Gastar en defensa, pero como europeos
El presupuesto militar de la UE solo se ve superado por el de Estados Unidos y es casi cuatro veces superior al de Rusia. Lo que importa es en qu¨¦ capacidades se invierten los recursos y el grado de implicaci¨®n en misiones conjuntas de la OTAN
M¨¢s que encuentros, el presidente estadounidense Donald Trump y sus socios europeos est¨¢n protagonizando una larga lista de desencuentros. La cumbre anual de la OTAN celebrada en Bruselas hace unos d¨ªas ten¨ªa todos los visos de engrosar dicha lista. Recordemos que, en la cumbre del a?o pasado, Trump renunci¨® a apoyar la piedra angular de la Alianza Atl¨¢ntica: el principio de defensa colectiva consagrado en el art¨ªculo 5 del Tratado del Atl¨¢ntico Norte. Por si los precedentes ¡ªincluyendo el reciente descarrilamiento del G7¡ª no fuesen suficientemente desalentadores, la reuni¨®n que iba a mantener posteriormente Trump con el presidente ruso, Vlad¨ªmir Putin, a?ad¨ªa el en¨¦simo elemento de tensi¨®n.
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Las fricciones no tardaron en hacer acto de presencia, en gran parte como producto de las desmesuradas exigencias de Trump. El presidente estadounidense no solo insisti¨® en su demanda de que todos los miembros de la OTAN dediquen inmediatamente un m¨ªnimo del 2% de su PIB a la defensa, sino que sugiri¨® que este gasto deber¨ªa terminar llegando al 4%. Sobra decir que esta ¨²ltima propuesta es totalmente inviable, tanto por los sacrificios presupuestarios que deber¨ªan hacer todos los pa¨ªses como por la alteraci¨®n que provocar¨ªa en los equilibrios militares del continente europeo. En un hipot¨¦tico escenario del 4%, se puede estimar que el presupuesto militar alem¨¢n ser¨ªa, aproximadamente, 40 millardos de euros superior al franc¨¦s.
En esta era de gran volatilidad en el panorama internacional es imprescindible que los europeos nos defendamos de ataques injustificados y reivindiquemos nuestros logros colectivos, pero esto no debe ir en detrimento de una dosis saludable de autocr¨ªtica. La pretensi¨®n de Trump de que los europeos aumentemos nuestro presupuesto en materia de defensa ya fue expresada en su d¨ªa por otros presidentes estadounidenses, y es innegable que posee cierto fundamento. En 2014, los miembros de la OTAN que no gastaban un 2% de su PIB en defensa se comprometieron a avanzar hacia este umbral a lo largo de la siguiente d¨¦cada. Pese a que los progresos han sido notables, es justo reconocer que algunos pa¨ªses europeos se encuentran todav¨ªa lejos de alcanzar esa cifra.
No es del agrado de Trump que exista una industria militar europea m¨¢s competitiva
Los europeos podr¨ªamos hacer m¨¢s por responsabilizarnos de nuestra seguridad. No se trata tan solo de una cuesti¨®n de solidaridad con nuestros aliados, sino que nos conviene con vistas a lidiar con las amenazas externas e internas que se est¨¢n multiplicando y que se encuentran cada vez m¨¢s interrelacionadas. La guerra de Siria es un caso paradigm¨¢tico: la terrible tragedia que azota a la poblaci¨®n siria desde 2011 desemboc¨® en una crisis de refugiados que sacudi¨® los cimientos de la UE.
Sin embargo, establecer cifras fetichistas de gasto no conseguir¨¢ atajar el problema de ra¨ªz. De poco servir¨¢ que los europeos gastemos m¨¢s si no lo hacemos europeamente. Hoy en d¨ªa, el presupuesto militar de la UE solo se ve superado por el de EE UU y es casi cuatro veces superior al de Rusia. Pero de qu¨¦ modo y en qu¨¦ capacidades se invierten los recursos, qu¨¦ grado de implicaci¨®n se tiene en misiones conjuntas de la OTAN y qu¨¦ infraestructuras se ponen a disposici¨®n de EE UU en suelo europeo son los criterios que importan.
Est¨¢ fuera de lugar sugerir, como suele hacer Trump, que la OTAN es un instrumento mediante el cual ciertos pa¨ªses se aprovechan de la generosa protecci¨®n de EE?UU sin ofrecer pr¨¢cticamente nada a cambio. Nadie pone en duda que el respaldo militar que EE UU provee a sus aliados representa un factor clave de disuasi¨®n ante posibles ataques, pero no es menos cierto que los dem¨¢s miembros de la OTAN han arrimado el hombro y han acudido a la llamada cuando se los ha necesitado. De hecho, el art¨ªculo 5 ha sido invocado en una sola ocasi¨®n: tras los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos. Y posteriormente, la OTAN asumi¨® el encargo de Naciones Unidas de liderar la Fuerza Internacional de Asistencia para la Seguridad en Afganist¨¢n, la misi¨®n m¨¢s larga en la historia de la Alianza Atl¨¢ntica.
En su af¨¢n de convertirse en una aliada todav¨ªa m¨¢s valiosa, la UE ya se ha puesto manos a la obra. En diciembre de 2017, la Uni¨®n estableci¨® la Cooperaci¨®n Estructurada Permanente (PESCO), que permitir¨¢ a sus pa¨ªses participantes desarrollar capacidades de manera conjunta, garantizando un uso m¨¢s eficiente de los recursos. Adem¨¢s, la PESCO favorecer¨¢ que la UE contin¨²e avanzando hacia esa autonom¨ªa estrat¨¦gica por la que apuesta la Estrategia Global adoptada en 2016 y solidificar¨¢ el pilar europeo de la OTAN, ofreciendo a EE?UU un socio en defensa m¨¢s fiable, dotado de unas capacidades y tecnolog¨ªas de vanguardia. Una industria europea competitiva es esencial para que no exista un gap tecnol¨®gico entre ambas orillas del Atl¨¢ntico.
Estados Unidos tiene que hacer justicia al enorme valor que atesoran sus aliados
Este tipo de iniciativas bajo el paraguas de la Pol¨ªtica de Defensa y Seguridad Com¨²n de la UE cuentan con un ampl¨ªsimo apoyo por parte de la poblaci¨®n europea. La idea de abordar el gasto europeo en defensa desde un enfoque constructivo y colectivo resultar¨¢ siempre mucho m¨¢s convincente en el ¨¢mbito social que cualquier medida de coacci¨®n que puedan plantearse nuestros socios.
Pero el principal inconveniente no es que Trump no quiera hacer, sino que no quiere dejar hacer. Parad¨®jicamente, mientras la Administraci¨®n estadounidense reclama que los europeos nos hagamos m¨¢s cargo de nuestra seguridad, no ceja en su empe?o de socavar todo proyecto emprendido conjuntamente por la UE en el ¨¢mbito de la defensa. Esta actitud no resulta tan novedosa: al fin y al cabo, una mayor cooperaci¨®n europea en defensa siempre se ha visto con recelos desde EE UU como consecuencia de una cierta cortedad de miras.
La Administraci¨®n estadounidense objeta que dicha cooperaci¨®n puede generar duplicidades en relaci¨®n con la OTAN, cuando el efecto ser¨¢ justamente el contrario. El verdadero origen de duplicidades y despilfarros son las m¨²ltiples trabas a las que se vienen enfrentando los pa¨ªses europeos a la hora de desarrollar capacidades en com¨²n. Tampoco es del agrado de Trump que una industria europea de defensa m¨¢s competitiva vaya a limitar las exportaciones de material estadounidense a Europa. Pero ser¨ªa un absoluto contrasentido que, en el proceso de apuntalar esa autonom¨ªa que nos exige el propio Trump, nuestra dependencia de equipamiento estadounidense fuese en aumento.
La UE, con su larga trayectoria en la provisi¨®n de seguridad global a trav¨¦s de misiones civiles y militares, tiene mucho que aportar a la OTAN. Una UE m¨¢s compacta en materia de defensa conducir¨¢ a una OTAN m¨¢s fuerte, algo que solo puede beneficiar a EE?UU. Ser¨ªa deseable que Trump se diese cuenta de ello y que, en lugar de empecinarse en cruzadas unilaterales carentes de la m¨¢s m¨ªnima cortes¨ªa diplom¨¢tica, hiciese justicia al enorme valor que atesoran sus aliados.
Javier Solana es distinguished fellow en la Brookings Institution y presidente de ESADEgeo, el Centro de Econom¨ªa y Geopol¨ªtica Global de ESADE.
? Project Syndicate, 2018.
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