en particular para el simp¨¢tico quoll, o cuol, un marsupial del tama?o de una ardilla que es lo bastante ceporro como para comerse a esos sapos asquerosos, que pueden medir 15 cent¨ªmetros y pesar hasta m¨¢s de dos kilos. Como son muy venenosos, los quolls est¨¢n desapareciendo del mapa debido a sus p¨¦simos h¨¢bitos alimentarios.
Como en el caso de otras especies invasoras, erradicar al sapo de ca?a del continente oce¨¢nico parece imposible. Pero los ecologistas han tenido una idea rompedora que, al menos, puede salvar de la extinci¨®n al quoll. Con tanto sapo t¨®xico por todas partes, los naturalistas han podido detectar un peque?o n¨²mero de quolls que han desarrollado una aversi¨®n natural a tragar sapos. Los investigadores los han seleccionado, los han cruzado entre s¨ª y con otros ejemplares y han comprobado que el disgusto por tragar sapos se transmite a su prole. Ahora los est¨¢n mezclando con las poblaciones del campo. Si todo va bien, el quoll se salvar¨¢ por un m¨¦todo simple y eficaz de evoluci¨®n acelerada. Es la selecci¨®n natural ayudada por la selecci¨®n artificial.
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