Redundantes
Cada uno de nosotros se tiene por un animal racional, pero no hay certeza de que los dem¨¢s lo sean
Oigo cada d¨ªa con mayor frecuencia las frases ¡°no es no¡±, ¡°f¨²tbol es f¨²tbol¡± y otras parecidas. ?Ojo!: sepan los m¨¢s j¨®venes que ¡°oigo¡± es la manera correcta de decir ¡°escucho¡±, verbo este que se usa ya para todo. Por ejemplo: ¡°Se escuch¨® una explosi¨®n¡±. Bueno, uno puede escuchar lo que le d¨¦ la gana y es posible que alguien pusiera mucha atenci¨®n y una mano tras la oreja para escuchar atentamente una explosi¨®n, pero, en general, ese tipo de sucesos se oyen, pero no se escuchan, porque para cuando han sonado ya no hay quien oiga nada. Tambi¨¦n he pillado a gente decir: ¡°Se escuchaba llover¡±, algo desafortunado, porque lo normal es no escucharlo ni o¨ªrlo, raz¨®n por la cual se dice ¡°fue como si oyera llover¡±, que equivale a ¡°no me hizo ni pu?etero caso¡±. Quienes escuchan llover no est¨¢n para nada, absortos en el tamborileo de las gotas.
La prohibici¨®n de usar el verbo ¡°o¨ªr¡± tiene relaci¨®n con el ¡°no es no¡±. Muestra un fuerte recelo sobre la capacidad de comprensi¨®n del pr¨®jimo. Cada uno de nosotros se tiene por un animal racional, pero no hay certeza de que los dem¨¢s lo sean. Por esta raz¨®n hay que insistir en que uno ¡°escucha ruidos¡± y no solo los oye, como acentuando nuestra voluntad de ser lo que somos. Pero al mismo tiempo sabemos que el pr¨®jimo, siendo distinto, aunque id¨¦ntico, es dudoso que sea inteligente, as¨ª que hay que machacarle las cosas muy sencillitas para que le entren en la mollera. ¡°Yo es yo¡±¡, pero a ti ni te escucho ni te oigo porque no te enteras de que ¡°tonto es tonto¡±.
En 1913, la escritora Getrude Stein compuso un c¨¦lebre verso: A rose is a rose is a rose,y ya entonces fue tenida por idiota. No lo era, sab¨ªa lo que se hac¨ªa. Unas d¨¦cadas antes, Hegel hab¨ªa afirmado que ¡°A es igual a no-A¡±. Dos modos opuestos de ver el mundo. ?Cu¨¢l es m¨¢s interesante?
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