?zil y Mbapp¨¦: el f¨²tbol como arma de propaganda
El brillante triunfo de Francia en el Mundial genera elogios hacia los futbolistas con ancestros africanos mientras en Alemania se ataca al jugador de origen turco
Las victorias son amables y f¨¢ciles de digerir; las derrotas envilecen y aventan todo tipo de recelos. Ocurre en el mundo de la pol¨ªtica tanto como en el del deporte. El brillante triunfo de Francia en el Mundial de f¨²tbol ha generado una cascada de elogios (tambi¨¦n alguna cr¨ªtica desaforada) hacia los futbolistas de la selecci¨®n, independientemente de sus ancestros. Solo cuatro de las 23 figuras de los bleus son hijos de varias generaciones galas, y m¨¢s de la mitad tienen ra¨ªces africanas. Son el fiel reflejo de la Francia del siglo XXI: una sociedad mestiza y global, abierta al mundo y tolerante, en la que caben Griezmann y Mbapp¨¦, que son representantes no solo de la Francia tricolor sino de la multicolor, como dir¨ªa el expresidente Jacques Chirac.
En Alemania, implacablemente derrotada, la integraci¨®n racial se ha visto desde otro prisma. Mesut ?zil ha anunciado que deja la selecci¨®n germana tras acusar al presidente de la federaci¨®n, el exdiputado de la Uni¨®n Dem¨®crata Cristiana Reinhard Grindel, de no aceptarlo como alem¨¢n. Algunas viejas glorias de la Bundesliga han echado le?a al fuego al apuntar que ?zil no siente los colores de la camiseta.
Tras la decisi¨®n del jugador alem¨¢n de origen turco se esconde un brote (uno m¨¢s) de xenofobia en un pa¨ªs en el que la ultraderecha va ganando posiciones con un discurso de ataques furibundos hacia los inmigrantes. El detonante de la campa?a contra el mediapunta del Arsenal ha sido una fotograf¨ªa en la que aparece junto al presidente turco, Erdogan, durante su visita a Londres hace pocos meses. Para acallar (o atizar, seg¨²n se mire) la pol¨¦mica, la prensa ha recuperado im¨¢genes del jugador con Merkel.
?zil ya ha dicho que no quiere ser el chivo expiatorio de una triste derrota y ha lamentado que ¨¦l es tratado como alem¨¢n cuando la selecci¨®n germana gana y como inmigrante cuando pierde. Se queja de que no es aceptado por una sociedad en la que anida el racismo y da muestras de que la integraci¨®n de los for¨¢neos no es tan id¨ªlica como parec¨ªa hace cuatro a?os. Porque en 2014 vivi¨® la otra cara de la moneda. La selecci¨®n alemana, con la Copa de campeones conquistada en Brasil, fue vitoreada como ejemplo de multiculturalidad y ¨¦l fue uno de aquellos h¨¦roes ensalzados.
En 2014 como ahora, se ha demostrado que el deporte es una potente arma propagandista. Las estrellas de f¨²tbol se instrumentalizan con pasmosa facilidad. Da igual de qu¨¦ lado est¨¦n. El jugador del Bar?a y de la selecci¨®n espa?ola, Gerard Piqu¨¦, hizo un llamamiento a votar en el refer¨¦ndum ilegal del 1-O, desatando una oleada de cr¨ªticas entre los hinchas y tambi¨¦n entre los pol¨ªticos. Otro tanto ocurri¨® con el actual entrenador del Manchester City, Pep Guardiola, que ha lucido en los estadios el pol¨¦mico lazo amarillo, s¨ªmbolo del proceso independentista catal¨¢n y de solidaridad hacia los l¨ªderes secesionistas presos.
El desaf¨ªo de Guardiola le cost¨® una multa de 22.500 euros, justificada en el hecho de que exhibir ¡°s¨ªmbolos pol¨ªticos¡± en el deporte vulnera las normas de la Federaci¨®n Inglesa. Aunque el presidente de ese organismo tampoco estuvo muy fino cuando compar¨® el lazo amarillo con la esv¨¢stica nazi. Una desmedida equiparaci¨®n que bien hubiera merecido una multa. Grindel, al menos, se ha arrepentido de sus palabras.
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